21/11/2024 14:10
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Hace apenas unas horas, en la mañana del 2 de mayo de 2023, el periodista Luis Herrero demostró, una vez más, la inveterada incapacidad de gran parte de la derecha acomodada española para enfrentarse a los enemigos declarados de la Libertad y la democracia. Esa derecha que, preocupada en conservar sus privilegios, responde a cada ataque con cesiones, a cada amenaza con debilidad.

A propósito de la exigencia de un asiento por parte del ministro de Presidencia, el sectario Félix Bolaños, en los actos conmemorativos del 2 de mayo en Madrid, a los que no fue invitado, Luis Herrero defendió que “no se podía impedir” su presencia a un acto de aforo limitado al que se accede por invitación. “Este señor lo hace muy mal colándose donde no le invitan, pero es ministro de Presidencia […] No se puede combatir el mal con más mal”. ¡Ojo al razonamiento!

Ante lo cual, observaba otro tertuliano: “Si no tienes entrada para asistir a un partido en el Santiago Bernabéu, ¿está mal que la seguridad del club te impida que te cueles?”

“Templar gaitas” llaman algunos a ceder, sobre todo cuando se trata de asuntos que consideran de poca importancia o no les afectan directamente. Porque si Luis Bolaños se autoinvitase a casa de Luis Herrero, es posible que el periodista no fuese tan comprensivo y generoso a la hora de franquearle la entrada. Y no cabe duda de que tendría la potestad de no hacerlo.

Por descontado, este ejemplo, tomado aisladamente, puede considerarse anecdótico o irrelevante. Sin embargo, repetido a lo largo del tiempo en otros casos similares, dan cuenta de una “forma de ser” o “carácter” determinado. Un carácter que, en su repetida y “natural” renuncia a enfrentarse con los delincuentes, propicia, de facto, que éstos prosperen a costa del resto de ciudadanos que sí cumplen las leyes.

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Dicha actitud ilustra perfectamente aquello que en su momento expresase Clara Campoamor a propósito de la rápida involución de la segunda República española en su libro “La revolución española vista por una republicana” (1937). Así, Campoamor explicaba cómo los republicanos demócratas “fueron cayendo en todas las trampas que la estrategia socialista les tendió”[1], y cómo esta circunstancia había condenado la República y conducido a España a la Guerra Civil.

Por descontado, habrá quien quiera pensar que ha llovido mucho desde entonces y que las circunstancias no son comparables, pero el caso es que a nadie escapa –y tampoco a la derecha liberal, entontecida y mojigata– que nos hallamos en un proceso de involución acelerada donde, por ejemplo, ya es delito contrariar la versión oficial de la Historia impuesta por el PSOE, ETA y el separatismo catalán. Y donde la reescritura de la Historia alcanza a que el mismo partido que maltrató a Clara Campoamor y la forzó a huir de España, tenga la desfachatez de ¡reivindicarla como suya![2]

Las trampas tendidas ahora a “los moderados” son las mismas que entonces, pero siempre tienen éxito porque el carácter comodón de los tibios tampoco varía. O dicho de otra forma, las personas “bien educadas” no saben dar una respuesta distinta a los matones, y su resistencia, a la postre, apenas resulta testimonial.

Leída la situación, los delincuentes triunfan siempre igual; forzando constantemente la ley y maniatando con la acusación de “fascistas” a quienes se opongan. Pues no hay nada que intimide, contraríe y perturbe más a un señorito acomodado y gordinflón que esta fea acusación. Sobre todo, cuando tras ella está la amenaza de ser agredido y “expropiado” en nombre de la justicia, la libertad o el pueblo. Así que, siguiendo la lógica del mínimo esfuerzo, ante la perspectiva de perder la posición o ver alteradas las apacibles rutinas, para conservar los bienes o para demorar su pérdida definitiva, se cede.

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Recordemos una vez más las palabras de Clara Campoamor, llegados al punto de no retorno de la Guerra Civil: “La división tan sencilla como falaz hecha por el Gobierno entre fascistas y demócratas, no se corresponde con la verdad”[3].

Verdad, Justicia y Libertad. Las tres van unidas y las tres faltan hoy en España. Pero no basta reclamarlas y de nada sirve llorar su ausencia. Por eso, no tiene perdón que periodistas con influencia aboguen por quedarse de manos cruzadas mientras los delincuentes campan a sus anchas.

[1] Op. Cit. Editorial Renacimiento, Sevilla, 2018, p.224.

[2] Véase la cuenta oficial del PSOE en Twitter, el 30 de abril de 2023.

[3] Op. Cit., Capítulo XX, “¿Adónde va España?”, p. 209.

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Aliena

Bueeeeno, Luis Herrero… Todavía recuerdo cómo, después de aquella entrada masiva, bestial, de marroquíes y lo que no eran marroquíes hace un par de años, Herrero manifestó que no se les podía devolver a Marruecos, porque entonces seríamos tan malos como ellos.

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