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Sumidos en esta “calma chicha” mientras el pobre iluso de Feijóo, secundado por el traidor Rajoy y la pléyade de imbéciles del P.P, trata de reconducir a la jarca sociata al camino de la luz, vemos trascurrir el tiempo mientras este reptil ponzoñoso, arrastrado e indigno sigue regando el mundo, para su promoción personal, con el dinero que tanta falta nos hace, jugando a la bancarrota, fiel a aquel viejo dicho de “después de mí, el diluvio”.
La parte sensata del pueblo español ve con horror como nos precipitamos al vacío, ante la indiferencia de una Europa cebada y senil y la desidia divina, con un rey que da la espalda a su pueblo y un ejército funcionarial que teme en demasía al escalafón, y que sólo aspira a colgar en su pecho la cruz de San Hermenegildo que, según mis modestos conocimientos castrenses, se reparte por antigüedad como los vales del supermercado. El patriotismo ha sido erradicado de las altas jerarquías y, particularmente, las militares, mientras el sector medio de la milicia sufre en silencio, desmotivado, a la vista de tanta inmundicia. ¿Dónde están los descendientes de Mola, Moscardó, García Morato y otros muchos héroes que supieron jugárselo todo por el honor y el prestigio de su patria?
Actualmente, entre el alto mando de la milicia he puesto la mirada en D. Fulgencio Coll, militar de raza, según confesión de mi primo (q. e. p. d.), que había convivido con él (Creo que fue su profesor en la escuela del Estado Mayor) y elogiaba su carácter noble y austero de hombre de armas, con una preparación difícilmente mejorable en la cúpula uniformada, indudablemente sería un buen “Director”, pero intuyo que, visto lo visto, estará quemando su jubilación en sus Islas Baleares, participando en la política descafeinada de la municipalidad. En lo que concierne al resto, los que conozco, me parecen gente admirable, pero con una descoordinación interna (carencia de Espíritu de cuerpo, falta de compañerismo y armonización de ideales) consecuencia del centrifugado a que fueron sometidos por los traidores que han actuado como ministros del ejército, superados, en cuanto a hipocresía, por la innombrable Margarita, una vez olvidada la protagonista de aquella bufonada de: ¡Capitán, mande firmes! que no hubieran permitido aquellos jefes, bregados en la guerra, con los que conviví en mis tiempos de Infantería de Marina donde con excepción de algún payaso y algún “chusquero” afanador de suministros de la cocina (me refiero al Tercio Norte) los demás, empezando por mi coronel, D. José Manuel Fidalgo Fernández, que me dio sobradas muestras de su espíritu castrense y de su lealtad para con los suyos, entre los cuales me contaba. Sobre él debo decir que al final fue maltratado por los Hijos de …. de la política ¡Qué Dios lo tenga en su gloria! Y, ¿Qué me dicen de las chulerías de la gentuza separatista empeñada en humillar a España ante un mundo que no comprende nada y donde nadie mueve un dedo por los países afines? Ahora comprendo el “Brexit” a que nos sometió la apolillada Gran Bretaña, que demostró sus reaños, sin medir las consecuencias, en base a sus convicciones y en legítima defensa de su independencia nacional. ¡Son unos ladrones, pero quién los tuviera aquí!
El cretino “pastelero loco”, como lo conocen en los círculos belgas del politiqueo, se destapa descorriendo el telón y mostrándose al público como Dios o mejor el Diablo lo trajo al mundo, en maldito momento, pidiendo, o más bien exigiendo con la arrogancia y fanfarronería habitual ¡Más dinero! Esta vez, una cantidad exorbitante de unos cuatrocientos cincuenta mil millones de euros ¡Quién los tuviera! para contratar a todas las mafias mundiales, poniendo precio a la cabeza de este subnormal y todos sus compinches, que hacen cierto aquello de que: el nacionalismo es el último refugio de los canallas.
En este sentido, aunque odio al asesino Putin, no puedo obviar sus valores para presidir una potencia global, infundiendo pánico disuasorio en prevención de posibles desvaríos, al estilo zarista ¡La eterna Rusia! sufrida y bárbara. Y es que desde que el mundo es mundo la figura del Crimen de Estado estuvo presente en nuestra historia, recordemos la “Hermandad de los asesinos”, el “Viejo de la Montaña” y otros capítulos interesantes de nuestro pasado.
Un día me dijo un alevín mafioso, vástago educado exquisitamente en las mejores universidades del planeta, en su papel de Delfín de un gran patrimonio de una de las familias más importantes de la mafia: “Aunque hoy en día sólo seamos hombres de negocios legales, la violencia ejemplarizante es el aglutinante de nuestra organización y nunca debemos abandonarla”.
Sólo hay dos formas de que los ladrones separatistas abandonen nuestra patria escapando por las cloacas, en medio de las risotadas de las ratas, como en el pasado: el cetme militar o la “Lupara calabresa”, y, en el fondo, ninguna de las dos constituye una opción más infamante frente a la de vernos despojados y humillados por nuestros enemigos a causa de nuestra debilidad acomodaticia o asumida, y aunque la planta del honor esté quemada por el sol abrasador, sus raíces conservan la sabia que siempre le dio vida, y como muestra basta una catástrofe para que esta salsa infecta, que es nuestra opulenta sociedad actual, “se corte”, decantándose la gentuza y ¡cómo no! la buena gente, heredera de toda la nobleza de nuestro pueblo, que como dice el viejo chotis: “La D pa que se sepa que sobra dignidad”.
¡Salud, firmeza, honor y testiculina!
Nota: Para que no se me inquieten las CABREADAS: La testosterona también es propia del “Eterno Femenino”.
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Los españoles han perdido el sentido que anuncia el peligro inminente y al mismo tiempo han perdido la fe en si mismos y en su capacidad para defenderse ellos y defender España.
No hacen mas que cagar lastimas mirando como llega el matarife en vez de ir por el y comerselo crudo con patatas, que eso era lo que hacian antes.
Los españoles son los culpables, o mas bien los complices, de lo que sucede y da igual si son sensatos o no
TOTALMENTE DE ACERDO.Si los pastores no cuidan del ganado,los borregos no saben defenderse ante los ataques del lobo