19/11/2024 04:21
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40 Días por la Vida España organiza en Madrid el próximo miércoles 20 de noviembre un encuentro con la escritora argentina e influencer provida Lupe Batallán. El encuentro también tendrá lugar en Sevilla el 28 de noviembre y en Barcelona el 3 de diciembre.

Lupe tiene 26 años y es una figura clave en la militancia provida de Argentina e Hispanoamérica. Portavoz y conferencista, tanto en ámbitos nacionales como internacionales, sus especialidades son la oratoria y la investigación.

Es además una potente creadora de contenido en redes sociales y autora de éxitos como «Hermana, date cuenta» sobre el aborto, «Dignos hasta el final» sobre la eutanasia o «Calladita te ves más bonita» sobre la pornografía. En este encuentro Lupe explicará los resultados de sus investigaciones respecto a los impactos negativos de la pornografía y la prostitución, tanto a nivel personal como social.

Le entrevistamos brevemente sobre ello.

¿Por qué decidió dar un ciclo de encuentros coloquios por diferentes ciudades sobre el negocio de la industria pornográfica?

Creo que es importante que conozcamos más sobre el tema de la pornografía, que se disfraza socialmente de algo no dañino y se abusa de la impunidad de la que goza y que la mayoría de la gente no conoce.

¿En qué ciudades y fechas van a ser estos encuentros que organiza 40 días por la Vida España?

En Madrid este miércoles 20 de noviembre a las 15:30 en la Pecera H de la Universidad Francisco de Vitoria.

En Sevilla el día 28 de noviembre a las 20:30 en la parroquia de Corpus Christi.

En Barcelona el día 3 de diciembre a las 20:30 en el Monasterio de Santa Isabel.

¿Por qué, aunque es usted católica practicante, ha decidido no abordar el asunto desde la moral católica?

Porque no creo que sea mi misión hablar desde la Fe, sino hablar para aquellas personas para las que Dios no significa nada.

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¿Hasta que punto es especialmente grave que el 80 % de la pornografía sea no consentida?

Muchísimo, porque en primer lugar, eso marca que la mayoría de la pornografía que un usuario consume es no consentida, y él posiblemente crea que no es así, que lo que consume es algo libre pactado entre dos personas. Entonces muchas personas están siendo cómplices de muchísimos abusos y ni siquiera lo saben.

Esto obviamente no quiere decir que porque sea consentida ya se pueda justificar la pornografía…

En realidad, como justificar, la gente puede justificar hasta lo más descabellado. Ahora bien, si esa justificación es razonable y fundamentada en evidencia, es mucho más difícil. Porque cuando uno conoce las verdaderas realidades de las personas que consentidamente están en el mundo de la producción de la pornografía, es muy difícil hablar de libertad realmente porque una persona con enfermedades mentales, que sufre violencia doméstica, que ha sufrido abusos sexuales durante la niñez o la adultez, claramente no es una persona que esté siento libre de elegir.

¿Qué perjuicios trae a la sociedad la pornografía?

El impacto está en todas partes. La pornografía promueve un modelo de sexualidad sumamente violento, romper el vínculo entre las parejas, aislándolos y volviéndolos esclavos de la pornografía. Además, el consumo de pornografía esta asociado a un mayor índice de enfermedades mentales y disfunción eréctil o imposibilidad de alcanzar el orgasmo; además de que los consumidores de pornografía tienen más posibilidades de ser un agresor sexual que los no consumidores. Esos son algunos de los ejemplos.

¿Qué soluciones propone para acabar con esta gran lacra de la sociedad?

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Creo que no es mi función proponer, sino promover una discusión social que hoy no existe. Para hablar de soluciones de una manera acabada, hay que primero dar debates que hoy no se dan: debates jurídicos, informativos, sociales…. Pero podemos decir que en principio hay que empezar con la concientización, porque si la gente supiera a lo que se expone con la pornografía, estoy segura de que realmente no la consumiría.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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La pornografía:

