23/11/2024 10:47

Ya firmó la amnistía su democrática majestad. Debemos estar todos profundamente satisfechos por el liberal gesto.

Muchos (demasiados), generosos, se dolerán de la triste impotencia real, que tiene que firmar contra su voluntad (siempre tan rectamente comprometida, claro) lo que le pongan delante. A estas sensibles y compasivas personas, habría que recordarles que, según el engendro del 78, el rey es garante de la defensa y unidad de España, pero, quizá, para utilizar este precepto de la carta magna se requiera un mínimo de valor personal. Y aunque la ley de leyes no diera salida oportuna, ya señalaron nuestros antiguos, que una ley que no hace justicia, es ley espuria, y estamos obligados (qué palabro tan terrible) a luchar contra ella. De todas formas, el honor siempre señala con claridad la acción debida, porque el honor es trascendente, el honor es el recto proceder; claro que la honra la da quien la tiene.

Ciertamente, los indultos no son siempre generosidad y acierto clemente, en muchas ocasiones, no son más que ignominia; personalmente, preferiría que hubiera sido indultado, y aún premiado, el miserablemente imputado D. José Lomas, defensor de su casa, de su esposa y de su dignidad. Pero no está nuestra democrática, globalista y coronada España, en disposición de entender el honor y el heroísmo.

Juárez, en Méjico, indultó a todos los bandoleros y los hizo policías, otros, recompusieron sus bandas de asesinos. Parece hoy España, movida solamente por el egoísmo, el esperpento, la sensiblería, el desinterés por la justicia y las causas nobles.

En estos mórbidos tiempos donde los peores (los más incultos, zafios y de bajos instintos) están en el poder por decisión de la muchedumbre, todos los estamentos sociales y políticos deben estar en consonancia con la circunstancia, la corona también. Y nada es nuevo en la historia del mundo, y esta actitud de bajeza moral, de sumisión a lo necesario para sobrevivir, para medrar, para subsistir, por encima del estricto cumplimiento del deber, parece una constante en la historia borbónica. Como el rey cobarde y pornográfico Alfonso XIII, que apoya a D. Miguel Primo de Rivera y Orbaneja cuando ve que no hay otra opción, y lo desecha cuando lo cree útil. Craso error. Y es que la herencia genética no garantiza el talento para el puesto, la legitimidad por nacimiento no es meritoria. No conozco ningún soberano que obtuviera el puesto por oposición, tampoco los democráticos presidentes, desde luego. Solamente el mérito es hidalguía, por eso, en los tiempos de grandeza, nuestros compatriotas podían tener el sano orgullo de sentirse o saberse más hidalgos que el propio rey.

Nada puede sorprendernos en estos tiempos de relativismo atroz, bárbaro, aplastante, donde todo se puede admitir o dialogar, hasta el sexo biológico o el matrimonio y la familia, cualquier engendro debe ser aceptado. No puede haber degradación moral e intelectual más grave que ésta. Ahora, todo es trans o post, nada tiene fronteras o límites definidos, todo se mezcla en esos márgenes ahora confusos, anómalos, difuminados. Benditos los tiempos en que los comunistas y los antipatriotas se definían con claridad, y los podías acometer con juvenil entusiasmo en cualquier sitio. Hoy solamente quedan los nombres, a los que les puedes dar el significado que quieras, así para la patria; España es hoy cualquier cosa que se le ocurra al más necio y destacado máncer nacional o extranjero.

Estamos en la más desesperada y lúbrica lucha de la historia, tal parece que no hay terreno estable donde afirmar los pies para la lucha. La maldad, la confusión, la estupidez están globalizadas, las naciones, como las ideas, se funden en una sola necedad universal, con sus fronteras ideológicas, y por tanto físicas, sin definir. Pero por más que todos los majaderos, domésticos y extranjeros, se unan para la iniquidad, España, la verdadera, seguirá siendo España, y mientras uno solo de los hijos de esa extraordinaria e impar madre esté en pie, la lucha por su reconquista tendrá esperanza, será posible.

España sin honor no es España, porque España es honor.

¡SI SE DEBE, ME ATREVO!

¡SUUUS!

Amadeo A. Valladares Álvarez

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Amadeo A. Valladares
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