23/11/2024 10:54

El Opus Dei llegó a tener 12 de sus miembros sobre 19 en el gabinete de Franco. Cuando el Caudillo nombró por primera vez ministro a un miembro del Opus, Escrivá de Balaguer exclamó, eufórico ante sus fieles: “Nos han hecho ministros”. El ver a tantos hijos suyos encumbrados le halagaba y se convirtió en componente de una creciente megalomanía. En uno de aquellos encuentros multitudinarios en Pamplona, cuando los hombres de la Obra se acercaban a vitorearle y besarle las manos, siempre tenía un rato para los importantes: «A ti un beso, por ser director general, a ti dos por ser subsecretario”. La cosa llegó a tanto que impuso como ritual, en el Congreso General del Opus de 1956, además del rodillazo que había que dar en su presencia, una nueva disposición: hizo cumplir que cada vez que llegara a España, le fueran a esperar, junto a las autoridades de la Obra, todos los ministros de Franco pertenecientes a ella. Y aquello, que no tenía mayor importancia cuando llegaba en avión, siempre recibido en la sala VIPs, resultaba un tanto chocante cuando venía por carretera.

Franco y el CSIC

La relación Opus-franquismo se puede entender por su común origen: Balaguer era judío converso y Francisco Franco Bahamonde descendía de judíos sefardíes. Los tecnócratas del Opus infiltrados en el nacional-catolicismo franquista, poderosa masonería blanca y mafia política, tenían como única finalidad apoderarse de todos los resortes del poder. Una tecnocracia vestida de tradición. Franco, rodeado de ingenieros, científicos y curas buscó la redención de un país que salía roto de la guerra civil. La investigación científica y técnica fue un elemento constituyente de su régimen. En 1937, ya posaba Balaguer, en la iglesia de Andorra la Vella, al lado de Miguel Fisac Serna cuyo sueldo como arquitecto estrella iba a parar a la Obra. Seis de los 7 miembros de este grupo de fundadores del Opus (jóvenes profesionales de clase media: ingenieros, químicos, médicos, profesores) ocuparon puestos de relevancia estratégica en los primeros años del Estado franquista.

La fundación en 1939 del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) fue clave para la expansión del credo de Escrivá. Marcó el fuerte desarrollo del Opus. Estos jóvenes inspiraron la nueva edición del “Camino” y la colaboración CSIC-Opus dio como resultado un catolicismo abiertamente capitalista e industrializador. Se trató de una co-evolución entre laboratorios de investigación científica pertenecientes a la Iglesia y la construcción de iglesias que funcionaban como laboratorios. La meta del CSIC fue muy clara: fomentar la investigación para llegar a la independencia económica de España.

El secretario general y principal impulsor del CSIC fue José María Albareda Herrera, químico y sacerdote desde 1959, vinculado al Opus desde 1937. Actualmente en el Campus del CSIC (calle Serrano) está su escultura, además del nombre de Antonio de Gregorio Rocasolano, vicepresidente del CSIC en 1940, antepasado de la reina Leticia. El Instituto de Química-Física del CSIC fue sucesor del fundado en 1932 (gracias al apoyo económico de la fundación Rockefeller), centro científico puntero hasta la Guerra Civil.

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Paquita, la ranita culona

En 1937, Balaguer escribió una carta al general en la que le animaba a continuar la lucha contra los republicanos. En 1940 se reunieron en Burgos y a partir de allí el Opus recibió pleno apoyo de Franco, siendo reconocido oficialmente por el Estado. En 1943 fue nombrado capellán del ejército y en 1946 predicó unos Ejercicios Espirituales al Caudillo (y su mujer) en el Pardo, antes de irse a vivir a Roma. Fue su confesor y recibió dos condecoraciones por parte del extinto caudillo, siendo designado Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Los ejercicios espirituales estaban especialmente organizados para altos cargos del estado.

En 1952, durante la inauguración del Pantano del Ebro, Franco habló en un discurso del poder de la tecnología. Uno de los motes de Francisco era “Paco la Rana” porque iba saltando de pantano a pantano para inaugurarlos. En pocas décadas, se construyeron más de 350 presas. Es obvio que los proyectos no se le ocurrían al Jefe del Estado y que detrás estaban los tecnócratas. No eran los ingenieros de Franco, sino los ingenieros que construyeron a Franco y la imagen que tenemos de él. Es impresionante encontrarlos no solo diseñando políticas industriales, sino ejerciendo de diplomáticos con pactos secretos para comerciar el uranio o llevando negociaciones para el futuro de la soberanía del Sahara en términos de reservas mundiales de fosfatos.

En 1957 Franco puso a 3 tecnócratas miembros de la La Obra en su gobierno, los cuales sostuvieron un rápido crecimiento del capital para llegar al milagro económico sesentero: a Alberto Ullastres Calvo​ (ministro de Comercio) que viajó a Washington en busca de apoyo de Estados Unidos (FMI), a Mariano Navarro Rubio (ministro de Hacienda) que fue el principal propulsor del Plan nacional de Estabilización Económica y a Laureano López Rodó (ministro de Asuntos Exteriores). Del ascenso de López Rodó, lo que asombra fue la rapidez. Los años 53-56 coincidieron con la expansión de las sociedades auxiliares de la Obra en las que socios numerarios y supernumerarios se ejercitaban en el conocimiento del comercio internacional. Balaguer granjeó asimismo la simpatía de Luis Carrero Blanco, que fue invitado a la residencia del Opus en Santiago, «La Estila».

