27/09/2024 05:18
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Entrevistamos a Juan Carlos Salas, prestigioso director mexicano, sobre los principales pormenores de la última película que ha dirigido: El Gran Aviso. Una película muy importante para entender las profecías de los santos y místicos sobre este momento crucial de la humanidad.

¿Por qué decidió rodar El gran aviso?

Cuando me enteré por primera vez acerca de el aviso, fue a través de un programa de YouTube de Mundo Católico donde estaba Cecilia Valderrama y Mauricio Guizar hablando de este evento; me quedé totalmente impactado y sorprendido y exclamé: ¿por qué esto no lo sabía?, ¿cómo puede ser posible que nadie hable de esto?

Fue entonces cuando me puse investigar y así encontré que existía un libro que recogía todas las profecías que hablaban acerca de este evento, así como testimonios de personas que habían vivido algo de lo que podría llamarse la iluminación de la conciencia. Entendí que era más fuerte que una conversión, porque Dios te mostraba el estado de tu alma, tal y como Él lo ve, pero no solamente eso sino el dolor que le causaste a las otras personas, y como afectó tu relación con el mundo. Este libro se llama «El aviso» y la autora es Christin Watkins. Yo le escribí en una madrugada al enterarme para decirle que se tenía que hacer una película urgente acerca de este tema para advertir a toda la humanidad de esto.

Uno o dos días después yo estaba frente al Señor De La Misericordia y estaba mi esposa Martha, que cabe mencionar también es productora de Cine. Todos los proyectos que teníamos de otras «películas de valores» se habían caído, se habían derrumbado ante la pandemia. El mundo estaba convulso y yo me acerqué a la imagen del Señor de la Misericordia y le dije en voz alta: «Señor, ¿qué quieres de mí y por dónde debo ir? ¿En realidad quieres que me siga dedicando al Cine o es una ilusión que yo he perseguido vanamente? Necesito que me digas que necesitas de mí, porque sé que eres un juez Justo y que me pedirás cuenta de mis talentos. Ya no quiero equivocarme Señor».

Mi esposa y yo estábamos viendo como la tarde se ponía, el sol estaba, como una naranja, precioso y en eso, frente a la imagen del Señor de la Misericordia timbra mi teléfono. Era un numero de Estados Unidos y yo no lo conocía, pero decidí contestar y cuando contesté, me dice la voz del otro lado: -¿tú eres Juan Carlos? Sabes que estaba orando a Dios para pedirle que me diga qué hago ahora con este libro de «El Aviso» y en eso recibí un mensaje tuyo para hacer la película.

Parece un gran signo de la Providencia…

Yo entendí claramente que era una respuesta de Dios ante esta petición, y también entendí que era urgente llevarla a cabo y es así como la misión se nos fue dada.

Entonces más que elegir hacer la película, el Señor, tomó nuestra disposición para hacer su obra. A partir de ahí ha sido un camino sorprendente, de muchas pruebas y discernimiento, pero siempre a través de la fe y de la mano de nuestra productora principal: la Santísima Virgen María.

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Para el que no lo sepa, ¿qué es el gran aviso y cómo viene avalado?

El Gran Aviso es un evento sobrenatural profetizado por diferentes santos y místicos de la Iglesia Católica, como San Edmund Campeón jesuita y mártir, la beata Ana María Taigi o el papa Pío IX, por mencionar algunos pocos. Este evento sobrenatural de acuerdo al consenso profético, consiste en que un día la oscuridad abarcará la tierra y se apagarán las luces del Cielo y solamente habrán la luz brillante en el mismo donde esta luz iluminará la conciencia de cada una de las personas de todo el mundo al mismo tiempo, y aunque es un evento mundial, cada una de las personas se verán solas frente a su alma, tal y como Dios la ve. Algunos santos, le llaman como un mini juicio, el gran día de luz, como un segundo Pentecostés, el aviso o el día del la iluminación de todas las conciencias. Durante ese breve periodo se nos dará la verdad sin distracciones, sin engaños para iluminar nuestro corazón, nuestra mente y nuestra conciencia, y todo mundo sabrá que hay un Dios y que Jesucristo es el Señor. Este evento no causará daños físicos, ni en la tierra, ni a las personas. A partir de esta intervención divina, podremos elegir entre el bien y el mal. Este evento será un parteaguas en la historia de la humanidad para dar paso a una purificación y finalmente dar paso al Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

Algunos se preguntarán si es un castigo o si es un acto de misericordia y esta pregunta se contesta contundentemente en la película El Gran Aviso.

