21/11/2024 14:45

Devastando, pisoteando, humillando, profanando, mancillando cualquier mínimo ápice de sacralidad, trascendencia, calibre, densidad. Sentido, si prefieren, algo más «secular». Propósito, finalidad, telos. Sacralidad de familia, moral, ética, ius sanguinis, patria, ley natural: todo, en ambas ceremonias, como puta por rastrojo. Extrema zafiedad, chabacanería, grosería, fealdad. Recordatorio, por si hiciese falta, de quién manda en este mundo y quién obedece. Paraliturgias paganas y anticrísticas. Sacrílego rito cúltico del satanismo contemporáneo. Gran Misa Negra de cinco horas de duración (y el ineludible 6 y 6 y 6, en forma de neones), Gratuitas blasfemias. Satanismo en estado puro. Desprecio, inversión, subversión de lo santo, sagrado, trascendente. Normalizar la blasfemia. explicitar la idolatría. Además de totalitario y liberticida feminismo, agréguese pansexualidad, «poliamor», plurales inversiones/perversiones, prostitución, promiscuidad, orgiásticas mentalidades, pedofilia, previa y completa perversión de los niños.

Inauguración

Uno. Caronte, con niños en su barca, guiando al Inframundo a todas las naciones de la Tierra. Dos. Los transhumanizados Cuatro Jinetes del Apocalipsis en caballos artificiales: guerra, hambre, peste, muerte. Tres. Tres. María Antonieta, arquetipo de la tradición (Dios, Patria, Rey), decapitada (y pululando más degolladuras y degollaciones y degollinas: Germain Louvet, Slimane, Celine Dion, Taylor Swift y banda metalera Gojira “recordando” a la esposa de Luis XVI). La Conciergerie, esencial ergástula durante el Terror Revolucionario. Cuatro. Cenáculo, institución del sacramento de la Eucaristía/Cena, completamente invertido, cristianismo «evaporándose». Cinco. “Transferencias” de sacralidad, Otras «divinidades» alternativas al gusto del consumidor «espiritual» para el «nuevo» evo: Lucifer, Baphomet, Baal, Moloch, Prometeo, Astaroth, Dioniso. Seis. Pirámides (y el ojo de Meliès de Viaje a la luna) por doquier. La tronchada (Torre Eiffel), erguida y «tumbada», clave: sigilo de Lucifer, pebetero, hongo nuclear y viajes interestelares.

Siete, símbolos. Color rojo sangre adrenocrómica, entidades parasitarias controladoras recordándote el poder, el verdadero poder. Zidane (portando la antorcha/misil/cohete) y los niños, cómo no, en las cloacas parisinas, por ejemplo. Color azul, hondo, hondísimo significado. Negro, Lady Gaga. Negro y Blanco, sempiterno ajedrezado. Niebla, otra crucial división interdimensional. Ocho. La eugenésica tecnocracia de la Bestia ante tus ojos. Y tu horrendo porvenir, subrayado por la música emergida (The Final Countdown, Édith Piaf/Celine Dion, la muy funesta Imagine de Lennon, el antañón videoclip de Megan) en parisina bascosidad (memento París y su conexión con Isis y su omnipresente culto en la ciudad del «amor»). Osiris, X (antigua Twitter) y el inframundo. Nueve. La tecnojinetera (ramera) apocalíptica montando el pálido y cuarto jamelgo (Apocalipsis 6, 8). Profetizando la consumación de la humanidad, por ejemplo: transhumanismo, “eternidad”, «singularidad», 2029/2045, dizque: los hadales lienzos de La isla de los muertos de Arnold Böcklin. Diez. La balaceada Estatua de la Libertad estadounidense (existe otra en París), luctuoso globo al fondo. O el pebetero remedando hongo nuclear. O la antorcha, portada por Zidane por ejemplo, idéntica al misil soviético R6, ruso tenía que ser, of course. Y la bandera de los cinco anillos multicolores, izada al revés: plaza rendida, atroz angustia, extremo riesgo, bárbaro gañido de SOS. Peligro, muerte, oscuridad, exterminio, genocidio.

