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Revista del Cuerpo de Seguridad en Barcelona (1909)

 La situación de grave postración y descrédito internacional en el que estaba sumida España desde la pérdida de las últimas colonias ultramarinas en 1898 tuvo sus ecos en todos los estamentos de la sociedad española y por tanto la vida de la nación se convirtió en un fiel reflejo de aquella situación de desesperanza y crispación. Los Cuerpos integrantes de la Policía Gubernativa no podían ser una excepción; al iniciarse el siglo XX la realidad de la Policía era poco menos que lamentable en todos los sentidos. A la característica falta de medios materiales había que añadir la manifiesta escasez de personal. Así, el Cuerpo de Seguridad se encontraba tan solo desplegado en Madrid, en tanto que el de Vigilancia estaba presente, al menos testimonialmente ya que sus efectivos eran irrisorios, en las más importantes ciudades de España; todo ello obligaba a los Gobernadores Civiles respectivos a tener que echar mano bien de la Guardia Civil bien del Ejército para resolver cualquier alteración del orden público que se plantease en sus demarcaciones.

Esta apreciación sobre la situación policial era pública y notoria, basta con echar un vistazo a la prensa de la época para comprobarlo; por ejemplo, «la Nación militar» en su número 135, correspondiente al 28 de julio de 1901, página 229, es demoledora al referirse a este asunto «… las fuerzas de Orden Público y los Cuerpos de Seguridad apenas se ven en provincias, como no sea representados por algún guardia mal trajeado y sucio, que antes inspira lástima o asco que respeto. El Cuerpo de Seguridad de Madrid es ya el obligado objeto de chunga en toda obra del género chico, y lealmente por su organización y reclutamiento puede servir para bien poca cosa».

Comentarios como el mencionado podrían calificarse de subjetivos, incluso de tendenciosos, por ello hemos recurrido, para avalar lo antedicho, a un dato mucho más objetivo que una simple crítica plasmada en un periódico, como es el despliegue de los Cuerpos integrantes de la Policía Gubernativa a fecha de julio de 1902, tan solo dos meses después de haber sido coronado como Rey S.M. D. Alfonso XIII (17 de mayo), año en el que centramos el presente trabajo.

Para una población como Madrid, con un censo en el año 1900 de 539.835 habitantes, de acuerdo con los Presupuestos generales de 1902, se disponía, en lo que se refiere al Cuerpo de Seguridad, de un coronel jefe del Cuerpo, un comandante, seis Capitanes, 15 tenientes, tres Sargentos primeros, 10 Sargentos segundos, 25 Cabos primeros, 30 Cabos segundos, 100 Guardias de primera y 871 de segunda; por su parte el Cuerpo de Vigilancia estaba formado por 14 Delegados, 12 Inspectores de primera, 12 de segunda, 21 de tercera y 30 de cuarta, así como 150 Vigilantes de primera y 200 de segunda que prestaban servicio con uniforme compuesto de guerrera y pantalón negros con vivos verdes y teresiana negra, sable y revolver, ostentando los Vigilantes de 1ª los galones de Cabo; a este personal se le autorizó a vestir de paisano desde 1910.
Barcelona, con una población de 533.000 personas, contaba exclusivamente con efectivos del Cuerpo de Vigilancia disponiendo de un total de 9 Inspectores y 207 Vigilantes, aunque sí es cierto que con fecha 31 de diciembre de 1901, un Real Decreto preveía la creación de cinco Compañías del Cuerpo de Seguridad con una dotación de unos 600 hombres; Valencia, con 213.550 habitantes, tenía una plantilla de 6 Inspectores y 86 Vigilantes; en Málaga, con 130.109 almas, prestaban servicio 6 Inspectores y 87 Vigilantes; Sevilla, con 148.315, 5 Inspectores y 107 Vigilantes; Zaragoza, con 99.118 habitantes, 3 Inspectores y 52 Vigilantes; Granada, con 75.900, 5 Inspectores y 43 Vigilantes; La Coruña, con 43.971 habitantes, contaba con 3 Inspectores y 26 Vigilantes, por citar algunas de las ciudades más importantes en las que el Cuerpo de Seguridad todavía no se encontraba desplegado.

Para más abundamiento, de todo el personal teóricamente presente en las plantillas referidas hay que detraer aquel que por encontrase destinado a otros cometidos no operativos (ordenanzas, escribientes, etc.) no prestaba servicio de calle lo que todavía reduce más la entidad de fuerza útil para prevenir y, en su caso, reprimir la comisión de hechos delictivos.