La película investiga las profecías dadas a beatos, venerables y santos de la Iglesia Católica, así como las Sagradas Escrituras, por lo que el sustento del mensaje principal hace un énfasis en lo que Nuestra Señora pide urgentemente: conversión.

¿Por qué a la gente le cuesta tanto creer en ello?

A la gente le cuesta mucho creer porque estamos muy complacidos en el sofá de nuestra habitación, disfrutando de las grandes comodidades de la moda y tecnología. El esfuerzo de levantarse del sofá para apagar el televisor, prender un lirio, arrodillarse y alabar a Dios, simplemente no está en nuestros planes de vida.

¿Cómo le han enriquecido personalmente los testimonios que aparecen en su trabajo y cuál es su denominador común?

Ha sido un cambio contundente en mi vida para buscar el camino a la santidad en medio de tanta confusión. Me consuela saber qué personas comunes que eligieron seguir el camino de nuestro Señor Jesucristo ya lo han logrado. Cada vez me sorprende más encontrar personas tan buenas que están en este mismo camino, en este mismo proceso, en diferentes partes del mundo. Hay luces encendidas. Digamos que es ese resto fiel, posiblemente los apóstoles de María.

Ella es quien nos lleva a su hijo Jesús, ese consuelo de Madre tan grandioso que se nos ha dado por la gracia y misericordia de Dios, es la gran esperanza de la humanidad. Me siento muy optimista, porque esta película no es una más de corazones rotos y bombones. Es un fuerte mensaje que descubrimos a través de sus protagonistas y a través de la historia de estos santos que nos sacuden para decirnos: -Hey! Atentos pongamos nuevamente a Dios en el centro de nuestras vidas, pero no como un símbolo -como dice El venerable Fulton Sheen: «No como un socio silencioso que no tiene participación en la empresa», pongámoslo como el que todo lo puede y sobre el que debe Girar toda la humanidad. Así que también esta película es entender que la misericordia de Dios está disponible para todos los que acudamos a ella, pero como bien sabemos y como ya lo dijo él en las escrituras, «¿quien te acusa?, vete y no vuelvas a pecar.»

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¿Por qué merece la pena ver el documental?

Este documental nos ayudará a entender la situación actual que vive la humanidad. También nos dará una luz acerca de todas las apariciones, marianas y mensajes de santos y místicos, porque yo en lo personal no encontraba sentido. En esta investigación documental siempre he cuestionado cada una de las cosas que se dicen acerca de «el aviso», sus personajes, los mensajes revelados… Siempre se pone en tela de juicio el mensaje para poder redescubrirlo en esta investigación de una manera sencilla. Yo no soy una persona complicada, en realidad me gusta un lenguaje sencillo, y eso es lo que he intentado, que sea entendible para todos. Entonces esta película nos ayudará para hacer un alto en nuestra vida y reconsiderar qué es lo que estamos haciendo. Si abrimos nuestro corazón, sabremos que esta película nos hablará directamente al propio corazón a través de sus personajes y a través de la palabra de Dios. También lo maravilloso de esta película es que muestra las herramientas necesarias de lo que hay que hacer para estar preparados para este gran evento.

https://www.youtube.com/watch?v=okm_6riJqcM

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Edelmiro Cienfuegos

HAY QUE LEERSE LA OBRA » GARABANDAL 50 AÑOS DESPUES»

Hakenkreuz

La escatología está perfectamente detallada por Nuestro mismo Señor Jesucristo en el capítulo 24 del Evangelio según san Mateo. Todo lo que contradiga éste, es herético o engaño del demonio que ningún católico, o persona sensata ha de dejar que le afecte en lo más mínimo.

