21/11/2024 15:23
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Me preguntaba, con ingenuidad, un amigo de derechas, que pasó de ser fiel votante del PP -para él era este partido la encarnación de la derecha- a ser votante de VOX en las tres últimas elecciones, que ¿por qué el partido de Abascal perdía escaños encuesta tras encuesta? Añadiendo, con intención de convencerme, que por ello pensaba votar nuevamente al PP?

Mi respuesta fue sencilla: porque vosotros, los de derechas, acabáis reduciendo vuestra ideología  a un conveniente razonamiento único, el «odio» a quien represente a la izquierda. Fue así con González, con Zapatero y ahora con Sánchez. Sabéis perfectamente que el PP no defiende casi ninguno de los elementos ideológicos de la derecha, pero le votáis en aplicación de lo que se llama el voto útil. Luego el PP se olvida durante cuatro años de vosotros, se cisca en vuestra ideología, y os desprecia. Otra vez os estáis dejado atrapar por la trampa, sin mucha resistencia por cierto.

Ni que decir tiene que mi amigo torció el gesto contrariado.

Como siempre que he tenido esta conversación la única respuesta es que en el PP hay gente de derechas como Ayuso que en cuanto llegue barrerá a ese otro PP. Cuando el PP nunca barre nada, sino que acepta la agenda ideológica del contrario.

-No te engañes -le contesté-. Lo que hay en el PP, siempre han estado, es gente que desempeña ese papel. Solo es palabra y gesto, luego en el poder, más allá de eso, pocas políticas cambian. Y Ayuso no es una excepción que ha sabido explotar el «odio a Sánchez». Es más, es un producto creado por un asesor inteligente que ahora ha diseñado una estrategia para que, una vez más, volváis al redil. Eso es, junto con una dura campaña de demonización, lo que está haciendo que VOX caiga en las encuestas y, animado por ello, probablemente, en las urnas. ¿No me decías que el PP no te iba a engañar más?

Mi amigo torció el gesto aún más. Se había pasado décadas convenciéndome de que había que votar al PP porque no votar era darle el voto al PSOE, aunque siempre le explicaba, tras decirle que ese razonamiento era una majadería, que para que eso fuera así yo debería ser votante del PP, cosa que nunca se me ha pasado por la cabeza, y que en muchas ocasiones prefería opciones testimoniales.

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No es que tuviera especial interés en seguir con una conversación que ha sido recurrente en mi entorno desde los años ochenta, pero ante la insistencia, aún a riesgo de acabar abruptamente la conversación, le recordé que hace unos años ya volvió al redil pepero cuando su director espiritual le llamó al orden para que votara al PP y no a otra cosa.

Volvimos a las encuestas. Le expliqué que, como dicen, son solo fotos precocinadas; la mayoría son como las de Tezanos, pero con mayor disimulo. Su función no es medir sino contribuir a la propaganda. En el caso de los de derechas, con ellas, el objetivo es convencerlos de que deben votar a un PP en escalada triunfante aprovechando el odio a Sánchez, que además ya no es la «derechita cobarde» según nos cuentan en otra maniobra diseñada perfectamente en Génova 13. De ahí ese lento desangrarse de VOX -si lo hubieran hecho a lo bruto como Tezanos no hubiera servido de nada-. No es que mientan, sino que el secreto está en los ajustes que hacen. Todas las encuestas andan sobre un 3% de error, a partir de ahí corrigen los datos, si a ello se añade el problema de adjudicar el último escaño en unas 16 provincias, lo que depende de quién sea tercero y el porcentaje de voto alcanzado, hay amplio espacio para  cocinar a la carta. Y la cocina nunca es independiente, solo hay que ver la línea editorial del medio que las encarga para saber cómo se ha cocinado. Y en esos espacios VOX tiene pocos amigos, es más lo que tiene son muchos enemigos. Lo que no quiere decir que no tengan efectividad para hacer cambiar el voto en ese espacio que se sitúa entre el suelo y el techo electoral de un partido. Y ahí son tremendamente efectivas a la hora de crear un clima para que se cumpla el vaticinio. Si a ello se sumas el comportamiento habitual que, en sociología electoral, se estima que mayoritariamente tienen los votantes de derechas, es fácil explicar por qué VOX baja encuesta tras encuesta. Dejando a un lado lo que a mí, particularmente, me parecen errores estructurales del partido de Abascal.

La realidad -insistí a mí apesadumbrado amigo- es que cegados por el «odio a Sánchez» caéis en el autoengaño que no os deja ver más allá. El PP no es un partido de derechas, es el usufructuario de los votos de derechas, que no es lo mismo. Ellos son un partido de centro que no quiere que exista nadie a su derecha, lo que tampoco es lo mismo. Su línea, y Feijóo es un ejemplo de ello, es la convergencia ideológica con el discurso de la socialdemocracia convertido en pensamiento único en no pocas materias. Convencido de que ya ha exprimido casi todo el voto que existía entre el suelo y el techo de VOX, dejándolo en 25 escaños, mientras donde han pactado ya maniobra para puentear los acuerdos (caso de Valencia), no tiene empacho, como hace Gamarra a todas horas, en chulearos. Está seguro de que diga lo que diga, por el «odio a Sánchez», le vais a votar. Después no derogará el sanchismo en toda su extensión porque su objetivo es reconstruir el bipartidismo en connivencia con el PSOE sin Sánchez (pero yo dudo que Sánchez vaya a desaparecer). Es lo mismo que sucede, aunque en mucha menor medida, con el PSOE y su izquierda. De ahí la advertencia de Rufián -a veces Rufián dice cosas inteligentes- a los votantes de izquierda de que para conseguir que Sánchez o el PSOE vayan por su línea hay que tener diputados para obligarle como ha sucedido en esta legislatura. Pero estáis ya tan cegados por el «odio a Sánchez» que Feijóo ya anuncia que no sois el mejor aliado y que, en caso de faltarle escaños, recurrirá al PSOE. Así de claro y así de simple.

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Aquí terminó la conversación.

De sobra sé que colocar a alguien frente al espejo no suele dar buenos resultados, pero las cosas son como son. Y me parece que mi amigo votará otra vez al PP, por un candidato local que anda en la línea del PP de centro-reformista-liberal que es lo que, desde los tiempos de Fraga, siempre ha querido ser el PP, aprovechando eso sí los votos de los señores y señoras de derechas.

Autor

Francisco Torres
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Geppetto

El partido VOX baja en intencion de voto en las encuestas y sube en las elecciones.
Y asi lleva siendo desde que se dio a conocer.
El PP es un partido socialdemocrata que vive del voto de una coleccion de tontos de derechas que votan sin perder un minuto en pensar

José Luis

Vox tiene muchos traidores en sus filas y se ha convertido en otro partido de la casta, además sus dirigentes están haciendo muy mal los deberes y cometiendo muchos errores. El PP se ha convertido en un clon del PSOE y ya no hay diferencia entre ellos.

Pedro

Defina derecha, por favor.
Gracias.

Ramiro

Pienso lo mismo que usted.
Y lo mismo digo del lúcido comentario de don José Luis.

Dioni

Pero ¿Cómo se evita odiar a Sánchez?

Dioni

¡Puñetas, la pregunta del millón, defina usted «Derechas»! Yo, de un tiempo a esta parte, es que no me entero de nada, serán los años.

Geppetto

Fraccion social que cree ser muy española mientras apoya a una banda de sinverguenzas integrales que utilizan España para hacer negocio en nombre de unos principios en los que se orinan

Geppetto

Odiando al Psoe, que es la madre del cordero

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