Clausura, vuelta de tuerca

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Para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, el director artístico Thomas Jolly concluyó como había comenzado. La ceremonia de clausura fue, de nuevo, un homenaje a Lucifer. Angulado y filoso planisferio en niebla, tinieblas, completamente. Y desciende una suerte de ángel caído, áureo, aterrizando en la Sumeria antigua, androide luciferino, pues («Viajero dorado», dizque, juas). Ceremonia no humana, inhumana, deshumanizada, transhumana, posthumana: los especie sapiens sapiens, absolutamente eclipsada, evitada, elidida. Oscuridad. Todo lúgubre, tenebroso, tétrico. Delfos, invertido. Nike, desde luego. Victoria (de Samotracia). Alada. Saludada masónicamente por el áureo alien. Bandera helena, el Olimpo venciendo a Dios, desafiado por un Lucifer que somete a una esclavizada y degenerada no-humanidad. Retador. Presunto vencedor, “reiniciando”/”reseteando” el mundo. La cucaracha dorada coronada. Occidente poseído por Satanás. Lucifer “jugando a la pelota”, caída del cielo a la Tierra, expulsado por Dios, continuamente retado, aparentemente derrotado. Protagonistas, entidades no humanas: el citado E.T. dorado con ridículos bailables, Caronte cual fantasma de la ópera, jinetes apocalípticos: nueva trinidad.

Inquietante y perturbadora atmósfera post-apocalíptica, amenazantes efluvios de final, redoblando la narrativa luciferina/luciferiana de la apertura, los reinos de la oscuridad alardeando de cómo cumplen su agenda para subvertir el mundo. Imágenes oscuras subrayadas por tenebrosas tonadas, apuntando la apertura de un portal supervisado por una caterva de animalizados seres grises y demoníacos y el propio Lucifer: ángeles caídos, pues (y explícita referencia a los Vigilantes – עִירִין, iyrin – que han estado atados a la tierra desde los días de Noé: primera parte de 1 Enoc, El Libro de los Vigilantes).

Venida de los extraterrestres: el cienciólogo Tom Cruise, a fuer de prota de Eyes Wide Shut. Un Blue Beam de mil pares de pelotas. Vuelta de tuerca a la farsa especial. Otro primado negativo. Performance olímpica donde la la Luna se “coloca” a la altura de la glándula pineal: controlar energéticamente en lares de bajas, bajísimas vibraciones. Más negritud, plumas negras sobre el afilado mapamundi, piano “encarnado” descendiendo. Reloj del Apocalipsis. Ave Fénix (poco antes de la aparición de la banda gabacha Phoenix), portando áureo reloj, semejándose al verdugo del tarot, también ansiando adoración. Himno a Apolo entonado por el tenor Benjamin Bernheim. Los Ángeles (¿Caídos?) 2028, dudosamente se celebren (recuerden que Berlín 1936 precedió a la Segunda Guerra Mundial). Alternando dualidades: Olimpia y Delfos, Fausto y Mefistófeles, el falso profeta que antecede al anticristo. Y presagiando una segunda torre de Babel. ¿Sucederá como en la primera (Génesis 11)?…

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…Europa estercolero, prostíbulo de mala muerte. Depravada ceremonias de apertura y clausura París 2024: mostrarte de forma más o menos encubierta el fin de la humanidad. Y podemos quedar atrapados en los detalles del transgenerismo/transhumanismo, el Gran Reemplazo, la tecnocracia, etc., y perdernos el asunto nuclear: el plan de Lucifer de ser dios y rey de toda la Creación,. Y de la Tierra. O de lo que sea nuestro planeta. Y memento My way, clásico de Sinatra, culmen y remate: sin remordimiento, el mal sin freno.

En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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