«El objetivo de Teresa Ribera nunca fue trabajar para la ciudadanía, ni entiende lo que es vocación de servicio; ella no sirve a los otros, pero sí se sirve de ellos. Así le cubre el pelo»
El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento, Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento. Estamos ante la fiesta del despelote porque todos se han bajado los pantalones con el pacto de no darse por el orto. No dudo que hace años lo hubieran celebrado de otra manera y Tito Berni, junto al grupo de “diputeros” del Congreso, hubieran sido los maestros de ceremonia, orgía y despendole.
No faltan quienes dicen que, cuanto ha expuesto Teresa Ribera en el Congreso de los Diputados es una confesión criminal en toda regla. Algún día, cuando se analice el Diario de Sesiones para alguna tesis doctoral, se descubrirán los presuntos delitos de los que ya se le acusan. Aún no ha tomado posesión en el Ejecutivo de Von Der Leyen y ya piden muchos europarlamentarios su dimisión. En este momento, Pedro Sánchez está obligado a cesarla y nombrar un nuevo personaje. Ni España puede estar tan mal representada, ni el Gobierno puede caer más bajo y con más porquería encima. ¡Teresa, Teresa, tu lengua te llevará presa!
Seis años gobernando para acabar con 220 españoles muertos por su criminal negligencia. Creo que no hay que estar instruido en leyes para comprobar la gravedad de lo dicho por Ribera: «desde 2018 recuperamos las obras de emergencia». Es como decir que la competencia es suya y, por lo tanto, queda demostrada su culpabilidad. Pero habría que hacerse algunas preguntas más como, ¿ qué sabe Teresa Ribera al respecto desde 2011, sobre que esas obras eran imprescindibles para salvar vidas? Su dejadez, desidia y vagancia han hecho que doña Teresa no quisiera ejecutar las obras necesarias. ¿Se imaginan a un Ayuntamiento que, conociendo la peligrosidad de unas talanqueras del encierro local, se hiciera el desentendido siendo consciente de que provocaría muertes? Pues a eso podríamos llamarlo de muchas formas: una de ellas con la palabra “asesinato” incluida y el vocablo” imprudente” al lado.
En 2018 este Gobierno recuperó las “obras de emergencia” de la presa del barranco del poyo. ¿Si en 2024 está aún medio rota la presa, o destrozada casi por completo, y se abren las compuertas sin previo aviso, ¿ cómo se llama eso, señora Ribera? ¿Estamos ante asesinato imprudente? La muerte de 220 españoles debido a la negligencia ministerial, ¿es una simple falta o lo dejamos en error garrafal? ¿Qué pensarán los familiares de esas víctimas?
La negligente ministra ni sabe, ni contesta, pero se acongoja porque sabe que tal imprudencia le perseguirá “per secula seculorum”, además de que nadie se lo perdonará. Valencia le está vetado como debería estarlo el comisariado europeo. Ha quedado demostrado que es pura maldad, al menos hasta que los tribunales dicten sentencia. Su cara bien lo reflejaba en las Cortes. Ha mentido, ha faltado a la verdad, ha atentado contra la dignidad y ha pisoteado a los muertos y a sus familiares.
Desde mi punto de vista, no debería tomar posesión en el comisariado europeo. Torpe sería el felón huidizo, Pedro Sánchez, si consintiera tamaña negligencia gubernativa. Los tribunales demostrarán la certeza de la negligencia del Gobierno central, como Aldama demostrará lo dicho y lo que se guarda de las comisiones y del Falcon con las compañías ocultad por las que se creó el secreto de Estado, evitando el abuso y la dignidad prostituida.
Acostumbrados a ver siempre escondida y calladita a Teresa Ribera creo que España entera le ha conocido durante y tras su comparecencia. Es cierto que era parte del rebaño silencioso socialista, agazapada tras su escaño y confundida entre las “toreras” de la coalición ultra. No ajena a los chanchullos de la corrompida mafia sanchista y siempre aplaudiendo con las orejas las intervenciones de los miembros de la nefasta y vendida opinión sincronizada. Su objetivo nunca ha sido trabajar por y para la ciudadanía, ni entiende lo que es vocación de servicio; ella no sirve a los otros, pero sí se sirve de ellos y de quien se ponga por delante. Es el sino del socialismo de albañal y cochiquera. Llegará, si llega, al comisariado europeo adornada con plumas de pavo real y atascará el carro en cuanto surjan dificultades, pero acabará demostrando que es un mal punto filipino. Se admiten apuestas.
Lo suyo es mantenerse en el poder a toda costa y medrar. También sabemos ahora que es experta en mentir, calumniar y manipular. Acabará metida en camisas de once varas y no saldrá sin cantar el kikiriki. La paranoia le está consumiendo. Parece ducha en querer hacernos comulgar con ruedas de molino. La incompetencia de su gestión y su descontrolada soberbia se van a ver premiada con un ascenso de cargo en la comisión de la Unión Europea. Pero estoy convencido que terminará por clamar a Poncio Pilato o arrastrar el trasero por un zarzal. Su vagancia sacará a la luz que le da lo mismo así que asá con tal de no trabajar y no tener que adoptar decisiones de calado.
Políticos que odian a los ciudadanos no merecen nuestro respeto y mucho menos nuestro reconocimiento. Ya es un hecho que Bruselas da la espalda a Valencia, lo mismo que hacen el PP y el PSOE, de ahí el nombramiento de comisaria a quien debe cargar con toda responsabilidad, Teresa Ribera, que tras las últimas informaciones no empezará con buen pie, salvo que Ursula Von Der Leyen quiera llevar en sus filas a una reconocida incompetente, ineficaz comisaria y presunta en muchos posibles, todavía presuntos, delitos.
Confieso que, desde mi punto de vista, todo esto de la Dana de Valencia está cada vez más lejos de la incompetencia o la imprudencia y más cerca de otra cosa que realmente apesta.
¿Se dan cuenta ustedes de hacia dónde quiero ir y que estoy llamando a las cosas por su nombre original y sin eufemismos rebuscados?
Jesús Salamanca Alonso / Analista político / Editor de Análisis en Clave Liberal
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