21/11/2024 15:30
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Recientemente dos actuaciones más, de las muchas protagonizadas por la mediocre Margarita Robles, han traído a la palestra lo peligroso que es dicho defecto porque suele llevar añadida la imprudencia; máxime si, como es el caso, se trata de un alto responsable público, nada menos que ministro, y mayor aún cuando la cartera que ostenta es la de Defensa con todas las connotaciones que ello conlleva tanto hacia el interior como hacia el exterior.

Durante su discurso en la “gala” (¿?) de entrega de los premios Ejército 2023, a principios de julio pasado, esta exmagistrada de cuya falibilidad como juez hay toneladas de pruebas, así como de su presunta facilidad para evadir fondos propios mientras malgastaba los nuestros durante su paso por Interior, dijo algo que nos puso al borde de la guerra con Rusia: “…no me puedo olvidar en este momento, lo decía antes el JEME, de los hombres y mujeres que están luchando en Ucrania. Que están luchando en Ucrania y defendiendo valores. Valores de libertad, democracia y de paz. Porque nuestros ejércitos, el Ejército de Tierra, trabaja cada día para preservar la paz…”. Un paréntesis: lo de los valores que cita ni lo tratamos porque ni ella ni nadie se lo cree ya a estas alturas.

Pues bien, según, nada más y nada menos que la titular de Defensa, estamos en guerra de facto con Rusia porque, no sólo enviamos armas a su enemigo ucraniano, que ya sería un casus belli de libro si Putin quisiera, sino que al parecer tenemos soldados sobre el terreno y además luchando, lo que supone, si cabe aún más, ese casus belli fehaciente. Si fuera verdad, imagínense las consecuencias; y si no lo es, cuánta imprudencia al decirlo.

Asimismo, este personaje, patético por demás, acaba de decir también públicamente en referencia a los tejemanejes entre el autócrata en funciones, Sánchez, y el prófugo sedicioso, Puigdemont, que «Lo prudente en un asunto de relevancia es esperar al pleno del TC», en crítica a la decisión del Constitucional de rechazar de plano y de antemano, como es lógico para evitar suspicacias, lo pretendido por ambos que no es otra cosa que la vuelta, exonerado y en consiguiente olor de multitudes, del “héroe” catalufo.

Ambas actuaciones, viniendo de cualquier autoridad son ya de por sí evidentemente imprudentes, pero cuando las dice un ministro de Defensa son además muy peligrosas, no sólo porque la primera podría tomarse al pie de la letra por Moscú dándole derecho en justa reciprocidad a arrearnos donde más nos duela, lo que dado nuestro lamentable estado en todos los aspectos le permite tener donde escoger, ni porque la segunda suponga ponerse de parte de aquellos que como el autócrata y el prófugo sólo buscan la disolución de España como nación, sino peor aún porque ambas declaraciones comprometen a las FFAA cuya neutralidad tanto se cacarea; neutralidad, todo hay que decirlo, que los militares, en su obsesión por “hacer la carrera”, han transformado en sumisión.

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Siempre he creído que quien asume el cargo de ministro de Defensa debería no sólo darse de baja en el partido al que venía perteneciendo, sino también ser especialmente parco en sus declaraciones públicas, y privadas, no sólo por la necesidad de la reserva en asuntos siempre confidenciales como son los de defensa y seguridad nacional, sino también por no implicar a los ejércitos en temas y peleas políticas siempre sectarias, torticeras y resbaladizas. Si a los militares se les pide, y exige, un silencio muchas veces excesivo, que ellos llevan motu proprio hasta la ignominia, incluso cuando lo que está en peligro son sus razones de ser que en nuestra Constitución recoge con total claridad y contundencia su artículo 8º, también debería exigirse el mismo mutismo al titular del ramo; para eso, es decir, para opinar sobre política y más sobre nuestras implicaciones reales o ficticias en otros conflictos están el ministro de la Presidencia y el de AAEE, en ningún caso el de Defensa.

La mediocridad lleva siempre añadida la imprudencia y la mezcla de ambas es muy peligrosa, pero cuando tales defectos radican en un ministro, y más en el de Defensa, la cosa es mucho peor.

Claro que tan grave asunto tendría fácil solución con que tan sólo la cúpula militar, el JEMAD y demás jefes de los respectivos Estados Mayores, cumplieran con otra de sus incumplidas funciones como es la de evitar –incluso cortando de raíz– tan nocivas inclinaciones verbales de parte del ministro de turno, en defensa, precisamente, de la neutralidad de las FFAA bien entendida. Lo que pasa es que llevamos décadas en que lo dicho es pedir peras al olmo porque la misma mediocridad que aqueja a Robles, y a sus predecesores con independencia de su color ideológico, es la que corroe a nuestros mandos superiores de las FFAA y de la Guardia Civil, con la agravante de que su imprudencia anexa -¿o será dejadez o… negligencia o… cobardía?- les ha convertido en igualmente peligrosos o… peor.

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Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Geppetto

El Ejercito en su conjunto y desde que se instauro la democracia no ha tenido buena suerte con los ministros que les ha encasquetado el poder político, ninguno a valido tres pimientos, pero aun así a ninguno se la ha ocurrido declararle la guerra a nadie…hasta ahora.
Por lo que se ve el reino de Taifas en el que vivimos también ha afectado al Consejo de Ministros y cada ministro dice y hace lo que le da la gana sin pensar siquiera en sus consecuencias.
La gravedad de decir en publico que España manda hombres y material a la guerra entre los EEUU y Rusia que se esta librando en Ucrania nos sitúa en un bando que no es el nuestro, el de asumir que estamos en guerra sin siquiera haber pasado por el Congreso de los Diputados para que los representantes de la Soberanía popular??? debatan un asunto de tal gravedad que puede afectar a vidas y hacienda en España.

Lo increible es que nadie levanta la voz para pedir la inmediata expulsion de cargo y el procesamiento de la intrépida hormiga atómica que con casco de combate, chaleco antifragmentacion y enormes y caídos mofletes va metiendo a España en un follón detrás del otro.

En cuanto la postura que ha tomado la cupula del Ejercito es la de siempre: A mi no me mire que no quiero discos

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