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En 1971, la Banca Católica del Véneto patrocinaba muchas obras caritativas de la diócesis veneciana pero dejó de ser así cuando Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano (con sede en Las Bahamas) se hizo con la propiedad de la Banca, con sus socios Michele Sidona y Paul Marcinkus. El Cardenal Albino Luciani, Patriarca de Venecia seriamente contrariado, empezó a sospechar de la ilegalidad de la operación. Se presentó en el despacho de Marcincus en el IOR, lo que marcó una antipatía mutua inmediata.
Sidona contaba con su contacto en Estados Unidos: David Kennedy (secretario del Tesoro) con el que hizo negocios y que le presentó a Richard Nixon. Se convirtió en la “sombra de San Pedro” y se vinculó cada vez más estrechamente con el IOR. La Santa Sede veía incrementado su patrimonio con cada intervención suya. Terminó comprando una a una todas las grandes empresas italianas propiedad del Vaticano mientras que en Italia, se produjo una de las mayores crisis de su historia. Recomendó a Marcinkus que la mayoría del dinero líquido del IOR fuera invertido en un banco suizo suyo: el “Banque de Financement” de Ginebra. Convirtieron de esta manera el Vaticano en copropietario de una de las mayores “lavadora” de dinero negro del planeta.
En 1971, Leopold Ledi, elegante austriaco que traficaba con armas y drogas, trabajaba para la Santa Alianza, el servicio secreto vaticano (creado en 1566 por el papa Pío V para hacer frente al protestantismo). Se trata del servicio secreto exterior mientras que su contraespionaje es el Sodalitium Pianum (1906). El cardenal Eugene Tisserant le contó a Ledi que Paul Marcinkus había perdido millones de dólares en una serie de inversiones desastrosas. Por lo que decidieron comprar 950 millones en bonos falsos de grandes compañías americanas, avalando la operación Michele Sidona. Los cardenales Tisserant y Giovanni Benelli dieron entonces a los mafiosos italoamericanos (Matteo de Lorenzo) una hoja de la Sagrada Congregación para los religiosos como garantía con el fin de alejar su desconfianza. Los bonos falsos se fabricaron en Estados Unidos y fueron enviados al Banco de Roma desde donde se pidió consejo sobre su validez a la Asociación de banqueros de NY. Desde allí, los expertos negaron la autenticidad de los bonos. Se informó entonces a la Interpol. Marcinkus, enfrentado al FBI y al poderoso Departamento del Tesoro de su país natal, no estaba dispuesto a ser imputado. La administración Nixon por sus conexiones con la P2 y la Gladio de la CIA, detuvo el proceso de los agentes federales.
El 3 octubre de 1974, Licio Gelli fue informado por miembros de la P2 infiltrados en la policía y la magistratura que Sidona sería detenido al día siguiente por malversación de fondos. Este último huyó entonces a Ginebra y luego a Estados Unidos, denunciando en su contra una conspiración comunista. La quiebra del banco con el que trabajaba hizo entrar en crisis la economía estadounidense e hizo perder mil millones de dólares al Vaticano. Lo que llevó a Pablo VI a sustituir a Sidona por Roberto Calvi que llevaba “el Banco de los curas” es decir el Banco Ambrosiano (muy vinculado al IOR). En 1977, Sidona empezó una violenta campaña de difamación contra Calvi en la que lo denunciaba públicamente.
En agosto de 1978, falleció Pablo VI de un ataque al corazón sucediéndole Albino Luciani, un hombre inteligente, insobornable e humilde que se negó a recibir la tiara cargada de joyas. De las biografías que el Vaticano distribuyó entre la prensa antes del Cónclave, la suya era la más corta. Todo fue breve con Luciani: su biografía, su cónclave (duró un día) y su papado (33 días).
El Papa quería devolver a la Iglesia su austeridad y pobreza y ordenó de inmediato al Cardenal (masón) Jean.Marie Villot que iniciara una investigación sobre las finanzas del Vaticano. Es cierto que de las 11.000 cuentas del IOR, sólo 1.650 guardaban alguna relación con la Iglesia. Licio Gelli y Roberto Calvi que se veía ir a la cárcel de por vida (se había apropiado de 400 millones de dólares mediante la evasión fiscal) decidieron que lo más apropiado era optar por lo que Sidona solía llamar “la solución italiana” acribillando a balazos al juez Alezzandrini que llevaba la investigación judicial.
El 5 de septiembre, el Papa recibió a una de las mayores autoridades de la Iglesia Ortodoxa, Nicodemo de Leningrado con él que se sentó a beber un café y que murió casi instantáneamente por el café envenenado seguramente destinado al Pontífice.
El papa estaba rodeado de masones y decidió proceder a una purga. Fue una declaración de guerra a Marcinkus y Villot que tendrían que abandonar la Santa Sede. El Papa tenía una firme intención de reemplazar a los principales miembros del Banco Ambrosiano.
El 28 de septiembre de 1978, muere asesinado Juan Pablo I por un veneno que no dejó ninguna señal externa, siendo el máximo responsable el cardenal Villot que instruyó a todos para que la muerte del pontífice fuera silenciada hasta que él ordenara lo contrario y decidió el embalsamamiento inmediato del cuerpo sin autopsia previa. Para el mundo sería el Padre Magee y no sor Vincenza quien había encontrado el cadáver y se dijo que el Papa estaba leyendo un libro religioso en vez de los papeles relativos a la “purga”.
¡Qué el Sumo Juez nos tenga lástima a todos nosotros! Kyrie eleison.
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