Siendo muy joven pasé la frontera pirenaica. Lo que más me llamó la atención fue la diferencia de nivel de vida que se veía entre los pueblos españoles y los franceses. Por mi profesión trabajé unos años en Burgos, y también advertí la diferencia que se notaba en los pueblos cuando se pasaba a territorio alavés. El nivel de los pueblos del País Vasco y de Navarra es muy superior al del resto de los pueblos de España y esto se debe a las diputaciones forales.
Se ha oído alguna propuesta de suprimir las Diputaciones Provinciales, me parece no sólo un grave error de organización administrativa, sino que también me parece que es emprender el camino contrario al que nos llevaría a solucionar los graves problemas en que nos ha sumido del llamado “Estado de las Autonomías”
De las 17 Comunidades Autónomas, dejando al margen las ciudades autónomas, 7 son uniprovinciales y en estas la Diputación se transformó por Ley en Comunidad Autónoma. Las comunidades del País Vasco y de las Islas Canarias, están afectadas por la organización de las diputaciones forales en un caso y por el hecho insular que impone la necesidad de los cabildos en el otro.
Por tanto la pretendida supresión de las Diputaciones Provinciales afectaría a 8 Comunidades Autónomas que suponen 38 provincias, que en la actualidad cuentan con un nivel de preparación profesional de los funcionarios y de los medios técnicos y ofimáticos, que permitirían la toma de decisiones en una administración más cercana, resolviendo con mucha más eficacia los problemas de realización de obras y prestación de servicios que en la actualidad, dada la concentración de poder que se ha consolidado en las capitales de las Comunidades Autónomas, mucho más celosas de sus competencias que la anterior Administración Central hasta el punto de que entonces había competencias delegadas a nivel provincial que pasaron a ejercerse por la administración autonómica.
¿Es que ya nadie recuerda la posición de Almería con respecto a la autonomía andaluza? ¿Es que nadie recuerda la pretensión de Segovia o de León, con respecto a la de Castilla y León? ¿Es que a nadie le chirría que para ir a la capital castellano-manchega, los habitantes de Guadalajara tengan que sortear Madrid? ¿Es que nadie se da cuenta de que en Extremadura la provincia de Cáceres se siente siempre postergada ante la de Badajoz? ¿Es que provincias como Alicante, Granada, Málaga o Tarragona no tienen más capacidad para resolver sus problemas, que la que tienen sus respectivas administraciones de la capital de la Comunidad Autónoma?
Seamos realistas. El Estado de las Autonomías no se debe desmontar sino que partiendo de que la administración cercana es siempre más eficaz y justa que la lejana y considerando asimismo que la administración de la riqueza en cada territorio la tienen que dirigir los políticos, es mejor que éstos vivan cerca de sus electores y no alejados. Por ello entiendo que es mucho más razonable traspasar competencias a las diputaciones provinciales, que suprimirlas, y así el nivel de los pueblos de gran parte de España mejoraría y se paliaría el problema de la España vacía, logrando acercar su nivel al que han alcanzado los pueblos de las diputaciones forales, y además suprimir éstas abriría un nuevo y grave conflicto con el País Vasco.
Consecuentemente habría que introducir una modificación de la ley electoral para conseguir que todas las provincias tengan derecho a la elección de sus políticos, igual que lo hacen las 7 comunidades uniprovinciales.
JOSÉ LUIS MONTERO CASADO DE AMEZÚA.
Autor
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Ingeniero Agrónomo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Montero Casado de Amezúa ha desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, como jefe provincial del IRYDA en Cáceres (1981-1985), subdirector general de Coordinación Institucional (2002-2004), director general de SEIASA (2012-2014) o vocal asesor en la Dirección General de Desarrollo Rural (2014-2020), entre otros.
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Totalmente de acuerdo
con José Luis Montero,cómo se nota que ha tratado con la población rural, conoce sus fortalezas y debilidades, sus necesidades, en definitiva lo que supone disgregar estas instituciones, que hace más mal en todos los aspectos que bien, aunque algunos consideren todo lo contrario, pero es lo que tiene el desconocimiento.
Bien explicado, José Luis.