El Señor nos advierte que vendrán muchos intentando usurpar su Nombre y que serán incluso capaces de engañar a los mismos elegidos (cuidado con las películas, que no son más que negocio. Hay que seleccionar las que están conforme al Evangelio, no conforme a los protestantes, que sirven solo al demonio). También nos advirtió el Señor que oiremos hablar de guerras y rumores de guerras, que no nos alarmemos, que todo eso tiene que venir, pero que no será el fin. Nos advierte que no les creamos, pues su Segunda Venida, su Parusía, será evidente e inequívoca a toda la humanidad, como un relámpago (ojo, un relámpago es un fenómeno fugaz, sin «aviso»). Habla también de fenómenos cósmicos: «El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas serán borradas del Cielo…», sí. Lo que no se sabe con absoluta certeza es si cuando habla del sol, la luna y las estrellas, no se está refiriendo en realidad a otro tipo de verdades teológicas profundas referidas, por ejemplo, a la Santa Eucaristía, al papa, a los prelados, a los ministros y a la Gracia, pues afirma que, en un contexto en el que la caridad se enfriará y habrá poca fe (puede que la actual, quien sabe), «si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie», pero que en atención a los elegidos «esos días se abreviarán». Esto último es casi seguro que no se refiere a la caída de Jerusalén en el año 70, acontecimiento que solo tuvo resonancia local y no mundial, y resultó en que solo sobrevivió el judaísmo fariseo, como bien ha apuntado en su libro de Jesús de Nazaret el papa Benedicto XVI y otros santos y santas. Algunos han querido ver en los «elegidos» a ese resto de judíos que se salvarán frente a la gran mayoría que correrá la suerte de los escribas y fariseos según Mt 23, 33. Pero el hecho no está claro, requiere una profundización aún mucho mayor a la que hasta ahora nos han mostrado los místicos. También santa Faustina Kowalska recibe una revelación similar del propio Señor, de su propia santa voz, en el sentido que «toda luz será apagada en el firmamento y que veremos la Señal de la Cruz viniendo del Cielo», como señala el final del capítulo 24 de Mateo citado, pero la Santísima Virgen María también revela a la Apóstol polaca que tenemos que profundizar más acerca de ese mensaje y acogernos con urgencia (este es el verdadero «aviso») a la Infinita Misericordia de Dios, de lo contrario tendremos que someternos a su Justicia. El Diario de la Divina Misericordia es toda una lección magistral de dirección espiritual y de revelación del mismo Director Espiritual, que es el propio Jesucristo, un Diario que salvará almas por millones en los últimos tiempos.
Ya sabemos aquello de «¿quién podrá sostenerse en Tu presencia, Señor?». Por eso urge acudir al confesionario y confesar todo pecado, por muy abyecto que sea, con arrepentimiento sincero, con contrición verdadera, pues todo pecado es una herida a Dios mismo (y tenemos que darnos cuenta de esto por encima de todo, especialmente cuando meditamos la Pasión de Nuestro Señor), una monstruosidad por nuestra parte al que nos ama hasta el extremo. Debemos pues pedirle perdón a Dios por haberle ofendido antes de que llegue ese Día de la Justicia o Parusía, es decir, ya mismo, pues el Día del Señor hace temblar a los propios ángeles del Cielo se cubren de temor los ojos con sus alas, no es para menos, pues no hay nada encubierto que ese día no salga a la luz, para todo hombre y para toda generación entera. Por eso el Diario de la Divina Misericordia ha tenido tanta oposición por las fuerzas infernales, para que no se propague y la gente sepa lo Bueno y Misericordioso que es el Señor, que nos espera en el confesionario como a hijos pródigos y que siempre está dispuesto a perdonar, sea cual sea nuestro pecado, si verdaderamente tenemos la humildad de reconocernos pecadores y nos arrepentimos de corazón porque le hemos ofendido, antes que a nosotros mismos, antes que al prójimo (incluso al enemigo), antes que a cualquier persona terrenal o entidad, le hemos ofendido a Él. Y eso es algo que no podemos ni debemos soportar.

En lo que insiste el Señor en todos los Evangelios y en varias ocasiones es en que estemos vigilantes, «pues el Día del Señor vendrá como ladrón en la noche», que será algo imprevisible, que vendrá «el día que menos penséis», nos dice «¡velad!», que estemos vigilantes, porque Aquel Día vendrá a nosotros de modo totalmente imprevisible, por eso es absolutamente imprescindible que nos sorprenda en Gracia de Dios, es decir, en amistad de Dios, arrepentidos de nuestros pecados y humildes y sencillos para acogerle a pesar de nuestra inmensa miseria. Y es muy insistente el Señor en la urgencia que pretende hacernos llegar al respecto. En todos los evangelios deja claro que no podemos seguir viviendo como si el pecado no tuviese la menor importancia mientras no nos afecte a nosotros mismos (locura).

