Dentro de fachosfera, publicada con poco escrúpulo si de expectativa pecuniaria se trata la intención de la polémica, es a bote pronto y según se leen las primeras líneas, una desafortunada muestra de deslealtad profesional y una infame visión de oportunismo editorial aprovechando, eso sí, la conformación grupuscular de un periodismo de resistencia que busca los mismos fines carroñeros a pesar de las apariencias de patriotismo: lucrarse, vivir de la tragedia ajena y competir en lectores, suscriptores y espectadores con el horizonte de cada fin de mes, en esa doliente y patética aceptación de formar filas con los proscritos que conlleva ir a contracorriente del sanchismo y no recibir la sopa boba gubernamental. Si bien podría considerarse una virtud estar en el lado contrario del marrullero Pedro Sánchez, no lo es prescindir de toda honestidad y hasta honradez para pescar a río revuelto con un afán competitivo rayano en la codicia más criminal. Confrontan desde la denominada fachosfera contra la corrupción, desde la misma corrupción personal transformada en aparente periodismo que, además de ineficaz, alimenta a un ejército de ufanos especialistas, todos ellos ávidos de protagonismo importándoles nada España. No se engañen: España es sólo el pretexto con el que muchos alargan la mano para seguir esquilmando la dignidad personal de ellos mismos y de cuantos caen en la trampa del sablazo. Programas de empresas independientes, en realidad grupúsculos de especulación con el fin de enriquecerse por la crisis, son sucursales de la hipocresía más evidente cada día. Las ratas permanecerán en el barco mientras se mantenga a flote con la expectativa de trincar más y quizá con mejores tiempos.
La apariencia engaña en esa dimensión de periodismo comprometido donde se aglutina lo más granado del desecho periodístico que no accede a las subvenciones estatales. La injusticia posee defensores en estos adalides de la crítica descabalgada de honra y examen de conciencia. No todo el que clama justicia a los cuatro vientos es digno de alzar la voz en el vergonzoso escaparate de la simulación. Si la siniestra gana asalto tras asalto es porque la protesta es inútil, el análisis baladí, la indignación payasa y la preocupación por España es proporcional a los dividendos que puedan aportar los falaces discursos de presentadores que son meras soflamas sin trascendencia, tal es el cariz de trasfondo moral que conlleva el periodismo dizque liberal. Pretenden desligarse de las corruptelas que critican, pero todos poseen ese rasgo podrido del periodismo vendido al mejor postor. Periodismo frente a Sánchez… ¿Pero por ello se pueden considerar más nobles u honrados que los que se encuentran en los antípodas de las ideas que son otros mercenarios periodísticos de la izquierda? Créanme si les digo por experiencia de trato con estos hipócritas, que en realidad son canes arrimados a la mesa de distinto amo, pero ávidos de atrapar la parte de carnaza que los alimenta con insaciable falsedad personal y profesional; perros con distinto collar pero dotados de los mismos colmillos, prestos a dar dentelladas para asegurarse su trozo de botín pecuniario. El periodismo de izquierdas y derechas apesta a ración podrida de lucro y todos buscan, con distintas formas, el mismo fondo de beneficio al precio que sea. No importa si con ello se sacrifica la ética, pues hace tiempo que se convirtieron en parásitos competitivos, mendigando con ruindad para captar la atención de sus propios e inadvertidos lectores o espectadores que acuden a un avaro canto de sirenas para aportar el dinero que permita a estos Ulises de pacotilla seguir en el candelero.
El concepto de la unidad frente a las adversidades es una quimera con esta miscelánea indecente de youtubers, especialistas de camarilla sectaria, periodistas vehementes que cuanto más aparentan indignación incrementan sus hipócritas provechos y, en fin, el conjunto de esa sectaria fachosfera que Cárdenas envilece atacando por la espalda y con rabieta vengativa contra otros colegas, no podía ser de otra manera, con los que no se halla en franca distinción moral salvo para la pandilla basura que vive de la crítica lucrativa. No hay nadie como Dios manda-salvo honrosas y singulares excepciones como el denostado y muy perseguido Josele Sánchez y su equipo de La Resistencia; el veterano y siempre juicioso Alfonso Rojo; el honrado Albert Castillón, a contracorriente de la cobarde complacencia de los que le acompañaron hace años, con su programa Castillón Confidencial; Javier Cárdenas, Carlos Cuesta o el abogado Aitor Guisasola y el ya eurodiputado Alvise Pérez, azotes de corruptos, verbigracia- en el periodismo o las filas públicas de derechas siendo muchos los oportunistas, cierto, pero Josué Cárdenas ha sido quien lo ha reflejado en un libro que bien podría haberse intitulado: «Rabietas de un becario crecido también en mala sombra». Para el caso es lo que se sonsaca de cada línea de este libro donde, eso sí, se constata que Cárdenas es un apasionado escritor que sabe desmenuzar a sus desavisadas víctimas con pormenorizada y sádica descripción.
