03/12/2024 20:22

Y volvimos.

Los nietos dicen que son la sal de la vida y por ellos hacemos cosas que ya no sé si apetecen pero que se hacen en familia y sorprenden. El caso es que pasamos el fin de semana pasado entre Disney y París, rememoramos familiarmente los recuerdos de tres generaciones de españoles, desde Mickey y Donald, hasta Moana o el capitán América, pasando por Woody o Buzz.

No había vuelto a París desde los años 80, es decir desde el siglo pasado, 40 años que habían cambiado la ciudad de una manera contundente y no para bien. No sólo a causa de los juegos olímpicos de este verano, al fin y al cabo, los monumentos estaban igual, un poco más tapados, la pirámide del Louvre afeaba el palacio de Francisco I, pero seguro que fue una buena solución para el funcionamiento del museo y la catedral de Notre Dame lucía ya la nueva estructura de su aguja. No, el cambio al que me refería era al cambio social.

Las calles, las plazas, los parques, centros comerciales, estaciones de tren, metro, la ciudad estaba tomada por la policía y el ejército. No sé cómo estaría el París ocupado por los alemanes en los años 40, pero no creo que hubiese tanta tanqueta, controles de accesos con vallas, detectores, cámaras, no sé cómo lo verán los parisinos que lo viviesen en los 40 pero los actuales ya se han acostumbrado, eso sí, por su propia supervivencia y seguridad. Los alemanes lo hacían por la seguridad de los alemanes y ahora los franceses por la suya (vida física y económica).

Es cierto que desde entonces la población ha cambiado, los propietarios de restaurantes, tiendas, panaderías, incluso los tenderetes, junto al rio, de recuerdos y pinturas de París ya no son el señor de la boina y la pipa, el pintor de caballete con sus bigotes y sombrero, la musicalidad de la ciudad ya no suena a clasicismo, acordeón, a romanticismo. Los candados abarrotan sus rejas, los estantes de recuerdos se llenan de tallas africanas y la música árabe se escucha por doquier, impregnando la ciudad de lo que debió ser Argel, Marraquech o Fez en tiempos de la ocupación francesa, por no hablar de Níger, Mali o Chad.

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Taxistas, camareros, vigilantes, empleados del metro, dependientes, policías, bomberos, ladrones, camorristas…No vimos un Poirot, un Leclerc, un Luis XIV, un Voltaire, un Cyrano, Monet, Rousseau o Mitterrand, eso sí, vimos sus estatuas, sus obras, sus representaciones, un París que fue y que nunca volverá a ser lo que conocimos, vivimos y percibimos hace ya muchos años, y está el de ayer, es el nuevo París, el París invadido por otra población, otra cultura, otras costumbres, otros olores, colores y ritmos. Ya no es París, es un parque temático de lo que fue una cultura europea, una forma de pensar, una forma de vivir.

Para mi gusto, el de la primera visita fue mejor, pero yo soy de espíritu clásico, para el de los nietos… para el de los nietos, el que les hemos dejado, este, el del parque temático. Ahora podrán ir a Disney París y al Parque París, pasado, presente y futuro, de una ciudad.

Tendrán que hacer un desfile con los personajes que he citado y muchos más y cuyo futuro es este, si es que lo tiene.

Esta es la historia de París, seguirá la de Francia y toda la Europa invadida pacíficamente hasta el momento. No sé si hay futuro para una Europa en la que nuestros nietos no sean personajes de un parque temático que o nos ponemos serios o nos resignamos a serlo.

Carlos Zarco

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