La gloria de Lord Keynes que hasta la fecha no fue ofrecer al mundo una panacea para escapar de la crisis, era aumentar el gasto público y bajar los tipos de interés. Así tal cual y poco preciso, dicha tesis de Keynes supuestamente induciría una mayor riqueza en la sociedad. En su momento España y EE.UU aplicaron a ojo cerrado esas teorías dañadas donde solo lograron prolongar el congelamiento económico, dejando una deuda pesada y un sistema de gasto público muy complicado de reequilibrar.
Keynes cuando planteo que el Estado sustituyera la demanda de la ciudadanía en base al gasto público, olvido que ese dinero se tendría que sacar de algún lugar. Solo en ese punto basta para demostrar que la teoría de Keynes es errónea. Sin embargo, el Ministro de Economía aun no comprende, a pesar de sus fallidos programas como Punche Perú, que, en vez de flexibilizar el cobro de los tributos, debe apoyar a las pequeñas y medianas empresas, y convertirlos en los principales proveedores del Estado mediante sus diferentes instituciones.
Luego, el Ministro de Economía que tiene fe en Keynes solicita al Congreso de La Republica que se apruebe un dispositivo legal para utilizar recursos complementarios, ¿y para qué? Sí eso mismo, para más gasto corriente. El problema de fondo es que en la actualidad el Ministro de Economía no acierta, como en su momento Keynes jamás acertó, pero tampoco quiere entender cuál es la causa de la recesión en el Perú, y esta se debe a las torceduras del sistema productivo. la solución se debe dar desde un enfoque de la pequeña, mediana y grande empresa, inversión por inversión. En fin, aunque haya funcionarios que actúen ideológicamente siempre habrá ciudadanos que los mantengan en raya.
Autor
- Iván Lazarte es analista político, nacional e internacional, de Lima, Perú
Impulsar la producción agregada desde la demanda sólo tiene sentido cuando el potencial y el capital productivo necesitan sólo un empujoncito monetario o fiscal para echarse a rodar pendiente abajo por su propio peso. De otro modo, sólo es lo que estamos viendo, un estupefaciente para sociedades proclives al autoengaño con votontos encandilados y el apoyo de masas del lumpenproletariado que no tienen nada que perder y sí mucha tirria contra las clases financieramente responsables. Ahora bien, el gran beneficiado es el gran capital conectado políticamente en el capitalismo de amiguetes como ya observó justamente Hayek. Es así porque el gasto público viva la virgen y el cantamañanismo crediticio a gran escala conduce a inversiones grotescas y a distorsiones de capital. Una vez más, la lucha de clases real no tiene nada que ver con la de Marx. Es una pinza contra la clase media, donde los listos y los sinvergüenzas de la alta finanza y la alta política se valen del desgraciado de izquierdas. La fe en Keynes no tiene nada de inocente.