Sobre ese Día y Hora (ojo, hora) solo Dios Padre tiene conocimiento, no el Hijo como Hombre verdadero (sí como Dios Uno y Trino), y mucho menos santos, santas o cualquier otro místico, por mucho que sus mensajes se hayan tergiversado y manipulado a favor de sectas y organizaciones sensacionalistas que manipulan la Palabra de Dios en beneficio de intereses mundanos, políticos, económicos, financieros, de negocios de internet, cine, etc., que tendrán cumplido castigo del Señor si no se arrepienten a tiempo y dejan de engañar a incautos crédulos que desesperados buscan cualquier «predicador» en lugar de acudir al mismo Señor que le espera. Así que todos los falsos profetas de sectas se han prodigado en engañar a lo largo de siglos a todos los incautos sobre el «fin del mundo inminente» para aprovecharse de la gente ignorante o ingenua que no lee ni medita los Evangelios, fuente de Verdad indiscutible, ni acude a los sacramentos de la confesión y la Eucaristía con frecuencia para que Dios le vaya conduciendo a la Verdad plena, y ahora, estas sectas, se prodigan sobre «avisos» que el mismo Señor Jesucristo desmiente en los propios Evangelios.
El propio Jesucristo Nuestro Señor, no menciona la palabra «aviso», sino justo lo contrario, que estemos vigilantes porque no sabemos ni el Día ni la Hora, que vendrá sobre nosotros como en los días de Noé, sorprendiendo a justos y pecadores sin darles tiempo al arrepentimiento. De hecho, los días de Noé fueron así, sin aviso ninguno, luego no hubo fuego del cielo, ni oscuridad, ni nada que hiciese preveer que vendría lo que vino. Así también fue la destrucción de Sodoma y Gomorrah. Ya tenían la Palabra dada a los Patriarcas y no la cumplieron por su cochina soberbia mundana, luego ¿qué otro «aviso» desean más?
Y nosotros, en pleno siglo XXI, ya tenemos el Nuevo Testamento, ¿qué otro «aviso» necesitamos para llevar una vida de fidelidad a Cristo sin demora alguna, sin excusa ni justificación de ningún tipo (tipo «no tengo tiempo». Para Dios tiene que haber tiempo siempre), acudiendo a los sacramentos, a la oración, a la mortificación o renuncia, a la Eucaristía, a la lectura diaria y meditación de las Sagradas Escrituras, a la lectura de santos y santas y a la práctica continua de la caridad?. Incluso el Señor llega a prevenirnos con tres parábolas para que sepamos que llegará SIN AVISO de ningún tipo: la parábola del mayordomo, la de las vírgenes y la de los talentos. ¿Quién tiene la Verdad, Cristo o los peliculeros predicadores de sectas protestantes que tergiversan mensajes de santos y santas (a tal grado llega su falta de respeto a Dios mismo)?. También, en la parábola del rico «Epulón» y de Lázaro el pobre, el Señor nos enseña que el primero, entre los tormentos del Hades, pide al patriarca Abrahám que mande a Lázaro para que «avise» a sus hermanos y así eviten aquel lugar de tormentos en el que el rico estaba metido para la eternidad. Y la contestación del patriarca Abrahám viene muy al caso. El llanto y el rechinar de dientes es consecuencia de no haber cumplido los mandamientos que Cristo nos dejó, que ese es el «aviso» y no otro de tipo «sideral». Solo faltaría que el Día del Juicio, Caifás y los sumos sacerdotes echasen en cara a Jesucristo Juez Justo, que no tuvieron «aviso» por parte de Él, que no tuvieron una señal como la que de continuo le reclamaron (la de Jonás se le dio con su Gloriosa Resurrección, pero ni eso bastó), cuando sus milagros no podían describirse ya entonces en todos los libros del mundo, como nos enseña por medio del Apóstol Amado san Juan. Entonces, ¿qué otro «aviso» esperan los protestantes y herejes de sectas y aquellos a los que este sensacionalismo demoníaco por embustero ha seducido? Si es el mismo Señor el que nos pide que estemos vigilantes, porque el fin vendrá cuando menos lo pensemos, ¿qué otro «aviso» cabe esperar de unos productores cinematográficos?
Por otra parte, los difuntos no tuvieron más aviso que el que todos tenemos, luego, ¿qué sentido tiene otro «aviso» para los que queden vivos?
Afirma el santo Cura de Ars en una de sus homilías que nos ha dejado como regalo inmenso, que si los condenados al infierno tuviesen tan siquiera media hora para confesar sus pecados con arrepentimiento, no habría ni una sola alma que desaprovechase esta gracia de Dios. El confesionario es la puerta del Cielo, en él no nos espera simplemente un confesor, nos espera el mismo Cristo. Y le rendimos gran gloria y honor con nuestro arrepentimiento sincero en el confesionario. No debería haber un solo hombre o mujer en el mundo que desaprovechase este gran regalo de Dios, que es Infinita Bondad y Misericordia, que se resiste a tomar la espada terrible de la Justicia, que quiere salvarnos a TODOS sin excepción. Esto es el «aviso» verdadero, por eso los católicos deben, que no solo pueden, deben atender lo que el Señor nos manda. El Diario de la Divina Misericordia tiene el valor de ser una revelación reciente hecha por el mismo Señor Jesucristo, que no es solo una simple «encíclica» o «constitución» de concilio. No debería desperdiciarse ese tesoro que el demonio y sus vástagos tratan de censurar y de intentar que nadie lo conozca y lo medite.

