21/11/2024 14:54

Apenas repuestos de las fieras y veloces ofensivas mundialistas, en los campos de la perversión de costumbres (léase LGTB+), aborto/eutanasia, deuda financiera, “pandemias” y cambio climático (antes calentamiento global), ahora el caballo de la guerra campa desbocado en varios frentes.

No es cosa nueva, y solo hay que pensar que en nuestra antigua provincia nº 53 (Sáhara Español), prácticamente Marruecos la hace desde 1976, eso sí con todos los apoyos o impulsos sajones, sionistas, de la Unión Europea y, mal que pese, de la ONU. Pero ahora llevamos dos años de guerra en Europa, casualmente promovida por los mismos actores en la sombra anteriores. Y no conformes con ello, ahora Israel está masacrando a sus conciudadanos inmisericordemente, provocando un unánime sentimiento de odio en el mundo musulmán, precedente, sin duda, de un conflicto a mayor escala. ¿Lo veo yo solo o alguien más tiene la sensación de que un oscuro ente no deja de tirar cerillas para que prenda el incendio global? ¿Tiene esto algo que ver con las famosas cartas del gran maestro de la masonería Albert Pike al no menos grande hermano.·. Mazzini en 1871? (cartas antaño expuestas en British Museum y hoy ocultadas, pero que fueron copiadas y publicadas por William Guy Carr).

Pero quiero centrarme en la comedia mediática, escandalosamente repetida, montada alrededor de la declaración de guerra del estado israelí contra los palestinos de la Franja de Gaza (principalmente), represalia del ataque de Hamás del 7 de octubre. Resaltando que los mismos son súbditos, en la práctica, del mismo estado israelí, por ocupación tras varias guerras (1937, 1948, 1967 y 1973, etc); ocupación mantenida desde hace casi 50 años en contra de las débiles y fariseas resoluciones de la ONU, y a pesar de la falacia de la retirada israelí de aquel territorio en 2005.

Para empezar, por supuesto que trato y creo distinguir perfectamente entre Sionismo y Judaísmo; entre asquenacís (jázaros), sefardíes y mizrajíes (los oriundos del Magreb, fundamentalmente Marruecos, Siria, Yemen e Iraq, que constituyen casi la mitad de la población de Israel y su proletariado); semitas y arios (o “de color”); judíos ortodoxos toránicos, talmúdicos, mesiánicos (“Judíos por Jesús”, más de 10.000 en todo Israel) y ateos/agnósticos; y, en fin, ciudadanos/habitantes del Estado de Israel, palestinos o no. Y que puede que lleve sangre judía en mis venas, de lo que me enorgullecería, especialmente porque esos antepasados se habrían convertido al cristianismo. Dicho sea para que nadie se confunda y no se me mal interprete.

Volviendo a Gaza, por supuesto que hay que tener en cuenta la previa acción de Hamás, pero también el que, de hecho, la Franja de Gaza es un campo de concentración sometido a la asfixia económica y a casi continuos bombardeos a sus ciudades, incluso con fósforo blanco (es aterrador ver sus efectos). Por otra parte, mucho se podría decir de la presiones directas e indirectas, de israelíes y otros actores, sobre Hamás, impulsando su ataque y, aparentemente, dejándole hacer con facilidad; no es de recibo que ni el Mossad (https://www.nytimes.com/es/2023/12/01/espanol/israel-plan-hamas-ataque.html) ni la CIA ignoraran todo sobre los preparativos palestinos, y tampoco que el poderoso ejército hebreo cediera al ataque.

El Estado de Israel ha tomado ese ataque como la excusa perfecta para la guerra de aniquilación, por casi todos los medios (habla incluso de bombas atómicas, que todo el mundo reconoce que posee y nadie censura, si Irán interviene), que está llevando a cabo en una de las zonas más pobres y densamente pobladas del Mundo. Guerra que Israel justifica por ser contra el “Terrorismo”.

 

Los antecedentes condicionantes

El pecado original parte de más atrás.

Nos dice la Biblia que el pueblo hebrero, por sus reiterados y graves pecados, fue sometido a muchos castigos divinos, destacando las deportaciones del siglo VIII aC. (reino de Israel a Asiria) y VI aC. (reino de Judá a Babilonia). Liberado por el rey persa Ciro el Grande (en 537), habiéndose diluido entretanto “las tribus perdidas de Israel”, tras la Crucifixión de Nº.Sor., en el año 70 dC la mayoría de los hebreos fueron expulsados de Tierra Santa por los romanos (en realidad fueron tres las “Guerras Judías”, la 1ª entre los años 66 y 73, la 2ª en 115-117, fundamentalmente en las ciudades de la diáspora, y la Revuelta de Bar-Kokhba, entre los años 132 y 135, al final de la cual el Emperador Adriano cambió hasta el nombre de la zona por “Siria-Palæstina” y los judíos supervivientes quedaron muy reducidos y dispersos. Esta situación continuó, en la práctica, hasta el siglo XX, aunque reducidísimas minorías judías permanecieran en Palestina, recordando la historia que facilitaron la entrada en la Jerusalén bizantina de las tropas del Imperio Sasánida (persa) en 614, así como que promovieron y participaron en la gravísima persecución religiosa posterior, con el resultado final de casi 90.000 cristianos muertos y la Cruz de la Pasión llevada como trofeo a Persia.