1º Destruye la dignidad de hombres, mujeres y, lo que es peor, de menores. La dignidad solamente la da Dios, que tanto amó a la humanidad que entregó a su Hijo a la muerte en Cruz por la salvación de toda la humanidad, aunque por desgracia muchos sean los que despreciando a Dios, desprecian su propia dignidad. Es inaudito que la gente de más crédito a lo que dice la «sociedad» que a lo que nos enseña el mismo Dios en los Evangelios o por medio de los santos y santas.
2º Degrada no solo a la categoría de «objeto» a las personas que intervienen en su producción y consumo, destruyendo todo respeto humano. Si no se respeta a un hombre o mujer en la intimidad, ¿en qué otro ámbito de la vida será respetado?
3º Generan hipocresía farisea en millones de hombres y mujeres, pues aunque la pornografía no la consentirían en sus seres queridos, sí parecen tolerar que sean otros los que se perviertan con ella con ese falso alegato de la «libertad de elección». La pornografía es esclavitud, no libertad. Quien tolera la pornografía, tolera la esclavitud. No es admisible la pornografía si se ama a alguien en esta vida, por mucho que a los hombres nos atraiga mucho la belleza de algunas mujeres hermosas (que a un hombre le guste la belleza femenina es natural a la condición masculina, otra cosa es permitir el deseo de una mujer ajena, que jamás debe tolerarse so pena de ofender a Dios con adulterio). ¿Nos gustaría que nuestras madres, esposas, hijas o mujeres parientes se dedicasen a la pornografía?¿No? Pues si se quiere dignidad para los propios, quiérase también para los ajenos («Amarás al prójimo como a ti mismo»).
4º Multiplica la jactancia insensata y degradadora en muchos hombres «orgullosos» de fornicar o de practicar tales o cuales actos pornográficos con prostitutas, concubinas, «ligues», etc. No cabe insensatez mayor, especialmente para los que tienen vocación de familia, estén casados o comprometidos o tengan hijos e hijas (menudo ejemplo). Los fornicarios son adúlteros, y como tal no heredarán el Reino de Dios, pues son enemigos encarnizados de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo, pobre y célibe, mientras no se arrepientan con sumo dolor de alma y corazón y hagan penitencia sincera.
5º Promueve el «juicio público», es decir, la tendencia contra natural de buscar la «justificación» ante la muchedumbre, la «buena reputación», el «qué dirán», ignorando insensatamente el Recto Juicio de Dios, Infinita Bondad, que es el Juez que a todos habrá de juzgarnos. Para el que consume pornografía, el Juicio de Dios es ignorado e incluso estúpidamente ridiculizados con todo tipo de insultos, mientras que se llega a idolatrar la imagen que ante otros se da por seguir conductas verdaderamente diabólicas. Es como dar crédito a los que nos odian furiosamente y rechazar el criterio de Quién nos ama hasta el extremo. Ultra tonto no basta para calificarlo. La pornografía somete al que la consume al juicio perverso de satanás y sus vástagos. Para el que consume pornografía, débil mental y sin carácter ni personalidad alguna, lo importante es lo que digan los que quieren destruirle por su degradación. Así de desdichada es la pornografía. Quien anima a la pornografía no es nuestro amigo, es nuestro enemigo mortal. Y hay que tener la sensatez y la valentía de romper con él, ellos, ella o ellas si no se enmendan pero de inmediato. Es justo lo contrario, convencerles para que sean ellos los que abandonen esa perversidad.
6º La pornografía es promovida por poderes políticos desde la escuela, escandalizando incluso a los más inocentes entre los inocentes, los niños y las niñas (también los adolescentes). Y, por desgracia, el estúpido consentimiento parental va en aumento con la mayor de las insensateces que quepa imaginar, todo ello debido a la destrucción de la capacidad de discernimiento que acarrea alejarse de Dios y de su Gracia, absolutamente necesaria en todo orden de la vida (gracia que se consigue con vida de fe, con los sacramentos).
7º La satánicamente denominada «educación sexual», no es sino pornografía. En primer lugar hay que destruir ese satánico mito creador de prejuicios y complejos de que todo hombre y mujer tienen que «aprender» a amar en la intimidad conyugal. No se aprende a respirar, ni a llorar, ni a reír, ni a comer, ni a beber, ni a tener frío o calor. No se aprende a amar. El amor conyugal, como cualquier otro tipo de amor, incluida la amistad o el amor a la patria, no se aprende, porque el amor es un Don precioso de quien es Amor infinito, Dios mismo. El amor se acepta o se rechaza, pero no se aprende. ¿Alguien puede dar razón de porqué es amigo de alguien y no de alguna otra persona? Pues claro que no, es un misterio, eso sí, un misterio maravilloso que solo Dios entiende. Eso sí, ama el que renuncia a sí mismo y acepta a Dios, que nos ha sido Revelado. No ama el que solo vive pendiente de sí mismo y usa a los demás con soberbia creciente. Esa es la clave de la vida, o renunciamos a nosotros mismos (amamos) y nos llenamos de Dios, o nos llenamos de nosotros mismos (pornografía) camino del infierno.
Por todo ello, nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc., que no hablaban de sexo o relaciones sexuales entre ellos, sino que relegaban el sexo a la intimidad del hogar una vez casados, como toda la vida de Dios y como siempre fue natural, llegaban célibes al matrimonio, lo cual no es un «drama» ni algo «enfermo» o «raro» o «macabro» o «patriarcal» o «machista» o «carcamal» o «cavernícola» o las sandeces que los siervos de satanás sueltan por ahí con la finalidad de acomplejar a unos y otras y destruir así su vocación a la pureza matrimonial.
Si un hombre ama a una mujer y contraen matrimonio, lo normal durante toda la historia y en todo lugar, en la intimidad el hombre y la mujer llevan a efecto la donación del uno por el otro, el deseo ardiente de hacer feliz al otro, de que goce. Y no hay escuela para acariciar, para ser tierno (y hasta gracioso, la risa es muy sana en la intimidad), para expresar lo mucho que la amas, lo feliz que eres con ella, lo grato que te resulta su compañía y su tacto, etc. Y como cada persona es única e irrepetible, así es la intimidad de cada cual, la ternura de cada cual, la comunicación íntima de cada cual, independientemente de lo fisiológico (el hombre no es un robot biológico con instrucciones precisas y procedimientos a seguir según el caso. Cuanto más pasa el tiempo, más soplagaitas nos volvemos con lo de la intimidad, ya hasta en los anuncios de colonias y de lencería).
No cabe concebir que un hombre use a una mujer y viceversa, sino que el hombre se goza con el goce y el bien de su esposa y así intima con ella del modo más natural, eso sí, irrepetible, pues la esposa es insustituible para el esposo y viceversa. Y la intimidad no es un acto en un estadio de fútbol con espectadores que juzgan si la faena ha sido buena, mala o regular. Si uno es tonto, puede perseverar y llegar a ser…, pero si es inteligente, entenderá. Si nuestros antepasados hubiesen necesitado un manual «progresista» de instrucciones de intimidad, ¿qué hacemos aquí 8000 millones de hombres y mujeres?. Y, desde luego, es una salvajada propia de degenerados y degeneradas pensar que nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc., esclavizaban malvadamente a nuestras abuelas, bisabuelas, tatarabuelas, etc. Al revés, a buen seguro que se amaron mucho más de lo que hoy, por desgracia, se aman no pocas llamadas «parejas».
Será más bien que la esclavitud pornográfica somete a la mujer a una violencia extrema cual nunca existió en la inmensísima mayoría de matrimonios. Si la mujer es un objeto de placer, ¿qué diferencia hay entre ella y una coche, una máquina de afeitar o una bicicleta?. No, el abuso es el de la pornografía. La pornografía si es esclavitud. La pornografía sí es violencia, extrema, contra mujeres, niños, niñas y todo tipo de personas. La violencia sí es egolatría, narcisismo, egoísmo, hipocresía, maldad, perversión y sí, es una pesada cadena para quienes hayan caído en sus enredos animado por engaños vanos. Más valdría atarle una piedra de media tonelada de peso al que promueve la pornografía, especialmente en los colegios, y arrojarlo al fondo del océano, que permitir que siga corrompiendo por ahí a diestro y siniestro.

