La Iglesia en La Rioja muestra su repulsa ante la blasfema virgen drag de Logroño

Mientras los catolicos permitan que les orinen desde lo alto sucederan cosas como esta

A nosotros no nos orinan. Lo aterrador es que ultrajan salvajemente a Dios Nuestro Señor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y a la Santísima Virgen María, que sufrieron Pasión incluso por ellos y su salvación eterna, aunque desprecien miserablemente y con soberbia propia de demonios su propia salvación, mostrándose enfermos depravados a más no poder, con un odio enloquecido que debería ser respeto y amor por el Señor y su Santísima Madre. Eso de insultar a Dios y a su Santísima Madre nos duele mucho más que si nos orinasen o nos apuñalasen a nosotros mismos que no somos más que polvo y barro, se lo aseguro.

Pero no podemos matar ni mutilar así como así. Dios, Infinita Bondad y Misericordia, que se hizo Hombre en Jesucristo Nuestro Señor, que quiere que el malvado se convierta y no se pierda para siempre en el infierno, que derrocha Misericordia hasta el último suspiro de cada una de sus criaturas, no creo que nos autorice a exterminarlos a todos. No nos falta valentía, no, que para nosotros la vida no es que gane tal o cual partido político, que eso nos trae sin cuidado, como tampoco es salvar un patrimonio o obtener tal o cual reconocimiento de este miserable mundo. Tampoco tememos que nos lleven a Paracuellos a pegarnos un tiro en la nuca por ir a misa, cosa que no hacemos a escondidas nunca. Si con eso se convirtiesen todos y se arrepintiesen pidiendo perdón a Dios con una dura penitencia por sus pecados, hasta nos ofreceríamos voluntarios para morir para gloria de Dios. No, no es eso lo que pasa, lo que ocurre es que debemos fidelidad a Dios hasta la muerte. Y si Dios nos da a probar este cáliz del dolor por estos ultrajes, debemos aguantar, aunque se nos haga eterna la espera. Para nosotros estos hechos son un calvario auténtico. Preferiríamos morir antes que ser testigos de eso, pero no podemos privar a esa gente de su última oportunidad de salvación eterna, que pasa por su arrepentimiento sincero y por una dura penitencia. Dios incluso nos exige que recemos por ellos, aunque nos duele como si nos tirasen ácido sulfúrico encima. Pidió rezar por nuestros enemigos y que rezásemos por quienes nos persiguiesen. Y cuesta horrores, pero a Dios se le obedece sin la más mínima objeción, pues de lo contrario no se sería fiel a Él, como tampoco lo son esos que hacen estas salvajadas.

Tenga por seguro que no quedaría ni un solo enemigo de Dios en pie, ni en España ni en el mundo entero, si Dios nos autorizase a aniquilarlos en una cruzada global del mismo modo inmisericorde que ellos exhiben del modo más insensato. Pero Dios, que murió en la Santísima Cruz incluso por ellos y por su conversión, tomando el cáliz que el Padre exigió para la salvación y redención nuestra, que los espera como Padre al hijo pródigo, no quiere eso. Exterminarlos sería invalidar ese Sacrificio Redentor del Señor en la Cruz. Y así pasan los años de calvario para nosotros, pero la Divina Misericordia dará paso a la Justicia cuando menos lo pensemos, y desde luego que hasta la más mínima sed de justicia será sobradamente saciada. Que nadie albergue duda alguna.

Mientras tanto tendremos que soportar, además, las insidias de los que, guiados por satanás, nos califican de cobardes. Por eso no se puede confiar en ningún falso «amigo» como los políticos, todos contra Cristo y promotores de este tipo de ultrajes a lo más alto.