Al principio de las líneas del libro se desea intuir la crítica constructiva desde el conocimiento y la templanza, pero con el pasar de las páginas se va delineando un ineducado y hasta esperpéntico ajuste de cuentas personales sin atisbo de elegancia, siquiera fina o templada ironía. El resto se convierte en una avalancha de despropósitos literarios donde Josué se retrata cuanto más pretende descalificar con saña a sus anteriores compañeros y jefes. La impresión que resta sobre el autor es que nadie puede confiarse de que quien es hoy un aliado, mañana no pueda convertirse en un iracundo y destemplado, despiadado enemigo.
Se puede tener razón y la elegancia para defenderla, o la torpeza para ensuciarla. La argumentación del libro intenta ser una exposición exhaustiva del periodismo denominado de derechas y acaba siendo un monumental patinazo egotista. Y, ojo, muchos de los defensores de este exabrupto podrían ser los futuros criticados mañana. Se pasa del entusiasmo a la decepción cuanto más se conoce al autor en su catilinaria donde no queda títere con cabeza. Muy triste llevar al embudo de la ofensa la complicada convivencia de lo cotidiano y con una saña ventajista como menos, imprudente.
No deseo abundarme más en este libro inusual por ser descaradamente oportunista, y sí ratificar el juego sucio de la prensa de derechas, los intereses que convulsionan las bases de la deseable profesionalidad ausente, la deshonestidad conjunta y la maquinaria de multiplicar euros a sueldo de la avaricia mensual, reeditada mes a mes con la más sucia y desleal competitividad (por cierto que desde el punto de vista formal de la edición, las páginas se quedan arrancadas entre los dedos en esta mal cuidada publicación repleta de erratas). Un conjunto de puercos hocicando en las miserias pútridas de España. Sabemos del tufo cicatero de programas de televisión y arribistas afincadas en el norte, verbigracia, que ejercen de youtubers y se dedican a la perorata sin fondo noble, arrimados todos como parásitos donde se puede sacar réditos. Son los que porfían en colocarse a la vanguardia de la resistencia si bien pueden ser las próximas víctimas de una España menos pacificada, donde todos los adversarios que no aliados compiten por estar al frente de los riesgos que conlleva el afán de descollar inescrupulosamente y al precio que sea, incluido el de la propia vida… aunque aún no sean conscientes de ello. Ten cuidado con lo que deseas, no sea que lo consigas.
De este decepcionante ejercicio de crítica desalmada se colige que el periodista, de meteórica carrera, ha perdido por el camino el digno valor de la humildad y la disposición hacia la sencilla gratitud. Puede que no haya sido inteligente por parte de Josué Cárdenas publicar un libro como este para cosechar glorias efímeras en el principio de su vertiginosa carrera, con encabritada arrancada de caballo en un lodazal espeso como el de los intereses políticos y periodísticos unificados en una misma ambición, pero se adivina el mal consejo de algunos que, por ganar unas perras gordas, sacrifican a quien firma imprudentemente un contrato de edición. Por último y abreviando esta reseña sobre un calentón editorial con tintes traicioneros, si quien ha convivido con los defectos ajenos para entronizarse en las librerías criticando a los semejantes, traspasa las líneas que otros no traspasaron en propio beneficio personal quedando la porquería expuesta, fuera de entre las cuatro paredes de la discreción: ¿ quién podrá estar seguro del que ha demostrado ser desagradecido e ingrato -para muchos mal compañero de viaje-dispuesto a sacar todos los trapos sucios públicamente, del pasado, del presente y del día de mañana, de cuantos están a su lado? La hipocresía es una máscara con muchos rictus y la indignación aparente es uno de ellos. Se percibe cierta languidez por lo moral en el impulso de la crítica sin piedad que practica con una soberbia insana y demasiado predecible de ahora en adelante. El futuro de Josué Cárdenas será crítico, puede que judicial al publicar sus diatribas con los nombres y apellidos de los acribillados, y no menos traicionero. Lo que se siembra se recoge y más si se vive rodeado de gentuallas y cizaña. Quizá faltaba describirse a sí mismo en la aparente crítica ajena quien demuestra no ser digno de confianza en una profesión de zorros, zorras y lobos. No hay nada más repugnante que la evidente falsedad disfrazada de aparente veracidad. Este libro servirá para cambiar de canal al comprobar la verdad detrás de una mera apariencia de periodismo que sólo se compromete maliciosamente consigo mismo, para más inri brindando entretenidísima munición a quienes pretenden la destrucción de España. Ciertamente, la siniestra está muy tranquila. Parafraseando al autor: «es muy difícil convencer cuando se es un hipócrita… a pesar de las apariencias». En el valor de la grandeza de los pequeños detalles, el autor se ha extraviado.
6 de mayo del 2020: Vídeo grabado dos meses después de enterrar mi mujer y yo a nuestros padres sepultados en absoluta soledad y sin poder velarlos durante un confinamiento ilegal. Ni uno de los medios, ningún youtuber se interesó o mostró empatía por las víctimas de la verdadera tragedia que ellos no vivieron y con la que se encumbraron. Estos «despechados» no vivieron ninguna tragedia y arrinconaron a las víctimas de las que se nutren en público, los muy parásitos y desalmados.
La abogada Begoña Gerpe imputada por delito de odio. Por Ignacio Fernández Candela
Josué Cárdenas y la máscara del héroe. Por Ignacio Fernández Candela
Autor
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Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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