21/11/2024 14:51

Ha salido a los medios el caso de una enfermera de Barakaldo, a la que el juez instructor imputa delitos de daños y falsedad documental, por haber fingido vacunar a 404 niños, a los que realmente no llegó a inyectar los venenos que llaman vacunas.

https://www.elmundo.es/pais-vasco/2024/06/20/6674340ae85ece643b8b458f.html

 En un país cuerdo, a quien se imputaría sería a los médicos que se atrevan a recetar esas sustancias, a los padres que lleven a sus hijos a recibirlas y a los enfermeros que las inyecten.

En este particular caso no se trata de las que impropiamente llamaron “vacunas covid”, sino de las otras, de “las buenas”. Y las familias personadas como acusación tienen la desfachatez de haberle propuesto, además, la imputación por delitos contra la salud pública, afortunadamente rechazado.

Para ilustración de iletrados les diré que conozco varios casos de niños que sufrieron autismo, inmediatamente o muy poco después, de recibir una de esas sustancias milagrosas. Sus padres no se atrevieron a imputar delitos contra la salud pública a los irresponsables, porque saben que se tendrían que enfrentar al Sistema criminal en su conjunto, pero también les consta que, con la ley en la mano, es lo que hubiera correspondido.

Me gustaría darle a esa heroica señora y a su abogado varias sugerencias.

1º) ¿Fueron esas “vacunas” recetadas por algún médico? Lo habitual es que no se hayan recetado. Y si no lo fueron, como medicamentos administrados por vía parenteral, están sujetos a prescripción médica (art. 19.2 RDL 1/2015 de la ley del Medicamento), y sin ella lo ilegal sería haberlas administrado. Conviene revisar, en la página de la AEMPS, esos “medicamentos” concretos y su exigencia de receta:

LEER MÁS:  Ahora suben, ahora bajan… Por Miriam Herráiz

https://cima.aemps.es/cima/publico/home.html

2º) La asociación Scabelum, al amparo de la Ley de Transparencia, solicitó en el año 2019 al Ministerio de Sanidad la documentación científica que acreditase la seguridad o la eficacia de alguna vacuna de las que se administra en España. Nunca tuvo respuesta. Y sin ella lo único que se puede garantizar es que no hay ninguna garantía ni de seguridad ni de eficacia.

https://www.scabelum.com/post/vacunas-transparencia-y-justicia

Al caso debe aplicarse el principio de precaución de la Unión Europea.

https://eur-lex.europa.eu/ES/legal-content/glossary/precautionary-principle.html#:~:text=El%20principio%20de%20precauci%C3%B3n%20es,acci%C3%B3n%20en%20cuesti%C3%B3n%20deber%C3%ADa%20abandonarse.

Por todo ello, y para salir de tan graves dudas en materia científica (y la ciencia es pura duda, según el método cartesiano), no estaría de más pedir prueba en ambos sentidos en este juicio, respecto de las vacunas objeto de controversia. Porque habremos de suponer que esa enfermera hizo lo que hizo (si es que lo hizo) por un bien superior, como es la salud de los niños, amenazada por la estulticia e imprudencia de sus padres, la “negligencia” de las autoridades y la codicia de las empresas.

3º) Si no aparecen informes de seguridad y eficacia de esas “vacunas”, lo lógico sería exigir la aplicación a la imputada el eximente de legítima defensa del art. 20.4 del Código Penal.

4º) Se le imputa también un delito de daños (económicos) por las 404 “vacunas desperdiciadas”. Pero todos sabemos que en España se han perdido más de 100 millones de vacunas, y que yo sepa, no se ha imputado a nadie por ello.

https://elpais.com/sociedad/2023-09-16/mas-de-100-millones-de-dosis-de-vacunas-contra-la-covid-han-quedado-obsoletas-y-sin-usar-en-espana.html

En suma, que en este asunto falta toda proporcionalidad, y con ella cualquier atisbo de justicia.

Espero que esos insensatos padres, jueces y fiscales se coman con patatas la imputación, y que sean ellos, y otros millones como ellos, los que más pronto que tarde, se vean en el banquillo por atentar contra la vida y la salud de los niños.

LEER MÁS:  Análisis a vuelapluma: Para que Sánchez nos respete, hay que hacerse respetar. Por Hernán Pérez Ramos

A ver si revienta de una vez este estercolero que todavía algunos llaman España.

Autor

Galo Dabouza
Galo Dabouza
Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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