Hakenkreuz

Respecto al triunfo del Inmaculado Corazón de María al que la misma Virgen María Santísima hizo referencia en el mensaje de Fátima a los tres beatos pastorcillos, Lucía, Jacinta y Francisco.
La Santísima Virgen María dejó bien claro que Dios quería y quiere que el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María fueran ambos objeto de devoción y culto. La Santísima Virgen María jamás habló de una «iluminación universal» de las almas ni nada parecido. Simplemente dejó claro: «al fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará».
¿Qué significa eso, una «iluminación universal de las almas» cual no se ha dado anteriormente, como privilegio de «aviso» para los que la vivan a diferencia de los que nos han precedido que no tuvieron tal «aviso»? Dios no hace acepción de personas. Los hombres sí, pero Dios no.

La Santísima Virgen María:

a) Es Inmaculada Concepción, concebida sin pecado original. Purísima desde el mismo vientre materno de santa Ana, su santa madre terrenal.
b) Es maestra de humildad. Se ha autocalificado en el Magníficat como «sierva del Señor». Se humilló ante Dios. Si nos concediese la gracia de la humildad, seríamos los hombres más afortunados del mundo (no hay riqueza sobre la faz de la tierra que pueda compararse a la humildad de la que este mundo está atrozmente hambriento, en espera de un «diluvio universal de humildad»). No hay joya, riqueza o poder más grande que el de la santísima humildad de María, Virgen y Madre Celestial. A Dios le conmueven los humildes, mientras que rechaza a los soberbios de corazón. Todos los santos sin excepción nos lo han advertido.
c) Es la Madre Excelsa, eternamente Virginal del Verbo Encarnado, Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Virgen antes del parto, Virgen durante el parto y Virgen después del parto. ¡Ay del que ultraje a la Santísima Madre de Dios!. Que el mundo entero repare los ultrajes ante la Más Grande Majestad que ha pisado el Cielo tras la Infinita Majestad de su Hijo.
d) Es la Criatura perfecta, la llena de Gracia, es Reina y Señora de Cielos y Tierra porque tal fue la Santísima Voluntad de Dios. Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo, que lo abajó de su Trono Celestial, para hacerlo Esclavo Hijo de su Esclava María Santísima y así obrar la Salvación de la humanidad. ¿Puede alguien en su sano juicio dudar de la Bondad Infinita de Dios con la humanidad al obrar así la Salvación y la Redención y no de otra manera más imperial y propia de reyes como esperaban los judíos del mesianismo político?
e) La Santísima Virgen María jamás conoció el más mínimo pecado. Y todo el infierno la teme, porque siendo criatura venció con su pureza, su humildad y su aceptación humilde a los designios inescrutables de Dios, al mismo demonio pisándole la cabeza a pie de la Santa Cruz, aplastando su soberbia. Por eso los místicos la han visto pisando la cabeza de la serpiente del Paraíso, coronada de estrellas y con la luna de pedestal. Ella quebró la cabeza soberbia de satanás. Si por Eva entró el pecado en el mundo, con María Santísima (con María, no por María, ojo. Dios pudo haber obrado la Salvación de otro modo), porque así lo quiso Dios mismo, vino la Salvación al mundo por Jesucristo Nuestro Señor, su Hijo sin pecado concebido.
