24/11/2024 00:12

Los sucesivos Gobiernos de corruptos engendrados por la Transición democrática, es decir, los creados por los socialcomunistas, los separatistas y los filoetarras, sin olvidar los de sus cómplices peperos, están empeñados en destruir España. Y son muchas ya las consecuencias que, gracias a su tenaz ofensiva aniquiladora, se aprecian en los aspectos sociales e institucionales.

España, la España que heredamos de nuestros padres y abuelos, peligra. Pero nada puede esperarse de la actual estructura sociopolítica, porque VOX, que podría ser una esperanza, seguirá siendo un partido rechazado por una masa electoral sectaria o educada en la corrupción y abducida por el adoctrinamiento del antifranquismo sociológico. Algo, por otra parte, a lo que VOX, ese hipotético grupo salvador, no acaba de enfrentarse con habilidad y firmeza. Porque quien se abstiene de lo que no debiera abstenerse, es mejor que se abstenga de todo. Y VOX, que lucha bien por la batalla partidocrática doméstica, se abstiene de luchar por la utopía: «Cuando el pueblo entero practique la verdadera virtud, desaparecerán los hombres hipócritas y los falsos sabios». (Mencio, Cuarto libro clásico)

De ahí que, sin abandonar la fe en VOX, sea la porción minoritaria de ciudadanos activos la que tenga que asumir la exigencia de salvar a la patria. Es imprescindible y urgente que todos los espíritus libres se sumen a la tarea regeneradora, porque la destrucción de España se está acelerando. A la vista está que el actual Gobierno, por mandato imperativo de sus amos, que ven factible su posible y próxima caída, viene agilizando la tarea demoledora. A saber: regularización acelerada de medio millón de inmigrantes, con los efectos de llamada consiguientes (la llegada de pateras a nuestras costas ha aumentado un 510%); asombrosas facilidades para el asentamiento de las mafias narco; degradación y ultraje a la lengua común, priorizando por espurios motivos ideológicos las lenguas regionales y el idioma inglés; devastación del Valle de los Caídos y de su fundamental simbolismo; creación de atmósferas irrespirables y caóticas en las autonomías vasca y catalana y enrarecimiento intranquilizador en la navarra, balear y gallega; ostracismo o acoso abusivo y pertinaz a los discrepantes interiores; putrefacción universitaria y judicial; Fuerzas Armadas adictas a la aberración LGTBI y a sus derivaciones; conversión de la patria en una Sodoma y Gomorra de depravados y libertinos en general, y de depredadores de la infancia en particular; instalación de los comisariados políticos y de la policía política correspondiente; revelaciones, acuerdos oscuros y concesiones de asuntos, materias y resortes cruciales para la seguridad nacional a los enemigos externos; encumbramiento de Gibraltar como colonia, más allá de una abyecta condescendencia y colaboración con la potencia colonizadora de nuestro sagrado y estratégico territorio; enriquecimiento personal y latrocinio desaforado de gran parte de los políticos a la vista de todos y sin que ninguno de ellos acabe penando sus delitos en la cárcel…

La cuestión es que esta recua de antiespañoles y malvados trata de hacer el mayor daño posible y lo hace con la arrogancia que da la impunidad, jactándose de sus delitos, de sus traiciones y de sus humillaciones a la ciudadanía. Se han entregado al demonio en cuerpo y alma, y todo por el maldito dinero y por su maldita hispanofobia. Están esquilmando, arruinando y troceando a España, que da señales peligrosísimas de derrumbe. Actúan como modélicos herederos de los canallas que en los años 30 del pasado siglo se dedicaron torturar, violar y masacrar vesánicamente cuerpos humanos y a incendiar iglesias, bibliotecas y obras de arte. Aman la suciedad, la ruina, la sangre degollada, las zanjas sepulcrales, la negra dinamita, los osarios, la corrupción, la muerte.

Pero España no puede rendirse ni los españoles de bien mirar para otro lado. Es vergonzoso desfallecer bajo la carga. Es síntoma de flaqueza y de mal ánimo rehuir la fatiga en vez de sentir el valor redoblado ante las dificultades. Ningún espíritu crítico ni generoso puede permanecer con los brazos caídos, ni dejarse apresar por el desánimo. España tendrá que cruzar el umbral que la reconcilie con su dignidad, como ya lo traspasó en otras oportunidades, la última de ellas en la gloriosa Cruzada del año 36.

Nuestras generaciones no pueden dejar a sus hijos y nietos la herencia de un derrumbe. Aunque no lo parezca, es fácil acabar con esta amenaza que hoy representan genocidas y ladrones. Todo es cuestión de adquirir al unísono verdadera conciencia del peligro, de presionar y de movilizarse cada minuto, cada hora, cada día… en todas y cada una de las particulares circunstancias que nos rodean. Desvelando trampas, denunciando traidores, distinguiendo lo hipócrita y soez, de lo verídico y excelente.

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Grandes son los hombres y mujeres cívicos y generosos, y ahora pueden saberlo porque la fortuna les da ocasión para que demuestren la virtud. Corresponde a los seres humanos más nobles doblegar bajo el yugo y vencer todas las calamidades y terrores de los mortales. Dijo Séneca que «de todas las cosas que parecen terribles, ninguna hay que sea invencible, habiendo sido ya vencidas por muchos». España volverá a respirar gracias a los brazos de los magnánimos y de los prudentes. Y en su tierra, hermanada y libre, ninguna verdad será proscrita, ningún libro será quemado y ninguna Cruz será demolida. Porque en eso consiste la sustancia de España y su razón de ser.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Observador

«sin abandonar la fe en VOX». Pues no podrá ser ninguna tarea regeneradora porque VOX es parte del sistema liberal y del régimen del 78. Y están muy contentos y se los llena la coca de la Constitución y su defensa. Es decir que las raíces del mal que es esa prostitución no pueden ser las regeneradoras de nada y de ahí nada bueno puede salir. Por sus frutos los conoceréis. Pues esa Prosti en estos 50 años, ya vemos los frutos que ha dado. Querer apagar el fuego echándole leña y defendiendo el fuego como algo bueno es una mala idea que solo nos va a llevar a mayores desastres.

Alvar

El problema de España, es que ya no quedan suficientes españoles, que están además cautivos y desarmados, y para colmo, repudiados por la masa borrega generalizada educada en el progresismo más venenoso.
Se debió actuar a tiempo, pero todo fueron cobardías y traiciones, con alguna excepción, como Tejero.
España no se levantará, otros pueblos lo harán antes. Es triste decirlo pero en 50 años nos hemos convertido en la hez del planeta. Mención especial merece la traición de la jerarquía eclesiástica, infiltrada hasta el tuétano y que trabaja para el Enemigo (con contadas excepciones). Sin su traición sibilina no habríamos llegado a este punto.
1945 fue el principio del fin para todos, hasta que alguien acabe con la cabeza de la serpiente.

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