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Proyectos varios

De la mano de García Moncó llegó Gregorio López Bravo, supernumerario que hizo una larga carrera política en el franquismo y luego en las finanzas y que, hasta su muerte, presidió el Instituto de Educación e Investigación del Opus (IEI) que tanto renombre consiguió después, como entidad puente en los donativos del grupo Rumasa (el imperio de la abeja) hechos al Opus Dei. Los planes de estabilización auspiciados por los ministros opusinos terminaron favoreciendo a las empresas de José María Ruiz Mateos (supernumerario del Opus desde 1963), el cual recibía instrucciones de Pablo Bofia de Cuadras, uno de los financieros en el seno de la Obra. Ruiz-Mateos aportó hasta 45 millones de euros a las arcas del Opus. El Opus se introdujo en la administración pública, la fiscalía, la justicia (desde los tribunales, servía para eliminar a sus rivales).

Finalmente, a la muerte del caudillo, a pocos meses de fallecer también Escrivá, para que el poder político-financiero no cambiara de manos, la nueva promoción de políticos de derechas llegaba directamente de la cúpula franquista. La puerta giratoria tan habitual en el franquismo ha continuado siendo una tradición en la España democrática. Hasta 43 ministros de la dictadura se convirtieron en destacados ejecutivos del sector bancario puesto que el Estado franquista y la gran banca formaban parte de una misma voluntad que giraba y giraba y siempre caía en las mismas manos.

OPUS y PSOE

Escrivá era franquista convencido pero era también monárquico y estaba a favor de que, después de Franco reinase Juan Carlos, al que tuvo ocasión de tratar más tarde en Roma. Una asociada del Opus Dei, Laura Hurtado de Mendoza fue nombrada secretaria de la princesa Sofía. Escrivá también permitió que otros socios de la Obra cortejasen a la rama de los Borbón Parma. En la Universidad de Navarra, un grupo, caracterizado por su carlismo, agasajó a la princesa Teresa de Borbón.

Hoy, en diciembre del 2023, seguimos con el control de la Obra, encargada en Ferraz de dirigira los católicos cuando rezan el rosario, sobre todo si recordamos que en el nº 16 de la calle Ferraz, se encontraba la Residencia DYA, primera labor apostólica corporativa del Opus.

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Claire Gruie
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Daniel Antonio Jaimen Navarrete

Da igual el contenido, es el continente. Da igual el Opus que la masonería o las redes organizadas de influencias de un sesgo político u otro. Da igual López Rodó que Irtene Montero. Es la misma explotación y encumbramiento urdidos. En el fondo, se trata de una arquitectura perversa que se apoya sobre la debilidad y la falta de criterio moral de las piltrafas de pseudoindividuos que componen eso que, por lo visto, se llama sociedad. Un individuo fuerte y noble mantiene su independencia a capa y espada y prefiere hacer valer sus méritos, en lugar de someterse a jerarquías ocultas o a trapicheos de favoritismos. Un individuo noble y fuerte se expresa con libertad, haciendo honor a la verdad o la justicia en la que él crea. He presenciado en mi vida este execrable fenómeno en diversas situaciones y lugares. Desde las iglesias protestantes que le insinúan a uno que podrá vender sus servicios a sus miembros si asiste a sus reuniones a los que quieren propiciar una conversión al islam con la engañifa de que podrá viajar al golfo y disfrutar de oportunidades reservadas. En el caso del Opus o en el caso de la Iglesia del Pueblo del «reverendo» Jones, la debilidad y la inseguridad de las personas es la que es explotada para sacarles lo que se les pueda sacar. La confusión de los motivos, la falta de introspección de los integrantes y la ofuscación torpe son clave. La deshonestidad inherente y prevalente en estas prácticas sectarias ha conseguido que una muy buena parte de la población ya vea con repugnancia a la Iglesia. Una «sociedad» de acólitos donde condena al ostracismo a los no «humildes», sólo puede general caos moral a largo plazo como el que vemos estupefactos hoy. Un sistema social insidiosamente coactivo, sutilmente o no, sólo genera masas despersonalizadas sin voluntad propia. Del gregarismo católico español franquista al covidianismo sólo hay un paso porque no es el contenido sino el proceso y el continente.

Simplicio

El gusto morboso por mezclar datos como bolas de titiriteros da resultados grotescos.
Así que los católicos de Ferraz son dirigidos por el Opus porque hubo una sede del Opus en el número 16.
Y el Régimen de Franco es como la Democracia actual por obra y gracia del Opus Dei.
Conclusiones grotescas. O gruiescas, de Pero Gruyo.

Simplicio

De la noche al día también hay un paso, pero son todo lo contrario.

Daniel Antonio Jaimen Navarrete

Apuesto a que, por perfil psicológico, la mayoría de los devotos se han fuckunado. No hay conexión material entre el credo católico y el credo globalista pero es el proceso de sumisión acrítica, cobarde o acomodaticia.

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