Muchas comunidades hebreas se asentaron en el Oriente no cristiano y, precisamente entre ellas, y de la pretérita contaminación del destierro en Babilonia, surgió la deriva religiosa que culminó en el Talmud, explicación de La Ley que nada tiene que ver con la Mosaica.

Durante los 20 siglos de la Era Cristiana son numerosos los hechos históricos que constatan que la mano hebrea estuvo detrás de numerosas persecuciones a los cristianos y herejías. En el caso de español (recordemos que para muchos la Península era la Tarsis judía), además de las razones religiosas tras la conversión al catolicismo de Recaredo en 589, hay que tener presente que su no integración y sus ansias de lucro y poder estuvieron detrás de sus condenas (Sisebuto, ¿616?; Égica, XVII Concilio de Toledo, en 694). Marcelino Menéndez Pelayo y otros historiadores (Julio Meinvielle, Maurice Pinay, e incluso Luis Suárez Fernández y la Enciclopedia Judaica Castellana) afirman que estuvieron detrás del triunfo de la invasión islámica en 711.

Pero España no fue el único país de donde fueron expulsados. Desde Roma en el año ¿50?, hasta la actualidad, se pueden contar bastante más del medio centenar de expulsiones de diversos lugares (véase “metapedia”).

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Dicho lo cual, para fijar someramente el contexto, pasemos a la creación del Estado de Israel.

El terrorismo de unos y de otros

El que Israel luche contra el terrorismo de forma terrorista no puede por menos que hacer reflexionar sobre la utilización del mismo por ese estado.

El judío húngaro Theodor Herzl (1860 – 1904) es considerado el fundador del sionismo político moderno: creó la Organización Sionista y promovió el retorno e inmigración de la diáspora judía hacia Palestina (con Argentina como alternativa; Der Judenstaat, 1896), por lo que es considerado el padre del Estado de Israel. Pero antes y después de él hubo numerosos pensadores, rabinos y banqueros judíos que lucharon por el mismo fin. El 9 de noviembre 1917, en plena guerra mundial, Sir Arthur J. Balfour, ministro de asuntos exteriores británico, escribió a el barón Lionel W. Rothschild una “Declaración” por la cual Inglaterra se comprometía a favorecer “el establecimiento en Palestina (hasta entonces otomana) de un hogar nacional para el pueblo judío y realizar sus mejores esfuerzos para facilitar el logro de dicho objetivo”, eso sí, con la condición de que no se “vulnerara los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías existentes en Palestina”. Bellas palabras que dieron paso a las siguientes realidades. 

En 1922 la Sociedad de las Naciones puso bajo administración británica varios territorios del Imperio Otomano, todos los cuales, excepto Palestina, con el tiempo se convirtieron en estados independientes -Jordania- (ver https://www.un.org/unispal/es/history/). Durante el “Mandato” inglés (1922-47), tuvo lugar la primera ola de inmigración judía a gran escala a Palestina. Las reclamaciones árabes de independencia y la resistencia a la inmigración judía desembocaron en rebelión en 1937 y en guerra entre ambas comunidades. De 1938 a 1947 los grupos terroristas judíos Irgún, Haganá y Leji/Lehi/Stern cometieron una decena larga de grandes atentados, además de múltiples asesinatos de árabes, ingleses y “colaboradores judíos”; a resaltar: asesinato del ministro británico Lord Moyne (1944, El Cairo), voladura del Hotel Rey David (1946, sede administrativa británica, 91 muertos y 46 heridos), bomba en la embajada inglesa en Roma (1946, ver “terrorismo sionista” en Wikipedia). Inglaterra acudió a las Naciones Unidas 1947 para que resolvieran el problema. En 1948 el Stern asesinó al “Mediador de la ONU en Palestina”, el sueco Conde Bernadotte, a los cuatro meses de ser nombrado. El Irgum lo dirigía Menachem Beguín (sería primer ministro y premio nobel “de la Paz”); Yzakh Shamir capitaneaba el Stern (también llegó a primer ministro). En 1948 las tres organizaciones terroristas mencionadas se fusionaron para formar el ejército israelí.