Sin embargo, la situación más alarmante era la de Barcelona, cuya población, contando la flotante, superaba los 600.000 habitantes, incluso mayor que la de Madrid. A esto hay que añadir que la ciudad, bien por su pujante industria, bien por su situación geográfica, era frecuentada por todo tipo de delincuentes, estafadores, anarquistas, etc., venidos tanto de otras partes de España como del extranjero, provocando, como es lógico, un considerable aumento de los índices de criminalidad.

El diario “El Globo”, en su edición del 12 de febrero del citado 1902, describe perfectamente la situación en la que se encuentra a esa fecha la Policía en Barcelona. “Solo hay en esta importante capital 207 guardias para el servicio de vigilancia, y aun ese exiguo número resulta ficticio, pues 31 de aquellos desempeñan destinos indispensables de escribientes y ordenanzas; tres se hallan en Madrid en el Ministerio de la Gobernación; 13 están dedicados a la Sección de Hacienda; 17 hay enfermos, más bien por el exceso de servicio que por otra cosa; uno está fijo en la Administración de Correos; dos en el Banco de España; otros dos en los Consulados; siete en la Estación de Francia; seis en la del Norte; otros seis en los muelles; 10 de guardia por el día y 10 por la noche en el Gobierno Civil y cuatro para recoger notas de las denuncias presentadas en los cuartelillos de la Guardia Municipal. Estos 112 agentes no pueden dedicarse a otra cosa”.

El mismo periódico continúa: “Además hay nueve vacantes. De modo que para los demás servicios quedan 86 hombres, de los cuales hay 40 de uniforme custodiando las fábricas donde trabajan obreros del arte metalúrgico, y 20 de la ronda secreta dedicados a lo mismo, para evitar coacciones de los huelguistas. Restan, por tanto, 26 guardias para el servicio de trece teatros, para las reuniones que diariamente se celebran, para las plataformas de los tranvías, para llevar citaciones a los Juzgados, para capturar ladrones, y para vigilar, en fin, todo Barcelona”.

Pese a la crítica situación policial radiografiada por “El Globo”, el articulista reconoce los méritos de la plantilla a la par que pone de relieve el grado de conflictividad de la ciudad: “Si algo puede extrañar, es que esos 26 hombres, durante los últimos meses de diciembre y enero hayan practicado, además de los servicios ordinarios, 420 detenciones de timadores y ladrones de todas clases, que han ingresado en la cárcel».

En este escenario nada halagüeño, el 14 de febrero de 1902 estalla en Barcelona una huelga general motivada por la crisis generada por la reconversión de la industria catalana tras la pérdida de las últimas colonias ultramarinas. Pese a no tratarse de una acción sindical de gran envergadura se producen importantes desórdenes que provocan un total 12 muertos y 44 heridos graves – hay algún autor que eleva estos números a un centenar de muertos y 300 heridos -, así como la práctica de 500 encarcelamientos, tras los graves sucesos a los que tiene que hacer frente el Ejército, la Guardia Civil y el Somatén. Consecuencia de esta situación, el día 17, el Gobierno, decreta la suspensión de las garantías constitucionales que no se restablecerían hasta principios de 1903.

Ante este panorama, en agosto del citado 1902, sin esperar a dar cumplimiento a lo dispuesto en el Real Decreto de 31 de diciembre de 1901 ya mencionado, el Ministerio de la Gobernación, bajo la dirección de Segismundo Moret, comienza a barajar la posibilidad de enviar inicialmente un contingente del Cuerpo de Seguridad de la guarnición de Madrid a la ciudad Condal que, además de servir como refuerzo a las demás fuerzas presentes en la ciudad, constituiría el germen de este Cuerpo en Barcelona; a tal fin, el Gobernador Civil remite escrito a todas las Delegaciones solicitando voluntarios entre el personal destinado en las Compañías de la plantilla de la Capital, indicando que percibirán el doble del sueldo habitual en concepto de plus por desplazamiento fuera de su destino.

Revista del Cuerpo de Seguridad en Barcelona

De este hecho se hace eco “El Heraldo de Madrid”, que en su edición del 13 de agosto de 1902 filtra como información oficiosa el posible desplazamiento de efectivos del Cuerpo de Seguridad fuera de Madrid, recogiéndolo como noticia: “Desde hace dos o tres días notase bastante movimiento entre los individuos que componen el Cuerpo de Seguridad, algunos de los cuales se preparan para emprender un viaje. La causa ha sido unas citaciones pasadas desde el Gobierno Civil a las Delegaciones de Vigilancia de los diez Distritos de Madrid, que tienen por objeto formar una expedición de 150 Guardias, que irán a Barcelona. Al frente van un Capitán y tres Oficiales”.

