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Mi camarada Arturo, ya ustedes lo saben si han tenido la paciencia de leerme alguna vez, es Arturo Robsy.
Recuerdo, Arturo, cuando a los pocos días de fallecer mi madre, tú -que habías perdido también a la tuya poco tiempo antes- me dijiste: «Rafa, ya estamos los dos en la primera línea«.
Desgraciadamente, en ti se cumplió desconsoladoramente pronto el vaticinio, y sólo unos días después te fuiste a los luceros y nos dejaste solos en este cenagal, cuando tanta falta nos hacía -nos hace- tu buen humor y tu buen amor.
Y este año, Arturo, casi me incorporo a tu guardia. Me ha faltado bien poco para desentenderme definitivamente de payasadas electorales, de rifirrafes de patio de -malos- vecinos y de sinvergüenzas de todo tipo, tamaño y condición. La mayoría, con pintas.
Pero gracias a Dios aún sigo aquí. No me quedan ganas de repetir lo ya escrito cien, mil veces, desde hace casi 50 años; pero no puedo faltar a lo poco que me va quedando de interés: el recuerdo de los camaradas que ya se fueron a los luceros.
¿Para qué repetir lo de siempre desde hace casi medio siglo? ¿Para qué repetir que el PSOE es comunista, y basta rascarle un poco para que asome la patita de Stalin bajo el Zapatero o el Sánchez de turno? ¿Para qué repetir que el PP es un PSOE retrasado, que llega una década después a donde ya estuvieron los sociatas? Y, ¿para qué repetir que esa presunta panacea de VOX no nos va a sacar ni mucho menos de la situación en que estamos?
Es cierto que en las dos o tres últimas cuchipandas electorales he hecho pública mi intención de votar a VOX, pensando que era «lo menos malo» y que merecía la pena. Se que muy probablemente no hubiéramos estado de acuerdo en esa postura, Arturo; y también sé que es muy posible que la razón estuviera de tu parte.
En fin, Arturo, que ¿para qué escribir lo mismo de siempre, sobre lo mismo de siempre, en esta España que lleva medio siglo repitiendo la misma historia mugrienta, el mismo zafio reparto entre chalanes? No sé si tú, camarada, puedes ver desde ahí arriba un futuro mejor para esta España que ya no es España; pero desde aquí, Arturo, hace tiempo que he desistido de buscar un porvenir que no consista en pegarle fuego a todo y empezar de nuevo desde el principio.
Y, a ser posible, que todavía pueda tomar parte. Te lo brindaría con mucho gusto, amigo, hermano, camarada.
Autor
Don Rafael, sólo le digo que me gustaría tener amigos y camardas como usted…
Y con esto, lo digo todo.
Gracias, don Ramiro. Un placer.