Las Naciones Unidas propusieron poner fin al Mandato y dividir Palestina en dos Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío, y que Jerusalén quedara bajo un régimen internacional (resolución 181 (II). Uno de los dos Estados previstos proclamó su independencia en 1948 con el nombre de Israel y en la guerra que siguió ese mismo año con los Estados árabes vecinos ocupó el 77 % del territorio que había tenido Palestina bajo el Mandato Británico, incluida la mayor parte de Jerusalén. Más de la mitad de la población árabe palestina fue expulsada o huyó del territorio del nuevo Estado. El resto del territorio asignado al Estado Árabe por la resolución 181 quedó bajo el control de Jordania y Egipto. En la guerra de 1967, “de los 6 Días”, Israel ocupó los territorios de la Franja de Gaza y la Ribera Occidental del Jordán -Cisjordania-, incluida Jerusalén Oriental, que posteriormente anexionó, y desde entonces mantiene un régimen de ocupación militar y colonización. Esta guerra provocó un segundo éxodo, de aproximadamente medio millón de palestinos” (www.un.org/unispal/es/history/). La Guerra del Yom Kipur/Ramadán (1973) completó la gama de ocupaciones actuales por Israel: Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, Altos del Golán y Granjas de Shebaa.

En 1975 la Asamblea General estableció el Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino y otorgó a la Organización de Liberación de Palestina (OLP) la condición de observadora en la Asamblea y en las conferencias de las Naciones Unidas.

La anexión de Jerusalén Este por parte de Israel en 1980 no había sido reconocida por ningún país hasta Trump en 2017, mientras que la de los Altos del Golán en 1981 tan solo fue reconocida inicialmente en 2019 también por Estados Unidos.

En junio de 1982, Israel invadió el Líbano con la intención manifiesta de eliminar la OLP.

En 1987 comenzó un alzamiento masivo contra la ocupación israelí en los Territorios Palestinos Ocupados: la 1ª intifada. La 2ª ocurrió en el año 2000 con el Monte del Templo en Jerusalén como punto de discordia. En mayo de aquel año el ejército israelí se retiró de los territorios ocupados en el Sur del Líbano, pero en 2006 tuvo lugar la Guerra Israel-Hezbolá de 2006 (2ª Guerra del Líbano).

 

Entre diciembre de 2008 y enero de 2009 Israel ejecutó la operación “Plomo Fundido” (utilizando fósforo blanco contra poblaciones), la cual acarreó 1.419 palestinos muertos (1.167 civiles y de ellos 400 “menores”) y más de 5.300 heridos, la mayoría también civiles. Al año siguiente, el Jefe del Ejército de Israel, Teniente General Gabi Ashkenazi (sic), pronosticó que un hipotético próximo ataque a la Franja de Gaza sería más extenso y devastador que el anterior, y terminaría de forma tal que no quedara duda de quien fue el triunfador (Hamas repelió muchos avances israelíes).

En 2015 la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU, y la Corte Internacional de Justicia, ​ consideraron a Israel como “Potencia Ocupante”, y algún relator de las Naciones Unidas consideró la ocupación israelí como “una afrenta al derecho internacional”; por cierto, desde 1967 Israel taló 800.000 olivos de las zonas ocupadas. Israel es la nación que más resoluciones de la ONU ha incumplido, alrededor de un centenar: casi 70 hasta 2003 (cartujerias.blogia.com/2008/122901-medinat-yisrael.php) y 15 en 2022 (israelnoticias.com/onu/israel-bate-el-record-de-condenas-de-la-onu-en-2022/), etc. Es casi imposible, y desde luego no hay espacio material aquí, recoger el ingente número de ataques (agresiones militares preventivas o sin excusa explícita, abiertas o encubiertas) que Israel ha efectuado a números países, y mucho más calcular el coste en vidas, o el número de “desplazados”.

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El balance actual

Frente a los 1.200 (¿o 1.700?) israelíes muertos en el ataque de octubre, y sin saberse sus bajas militares posteriores (oficialmente medio millar de soldados en total), a 1 de diciembre la BBC calculaba que Israel había derruido, por bombardeo y otros medios, más de 100.000 edificios, incluidos más de la mitad de los del Norte de Gaza (donde vivían 270.000 personas); en otras zonas la destrucción supera el 10%. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), el 60% del total de las viviendas de Gaza están dañadas, habiendo destruido Israel total o parcialmente 311 instalaciones educativas, 11 fábricas de pan, 26 hospitales y 55 centros de salud, 3 iglesias, 85 mezquitas y 20 instalaciones de agua (algunos de estos centros eran de la ONU).