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El mismo periódico prosigue con su breve relato: “Los Guardias llevarán equipo completo, fusil, cartucheras, etc., disfrutando de una gratificación o un sobresueldo. Son preferidos los Guardias jóvenes y solteros, sin duda previniendo el caso de que sea preciso pegar (sic). Sabemos que se han presentado algunos voluntarios para la expedición. Dícese que esta saldrá de Madrid dentro de muy pocos días”.

Tal vez por la premura en la toma de la decisión o por otros motivos, lo cierto es que el Ministerio de la Gobernación no disponía, en ese instante, del presupuesto necesario para asumir los costes que iba a generar el desplazamiento y estancia de un contingente como el descrito fuera de la Capital, necesitando la concesión de crédito o una ampliación de presupuesto para atender tal fin. Esta carencia de recursos obligó al Gobernador Civil de Madrid a comunicar a los Guardias inscritos como voluntarios que se desplazarían, al menos en un principio, con el mismo sueldo que venían percibiendo hasta la fecha.

No debió, como es lógico, ser acogida con agrado esta decisión ya que según señala el diario “El Liberal”, en su edición correspondiente al 14 de agosto, todo el personal que se había presentado como voluntario solicitó fuese eliminado de la lista, provocando que el Gobernador prometiese la cantidad de 5 reales en concepto de plus, lo que en la práctica venía a suponer la mitad de su haber. Esta medida no logró tampoco el ansiado resultado que se tradujo en la falta de personal voluntario para el traslado, comenzando a alzarse voces que entendían que lo más lógico sería organizar el Cuerpo directamente en Barcelona, como estaba previsto, en lugar de detraer de Madrid a 150 hombres lo que provocaría, además del malestar entre el personal afectado, una merma importante de efectivos dada la escasa cantidad habida en Madrid.

Tomada de manera firme la decisión, el Consejo de Ministros del 8 de septiembre aprueba, a propuesta del Ministro de Hacienda, la concesión de un crédito extraordinario al de la Gobernación por un importe de 29.839 pts., destinado al envío y estancia, durante el resto del ejercicio económico, de una fuerza expedicionaria de 150 Guardias de Seguridad con destino a Barcelona; igualmente el Ministro de la Gobernación determina la remisión a la ciudad Condal de un contingente formado por 450 Guardias Civiles pertenecientes al 14º Tercio, también con base en la Capital de España.

En cuanto al Cuerpo de Seguridad, la salida de la fuerza quedó fijada en principio para el sábado 13 de septiembre, si bien por problemas de última hora tuvo que ser retrasada.

Ultimados los preparativos, designado el cuadro de mandos y la composición de la fuerza expedicionaria, a las órdenes del Comandante Taulet, en la mañana del 11 de septiembre la fuerza es revistada, lo que no pasó inadvertido para la prensa madrileña. «El Heraldo de Madrid», en su edición vespertina del mencionado día 11 señala: «Esta mañana han sido revistadas en el frontón Central las fuerzas del Cuerpo de Seguridad que han de marchar á Barcelona. El número de guardias que componen la expedición es de 150, escogidos entre los de Madrid por el coronel Morera, que ha tenido en cuenta, después de alistar a los voluntarios, las condiciones más favorables de los guardias, prefiriendo los que son solteros y los que han ingresado desde Mayo á la fecha en el Cuerpo».

El citado diario prosigue: «Se nos asegura que entre los que se van hay muchos que han sido obligados a ello contra su deseo. En la revista de hoy se han presentado todos completamente equipados y dispuestos a marchar de un momento a otro. Llevan como premio un aumento diario de una peseta por plaza. Probablemente serán alojados en algún edificio público de Barcelona habilitado al efecto».

Sin embargo, el envío de esta fuerza no fue bien acogido por la prensa de la Capital quien, desde los primeros momentos, adoptó posturas críticas con respeto a su marcha al presumir que redundaría en perjuicio de la seguridad de la Corte. Así, la «Correspondencia de España» en las páginas de su número del 13 de septiembre señala: «A consecuencia del envío de guardias de orden público a Barcelona, han dejado de prestar servicio en el Juzgado de Guardia las dos parejas del Cuerpo de Seguridad que venían haciéndolo alternativamente. Como el servicio de conducción de presos ha de hacerse dos veces al día, y además de esto los mencionados guardias desempeñan en el Juzgado funciones de agentes a las órdenes del juez, nos parece este servicio de bastante importancia para que haya sido suprimido tan de raíz. Suponemos habrá otros servicios especiales menos atendibles que el del Juzgado de Guardia». 