f) Su Santidad inmensa es mayor que la de cualquier Arcángel, ángel, santo o santa. Todo el Cielo la venera. Es la Alegría del Cielo y de la tierra, Nuestra Madre Amabilísima que el Señor nos entregó sufriendo santísimamente en la Cruz. Nunca se opuso a los designios de Dios ni objetó en lo más mínimo su Santísima Voluntad. Desde su Fiat, Dios obró la Salvación. No se opuso jamás a la Santísima Voluntad de Dios aunque le costase los más inhumanos sufrimientos, porque por ella pasó el sufrimiento como jamás ha pasado por nadie más salvo por su Hijo. Aceptó la Cruz, la espada que le atravesó el alma, los siete dolores, la Pasión que ella la vivió hasta la última gota como Cáliz amargo. Si hay una criatura más parecida a Dios en vida, esa fue Ella, que todo dolor aceptó sin la más mínima objeción, tratando siempre de guardar en su corazón los misterios de los que fue testigo. Jamás quitó protagonismo a su Santísimo Hijo, vivió escondida y discreta, llevando una vida de humildad insuperable en santidad. Si podemos decir a pleno pulmón, ¿Quién como Dios?, digamos también, ¿qué santo o santa como María Santísima, qué criatura como Ella?. Nadie.
g) Su intercesión es decisiva, pues Dios no le niega nada a esta Madre Santísima sin igual, capaz de contener la Santísima y Justísima Cólera de Dios Todopoderoso, capaz de enternecer el Corazón Infinitamente Santo de Dios. Por supuesto que no pide nada que no sea conforme a la Santísima Voluntad de Dios y los milagros incontables que cada día se obran, tienen a María como peticionaria.
h) Es tan Hermosa que nosotros los hombres no somos dignos de estar tan siquiera en su Santísima Presencia sin levantar la cara del suelo sin su consentimiento. Quienes han tenido el incomparable privilegio de haber visto el santísimo rostro de Nuestra Señora han quedado prendados de Ella para siempre. Santa Bernardette no podía contener la alegría de gozo de recordarla cuando se le preguntaba.
i) Es Bienaventurada entre todas las mujeres (y toda criatura). Es perfecta. Es bondadosísima, piadosísima y nos cuida mejor que la mejor madre cuida a su bebé. Con su protección nadie puede temer ni al infierno entero. Los santos y santas de todos los tiempos jamás se cansaron de invocarla con alegría y devoción extrema.
j) Hace huir a satanás al fondo del infierno con toda su corte de ángeles caídos con solo invocarla, porque no deja solo a un hijo suyo jamás. Jamás decepciona a los suyos. Merece todas las flores más hermosas que hay en el mundo entero y que todo el mundo la honre y venere. Y quien no adora a Su Santísimo Hijo, que es Dios encarnado, y, en consecuencia, no la ama a Ella cual merece, más que a nuestras propias vidas, no conoce el amor en su vida, por mucho argumento que quiera exhibir y mucha falsa «afectividad».

El triunfo del Inmaculado Corazón de María será el triunfo de la humildad frente a la soberbia, de la pureza frente a la corrupción y la concupiscencia, de la castidad frente a la lujuria, de la vida interior, retirada, discreta o de silencio sereno frente al ruido mundano, de la renuncia frente a la acumulación egoísta, de la aceptación, incluso gozosa dentro del dolor, de la Cruz, del dolor, del sufrimiento, como forma de maduración espiritual y de salvación de la humanidad frente al rechazo al más mínimo dolor y sufrimiento y la búsqueda del hedonismo y el protagonismo, el ser el centro del mundo que solo corresponde a Dios, el triunfo del abandono en la divina providencia y no la búsqueda de «novedades» o falsos profetas seductores, y el triunfo del protagonismo de Jesucristo Nuestro Señor en la vida de las personas, incluso en la de los que hoy lo rechazan porque les vence la soberbia y buscan respuesta donde no pueden hallarla de ninguna manera. El triunfo del Inmaculado Corazón de María es el cumplimiento del designio del Señor: «el que persevere hasta el fin, se salvará». Ese es el triunfo del Inmaculado Corazón de María en un mundo que es justamente lo opuesto a lo es Ella misma, y no el triunfo del sensacionalismo de sectas protestantizantes o protestantes engañando a incautos.

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