Fuentes oficiales gazatíes difundieron el lunes 4 de diciembre de 2023 que los bombardeos israelíes han matado prácticamente 16.000 personas en la Franja de Gaza desde el comienzo de la guerra (7 de octubre), de ellas el 70 % mujeres y menores de 18 años (casi el doble que las mujeres), además de 7.000 desaparecidos y 42.000 heridos. A la vez, en Cisjordania han sido 260 los palestinos muertos (de un total de 460 en lo que va de año) y 3.200 los heridos, más otros tantos detenidos; el territorio ocupado de Cisjordania vive la mayor espiral de violencia desde la Segunda Intifada (2000-2005). Por su parte, en el Líbano, a unos 200 km de la franja de Gaza, Israel ha matado más de 100 personas.

En resumen, mientras todo parece indicar que Israel continuará arrasando casi literalmente la Franja de Gaza, miembros del Gobierno y del Parlamento israelí públicamente han sugerido que se busca la expulsión de la zona de los 2’2 millones de gazatíes. Abundando en esto, se ha filtrado a la prensa (revista +972 Magazine) un documento oficial israelí que recoge planes para incluso deportar a los palestinos fuera de Gaza, y con mucha probabilidad a España y Grecia. Dejo a ustedes el calificar en conciencia todo lo anterior, incluida la actuación del Consejo de Seguridad de la ONU y otros organismos internacionales.

Reconsideración

Sin tener en cuenta todo lo anterior es imposible comprender la situación en que se encuentra “Tierra Santa”, los territorios del antiguo Mandato Inglés en Palestina. Y sin ello apenas se puede vislumbrar el peligro apocalíptico, en todos los sentidos, a que se enfrenta la Humanidad.

Además, como españoles, también debemos considerar que Israel, y no Rusia, lleva tiempo apoyando la secesión catalana. Quien lo dude solo tiene que repasar las añejas declaraciones del Juez Santiago Vidal a El País, 26-I-2017, en las que dijo que “hay un Estado no europeo que se ha ofrecido para dar crédito a la Generalitat en caso de independencia … (añadiendo que) hay un Gobierno extranjero, que no es europeo, que actualmente está formando a una unidad de los Mossos d’Esquadra en tácticas de contraespionaje (y otras materias)”; los propios periodistas que recogieron la noticia dieron por sentado que hablaba de Israel. Además, el hebreo sionista George Soros financió el separatismo catalán (y también su hijo Alex) a trasvés de la fundación Open Society Initiative for Europe (Pedro Sánchez se ha reunido cinco veces con los Soros desde que llegó al poder). Y por aquel entonces líderes de Tel Aviv anunciaron su apoyo a las iniciativas separatistas catalana y kurdo-iraquí, criticando severamente al Gobierno Español; concretamente, «el Ministro Adjunto de Defensa Eli Ben-Dahan recriminó al Estado español que “durante muchos años haya aleccionado” a Israel sobre cómo reconocer los derechos nacionales de Palestina, cuando hoy se ve “su hipocresía” y la “represión policial contra el referéndum del 1 de Octubre (2017) en Catalunya”; “ni siquiera permite a los catalanes tener un referéndum de independencia”». Posteriormente, el 25 de mayo de 2019 Yair Netanyahu, el hijo del Primer Ministro de Israel, pidió en su “tuiter” a los árabes y musulmanes que se olvidaran de Palestina y que empezaran a liberar los enclaves españoles en el Norte de África; por cierto, el abuelo (Benzion Mileikowsky-Netanyahu) y el padre de la criatura (Benjamín) fueron investidos “doctores honoris causa” , respectivamente, de las universidades de Valladolid (en 2001, por sus trabajos contra la Inquisición) y Católica de Murcia (UCAM, en 2013, aunque nunca se ha producido su investidura, quizá por la operación “Plomo Fundido”). Y con todo eso, como paradigmático ejemplo de sinsentido, Abascal, que tuvo un encontronazo con Yair Netanyahu, viaja a Israel a testimoniar su apoyo al Gobierno Netanyahu (ABC) y elude sus condolencias a los palestinos.

Y los Estados Unidos (la OTAN por extensión) e Israel son los que, saltándose de nuevo la legalidad internacional, reconocen la ocupación del Sáhara Español, y apoyan y arman a nuestro más descarado y agresivo enemigo.

A pesar de lo complicado, injusto y peligroso de estos escenarios, TODOS nuestros políticos chapotean en ellos imprudente e ineptamente, comprometiendo la seguridad de España, cuando, sin duda, se impone la defensa de nuestros intereses y la neutralidad.

J. Mª. Manrique


Autor

Jose Maria Manrique Garcia
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Surreal

Yo estoy convencido de que no juegan a la guerra sino que la hacen como lo vienen haciendo desde siglos atrás. Leer hoy la carta de «Albert Pike a Giuseppe Mazzini» es alucinar

Surreal

En al-Andalus también sufrieron pogroms y expulsiones como el de Córdoba o, sobre todo, el de 1066 de Granada, ambos debidos a la misma causa: los privilegios y el control de las finanzas y los prestamos usureros a la realeza islámica

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