Pese a todo, el día 15, tras despedirse el Ministro de la Gobernación, Segismundo Moret, sale para Barcelona el Comandante Taulet acompañado de un Oficial, probablemente el Teniente Pangua, constituyéndose en comisión aposentadora, a la espera que seguidamente lo haga el Capitán Araguas con el resto de los Oficiales y los 150 Clases y Guardias que componen la expedición. 

Por su parte, el día 17, día de llegada a la ciudad Condal del Comandante Taulet y su acompañante, el Gobernador Civil de Barcelona se reúne con el Delegado de Hacienda para tratar de habilitar el local de la Antigua Aduana como alojamiento de las fuerzas.

El periódico barcelonés «La Vanguardia», en su edición correspondiente al 19 de septiembre, adelanta ya la inminente llegada de la fuerza a la ciudad: «De un momento a otro deben llegar a Barcelona los 150 agentes del Cuerpo de Seguridad de Madrid, destinados a esta capital, para servir de base a las cinco compañías que aquí han de formarse.

Los agentes, mandados por el Comandante señor Feliu (sic), el Capitán señor Araguas y cuatro tenientes, forman una compañía de ejército en pie de guerra, dividida en tres secciones. Desde la estación de Francia se dirigirán, formados, al cuartel que se les designe, en el que se establecerá la guardia de prevención reglamentaria.

De entre estos 150 agentes se sacarán los que han de cubrir las plazas de rancheros. Al comandante señor Feliu (sic) se le ha preparado su habitación en el primer piso del Gobierno civil, donde se hospeda desde anteayer. Aun cuando no hay nada resuelto todavía, créese que el servicio lo harán los agentes del Cuerpo de Seguridad, en combinación con los de Vigilancia, por Secciones de 50 individuos, que se distribuirán entre los distritos».

Finalmente, a las siete de la mañana del día 24 de septiembre, por vía férrea, sale para Barcelona la expedición, noticia que oficia por telefonema el Coronel Morera, jefe del Cuerpo de Seguridad de Madrid, al Comandante Taulet. 

La prensa, en sus ediciones correspondientes al 25 de septiembre, aunque con alguna inconcreción, se hace eco también de esta noticia señalando que «ayer á las siete de la mañana salieron de Madrid con dirección á Barcelona los 140 (sic) guardias del Cuerpo de Seguridad destinados a cumplir el servicio de vigilancia en la capital del Principado. Vestían los guardias el uniforme que llevaban en Madrid -guerrera con hombreras blancas y pantalón, ambos de color tina oscuro; botones blancos con el emblema del Cuerpo y la cifras «CS»; teresiana con escarapela con los colores nacionales, sujeta por una presilla de hilo blanco, y debajo en número del usuario; cordón para el revólver de pelo de cabra negro; arma reglamentaria; sable y correaje- , y por añadidura carabina Remington, cartuchera y bayoneta. Ocupó el ejército expedicionario cuatro departamentos de tercera clase. Al partir el tren hubo abundantes lágrimas de las mujeres y los hijos de los guardias que se ausentaban. En los andenes fueron despedidos los guardias por los jefes del Cuerpo do Seguridad de Madrid».

La carabina «Remington» a la que hace referencia la noticia es la denominada «modelo 1871» de retrocarga, declarada como arma larga individual única para todo el Ejército por una Orden de 26 de enero de 1875. Sus principales características son las siguientes: longitud total, 1,315 m.; longitud del cañón, 0,940 m.; peso, 4,200 kg. y calibre 11 mm. Esta carabina fue reglamentaria en el Ejército hasta que en 1895 comenzó a ser sustituida por el mosquetón Mauser español modelo 1893. En cuanto a la bayoneta a buen seguro debería tratarse del modelo «Trubia», recta y pavonada, de 54,5 cm. de longitud.

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Como dato anecdótico señalar, además de que la Compañía estaba mandada por el Capitán Araguas, llevando como Oficiales subalternos a los Tenientes Bravo y Alastuey, de los 150 Clases y Guardias, 3 de ellos Sargentos y 13 Cabos, faltaron tres Guardias a lista y otro llegó cuando ya había salido el convoy, partiendo los cuatro por la vía férrea al día siguiente para incorporarse a su nuevo destino.

A las 13,30 horas, del día 25, en el tren mixto procedente de Madrid, desembarcaron en la estación barcelonesa los 150 Guardias, con sus respetivos oficiales. «La Vanguardia» refiere esta llegada en su edición del día siguiente: «En el tren mixto de Madrid llegaron ayer, a la una y media de la tarde, los 150 guardias del Cuerpo de Seguridad que han de prestar servicio en esta capital. Inmediatamente se dirigieron al edificio de la antigua Aduana, donde les recibió el comandante de dicho cuerpo, don Federico Taulet. Formaron luego dos filas en el patio, llevando cada uno su fusil, sistema Remington, y bayoneta. 