No es un drama el celibato, ni en personas consagradas, ni en personas solteras, como san Pablo escribe por revelación del Espíritu Santo y vivió en sus propias carnes. Puede ser que muchas personas no se hayan casado debido a la indeseabilidad de la persona de la que se enamoraron, algo muy frecuente en las últimas décadas, por desgracia, dado el mundo en el que vivimos. Y más vale el sacrificio del celibato en soltería que un mal matrimonio que ofende a Dios por su impureza y que daña a los propios cónyuges, hijos y demás familia y sociedad, todo por los que no viven más que mirándose al ombligo o un palmo más abajo.

Qué duda cabe que toda persona era mejor que siguiese la vocación que Dios le marca en el camino de su vida (inescrutable como designio de Dios que es), pero Dios también puede exigir de todos sacrificios para la salvación de su alma y la de los demás, incluido el martirio (y hay muchas formas de martiro, ¿verdad?). Y ese sacrificio puede ser renunciar al matrimonio si este no conviene por la falta de sinceridad y de amor verdadero en uno de los cónyuges, no por inmadurez, sino por falta de renuncia a sí mismo, por no saber amar a nadie más que a sus placeres, lo que puede llevar a una futura infidelidad. Mejor soltero o soltera que adúltero o severamente dañado por la infidelidad de la otra o el otro. Al fin y al cabo, la vida pasa muy rápido, y en el Reino de Dios, ni ellos tomarán esposa, ni ellas marido, sino que seremos como ángeles en el Cielo. Así nos lo mostró el Señor. ¿Queremos acaso defraudarle solo por agradar a quienes nos quieren conducir con su pornografía y sus complejos incitados al infierno? Léase el capítulo 24 del primer libro del Kempis «Imitación de Cristo» sobre lo que le puede esperar en el infierno al lujurioso, eso de «verse ensartado como un pez». No quiero ni imaginarme lo que puede ser eso para los que van por ahí sembrando complejos y promoviendo la pornografía y la fonicación, incluso en los colegios.

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