La avispa parasitoide evania appendigaster. Por Juan José García Jiménez

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Hace tan solo unos días publicábamos en estas mismas páginas La estrella de Tiburcio. Un cuento en cuyo proemio nos dolíamos de aquellos políticos españoles que del conflicto hacen su fortuna; de aquellos políticos españoles que del civil enfrentamiento hacen ubre de la cual ordeñar su riqueza; de aquellos políticos españoles que del odio hacen su mensaje; de aquellos políticos españoles que de la mentira se alimentan; de aquellos políticos españoles a los que, tan solo, la rapiña impulsa; de aquellos políticos españoles en cuyas almas tan solo el embuste habita; de aquellos politicos españoles para los que, tan solo, el personal provecho es meta; de aquellos políticos españoles que tan solo la envidia encienden y solo el rencor promueven. De aquellos políticos españoles que poseen el engaño como única destreza.

Pocos días han pasado desde que el tenista español Carlos Alcaraz, con su gran victoria en Wimbledon sobre Novak Djokovic, provocara, tanto la admiración de todos los aficionados al tenis del mundo, como el orgullo de todos sus compatriotas.

A esta victoria España respondió clamorosamente. Nosotros. desde aquí deseamos transmitir nuestra felicitación a tan insigne deportista. Ojalá el esfuerzo que ha tenido que asumir Carlos Alcaraz para el logro de su extraordinaria proeza deportiva, sea ejemplo para los jóvenes españoles, llevándoles al convencimiento de que solo con el trabajo arduo, sistemático y constante se pueden alcanzar las metas que nos proponemos.

Han sido múltiples, muy diversas y todas elogiosas las reacciones que en España se han producido ante la extraordinaria victoria del joven deportista español. Pero nosotros, en estas líneas, queremos dejar constancia de dos respuestas ante la victoria de Carlos Alcaraz que me parecen de extraordinaria importancia y que pienso nos deberían llevar a reflexionar a todos los españoles.

Como es sabido Pablo Echenique es un político español cuya andadura pública comenzó en el partido Ciudadanos. “Los meses en los que Echenique fue de Ciudadanos, era liberal y pagaba 10 euros de cuota. Un excompañero del partido naranja recuerda que hablaba poco, que defendía la unidad de España y el castellano. Se fue porque no le dimos cargo”. Tal como podemos leer en El Español de 18 de abril de 2021.

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Después, Pablo Echenique, peregrinaría al partido Podemos donde defendiendo principios y valores antagónicos a los esgrimidos durante su estancia en Ciudadanos, lograría el cargo retribuido anhelado. En Podemos, si logró que le dieran, no uno, sino muchos cargos, en virtud de los cuales ha hecho carrera política.

Es interesante consultar las sentencias judiciales que obran contra Pablo Echenique, y los motivos por los cuales se dictaron dichas sentencias.

Consulta que recomendamos realice el lector en las páginas de Google.

Pues bien, Pablo Echenique publicó el siguiente tuit como respuesta a la victoria de Carlos Alcaraz en Wimbledon:

“Lo de Alcaraz es absolutamente impresionante. Y que encima la haya ganado a un ultraderechista, putinista, amigo de genocidas serbios y terraplanista antivacunas hace que la maravilla sea todavía más maravillosa”.

No se requiere ser un eximio analista de textos para percibir en el mensaje un proceloso deseo de abrevar en las cenagosas aguas del conflicto; un atizar con el adecuado soplillo la lumbre del odio. Un intento de pacer en el prado donde los espinosos cardos del rencor brotan.

Podía Pablo Echenique haber puesto su atención en el abrazo en el que se fundieron los dos tenistas acabada la partida. Podía Pablo Echenique haber utilizado el deporte como vehículo de fraternales y competitivas relaciones. Podía Pablo Echenique haber, incluso, traído a colación al romano y clásico Juvenal con su sentencia “mens sana in corpore sano” . Pero a Pablo Echenique no le dan sus entendederas para tales fruslerías. Es el odio su herramienta. Es el rencor envenenado todo lo que a su espíritu llega. Es el enfrentamiento, el conflicto, la guerra civil donde este individuo tiende sus redes.

Es posible que esté haciendo méritos. Pero mal están las cosas para él. Parece como si el mendigar un puesto en el partido político Sumar no tuviera perspectivas de éxito. Es como si los partidos políticos vieran en Pablo Echenique a un pájaro de mal agüero cuya militancia trajera, como consecuencia, la inmediata desaparición de la fuerza política que en sus filas le acoge.

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Desapareció Ciudadanos. Se apagó Podemos. Zozobra Unidas podemos. Pensamos que Sumar se ande con ojo antes de tentar la suerte con este “gafe”. Bien es verdad que Pablo Echenique se ha enriquecido, pero los partidos políticos de los cuales se ha valido para tal enriquecimiento, han resultado no muy bien parados.

Pero bueno, pasemos de página.

Pablo Echenique ha sido respondido a su mensaje en las redes por un español. Un español que siempre comió de su trabajo. Un español de mente abierta, dotada y muy bien amueblada. Un español valiente, observador y amante de la aventura. Un ex tenista profesional. Un hombre de éxitos televisivos. Un profesional de altura. En definitiva un hombre español capaz de pensar. Su nombre es Frank Cuesta.

La respuesta que ha dado Frank Cuesta a Pablo Echenique ha sido la siguiente:

“Esta put@ gentuza no ha hecho más que enfrentar a la sociedad española desde que aparecieron. Han destrozado la convivencia que forjaron nuestros abuelos y ahora este espantapájaros mete sus sucias palabras en el deporte y especialmente en el tenis. Ya no saben dónde meter mierd@.

¡¡¡Que put@ asco de gente!!!

El texto de Frank Cuesta nos ayuda a comprender las características de esta nueva variante de la avispa parasitoide Evania appendigaster que, hoy día, en forma de plaga, asola España.

Parece ser, según nos enseñan los biólogos, que la Evania appendigaster, parasita las larvas de las cucarachas. Esta nueva variante de la avispa parasitoide Evania appendigaster, por el contrario, se alimenta de los despojos resultantes del enfrentamiento entre los españoles.

Muchas gracias por sus, siempre magistrales, lecciones don Frank Cuesta.