Avisado de la llegada el gobernador civil, se presentó en el indicado patio y dio la bienvenida á los guardias, saludando a los oficiales que los mandan y dándoles algunas instrucciones. Además, les recomendó que observen una conducta ejemplar, procurando adaptarse a las costumbres de la tierra en que desde hoy viven, haciendo lo posible por captarse las simpatías de todos, y siendo, según una frase del ministro de la Gobernación, jueces de paz en las cuestiones en que habrán de intervenir.

Dichos oficiales son el Capitán don Antonio Araguas, y los primeros Tenientes don León Bravo, don Juan Alastuey y don Escolástico Pangua. Con los guardias han llegado tres Sargentos y 13 Cabos».

A los dos días de su llegada a tierras catalanas, el día 27, prestan el primer servicio en teatros y otros espectáculos públicos y en fechas siguientes, en la prensa, aparecen las reseñas de las primeras detenciones practicadas por este contingente.

A la par, con el fin de completar el personal que debería integrar las cinco Compañías previstas dentro del despliegue de Barcelona, se comunica que todos los interesados en formar parte de esta fuerza deberán remitir instancia al Gobierno Civil de Madrid, siendo esta la Autoridad encargada de atender las peticiones, dando preferencia a los integrantes de la fuerza expedicionaria que, a la finalización de la comisión de servicio, manifiesten su voluntad de permanecer en la ciudad Condal. 

Sin embargo, en Madrid, las críticas referidas a esta decisión no cesaron en los meses siguientes y así, «El Imparcial», en sus columnas de la edición del 2 de noviembre dice: «Madrid carece de elementos de seguridad personal, no por culpa del gobernador Sr. Barroso, sino por la escasez y pésima organización de los servicios policiacos, por haber enviado á Barcelona parte considerable del exiguo Cuerpo de Seguridad, por hallarse servicios tan importantes a merced de las influencias que eligen para desempeñarlos, no a los más aptos, sino a los mejor recomendados». 

De nuevo, el día 5 siguiente, este mismo diario insiste sobre el mismo asunto: «En lo que atañe a Madrid, el inútil envío de 150 guardias de seguridad a Barcelona ha disminuido de tal manera el número de aquellos agentes, que se recorren muchas calles de Madrid sin encontrar ni a uno solo de ellos. Basta conocer un dato. ¿Sabe el lector cuál es el número de guardias de seguridad que prestan servicio en la vía pública? Pues el distrito en que más guardias hay para tal servicio no pasan de seis u ocho. Con tales elementos, habrá que repetir la frase del ilustre sainetero: verdad que son muy honrados los ladrones de Madrid”.

Finalmente, añadir que, en octubre de ese mismo año, 1902, la prensa catalana (La Vanguardia 3 de octubre) refirió el proyecto del Gobierno de dotar a Barcelona de una plantilla del Cuerpo de Vigilancia similar a la existente en Madrid lo que supondría, en la práctica, un incremento importante de efectivos.

Volviendo al Cuerpo de Seguridad, decir que no debieron poder atenderse, al menos con la premura deseada, las expectativas iniciales en lo referente a la instalación de una fuerza de 600 hombres del Cuerpo en la capital catalana ya que un Real Decreto de octubre de 1905 aprueba la plantilla de personal y material para la instalación en Barcelona de una Unidad del Cuerpo de Seguridad cuyos efectivos son sensiblemente inferiores a los previstos inicialmente, quedando establecidos en un Comandante con una gratificación anual de 2.160 pts.; cuatro Capitanes con una gratificación de 1.800 pts. cada uno; ocho Tenientes a razón de 1.050 pts.; ocho Sargentos con un haber anual de 1.425 pts.; 16 Cabos a razón de 1.325 pts. de sueldo cada uno; 40 Guardias de 1ª a 1.250 pts. y 336 Guardias de 2ª a razón de 1.000 pts. de sueldo al año. Todo ello hace un total de 413 hombres con unos gastos anuales de 436.360 pts.

Sea como fuere, el envío de esta fuerza expedicionaria constituyó el embrión de lo que sería posteriormente el Cuerpo de Seguridad en Barcelona o lo que es lo mismo del Cuerpo uniformado de la Policía Gubernativa de la que el Cuerpo Nacional de Policía es heredero como lo es también del de Vigilancia presente ya, por aquellas fechas, en la ciudad Condal.

Eugenio Fernández Barallobre

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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