21/11/2024 15:18
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Hoy, veintitrés de julio del año de nuestro Señor dos mil veintitrés, acuden los ciudadanos españoles a las urnas para depositar su voto. He de corregirme, porque acudirán ciudadanos -en el término instaurado por la Revolución Francesa, que quiso ser igualitario, pero a través del que la nueva burguesía arrastró al fango a la vieja aristocracia-, pero ¿españoles? ¿españoles todos? Digo esto porque ser español no es solo tener el documento nacional de identidad que así lo acredite y que permite introducir un papel en una urna (curiosamente, utilizamos el término urna para la recepción de las papeletas de voto y también para el depósito de las cenizas de los cadáveres incinerados, con lo que el voto no es un lugar de partida sino de estricto final).

Ser español es sentirse como tal, sentimiento no exigido a los naturales como tampoco a los nacionalizados, valor que se debería inocular desde la más tierna infancia y requisito necesario para los foráneos. De ahí que, se permita el voto a la persona que lo realiza con la idea de una ruptura de lo que considera su nación chica, o en la finalidad de conseguir intereses particulares, choca con los más elementales principios de solidaridad y bien común.

En la realidad actual de España, en la que prima el sistema de dos partidos políticos sobre los que orbitan otros tantos que no son más que ramificaciones o extensiones de aquellos dos, a partir del día veinticuatro de julio habrá una sustitución del PSOE en favor del PP, con ayuda o sin ayudas, pero lo cierto es que quien verdaderamente organiza este tinglado ya ha decidido que sea Feijóo el continuador de una política económica e igualdad de género que se viene sucediendo desde mil novecientos ochenta.

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Hay que recordar que Felipe González llegó al gobierno por el cambio, y lo cumplió. Cambió una España que se armonizaba en una clase media numerosa, en la que los recursos económicos se distribuían de manera generalizada desde un gobierno único, sin trasladar deuda a las generaciones futuras. Felipe cambió una democracia orgánica a una inorgánica, en la que el Poder de los jueces quedó eliminado para pasar al poder de los partidos políticos, y dentro de estos, a un núcleo duro como verdadero tomador de decisiones.

Para eliminar el valor que representa la idea de España se concedió la educación a distintos reyezuelos territoriales, que fue una forma de reimplantar aduanas internas. Y a través de esa educación desdibujar la idea de lo que es el hombre, rebajándolo a un nivel por el que se sintiera obligado al autodesprecio, lejos, muy lejos, de un legítimo ennoblecimiento, elevado el ánimo y con voluntad firme.

¿Queremos una continuación de lo hasta ahora existente o todo lo contrario? ¿Será Feijóo el hombre del nuevo cambio? Tengo serias dudas de ello, porque la consigna Es el momento no sé si es el momento de volver atrás o el momento de no hacer nada. Porque ahora sería el momento de una educación a nivel nacional, de una sanidad pública de ámbito nacional, de una ley orgánica del poder judicial que realmente dibuje una línea de separación con el ejecutivo; hora de eliminar las leyes de género (siguiendo el ejemplo de Ayuso en Madrid, estas no han sido eliminadas ni se eliminarán), las de cualquier memoria, y así otros y otros momentos, que acrediten el cambio de las cosas.

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Hasta este momento todo han sido promesas. Promesas que el PSOE decía acometer cuando no lo hizo, pudiéndolo. Promesas que el PP pudo realizar cuando capitaneó este barco llamado España y tampoco movió ficha. Fue Rajoy el que nos llevó a más deuda sin frenarla. Deuda que ha elevado Sánchez. Porque un país endeudado es un país entregado, y de independiente no tiene nada. ¿Por qué no hablan claro estos actores impuestos por los productores de esta obra de teatro? Porque la primera medida que ha de acometer hoy un jefe político no es otra que la de la paralización del endeudamiento, y la segunda su eliminación. Cuando se trae a la memoria a Felipe II como rey absoluto se olvidan las quiebras económicas que sufrió su gobierno, con lo que ese absolutismo era cada vez menor. Saldar la deuda nos llevará a sacrificios, pero no podemos aceptar un sistema parlamentario antiespañol, sino buscar una economía nacional. ¿Serán estos objetivos el momento del que habla el PP? ¡Ojalá nos forjara en un nuevo haz de yugos y flechas!

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Luis Alberto Calderón
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José Luis Fernández

La Constitución del 78 dio lugar al nacimiento de un estado contrahecho, un estado formado por 17 comunidades autónomas (es decir, semi-independientes) que rompieron la unidad nacional pre-existente y que provocaron un enorme aumentó del gasto público para pagar a miles de políticos y a cientos de miles de nuevos funcionarios. En el día de hoy (23 de Julio) se está realizando la votación para elegir a los diputados y a los senadores que ocuparán los escaños en el Congreso y en el Senado durante los próximos 4 años; más de 600 políticos que cobran unas remuneraciones muy por encima de las que perciben los trabajadores más cualificados y que se limitan a calentar sus asientos y a pulsar un botón cuando lo manda el jefe del grupo parlamentario correspondiente. Con 100 diputados, en una sola cámara legislativa (que podría denominarse Congreso de la Nación Española), sería más que suficiente y sus remuneraciones deberían igualarse al salario medio de los trabajadores españoles.
Todo el territorio de España debería ser una circunscripción electoral única porque los diputados representan al conjunto del pueblo español (no a la población de cada provincia) y las candidaturas de los diferentes partidos debería ser, obligatoriamente, de ámbito nacional; es absurdo que en cada una de las 50 provincias se presenten candidaturas de partidos de ámbito autonómico o provincial. Duele reconocer que España sigue siendo siendo el país del esperpento y que estamos dirigidos por una clase política formada por ineptos e ignorantes.

Geppetto

Dejemonos de historias
Ser español es ser un tipo defectuoso como ayer demostraron los propios españoles votando a favor de la destruccion de España
los españoles son los mayores enemigos de España.
Ese Español lleno de cualidades, ha dado paso a otro que se lo pasa estupendamente bien siendo parecido a los cretinos que pone en la pantalla Almodovar.

Aliena

Ese español es defectuoso desde la segunda vez que votó a Felipe González o, siendo bondadosos, desde la tercera. La abyección la demostró votando a Zapatero. Y así, descendiendo cada vez más al ritmo que se le marca, hasta hoy.

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