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¿Quién va a saber en este lodazal, antes España, quien era José Antonio? ¿Quién en esta sociedad de borregos analfabetos de móvil en ristre va a tener un mínimo asomo de moral y respeto ante la muerte? ¿Ante los muertos?
El Frente Popular en noviembre del 36 juzgó y condenó a muerte a José Antonio en un escandaloso y humillante simulacro de juicio. La orden de matarlo, como sabemos unos pocos, llegó de Moscú directa al despacho del presidente del gobierno de este país, Largo Caballero, ese criminal conocido con el seudónimo pringado de sangre del «Lenin español». Yo como falangista no voy a contar lo que supuso la figura del jefe, no solo para nosotros, sus camaradas, sino para el público en general y para los medios regados con dinero público en particular. El que quiera que se moleste en buscarle y encontrar la verdad.
He contemplado en la 1 de televisión «espantosa» como confundían a don Miguel con su hijo y, por ejemplo, he sabido, gracias al periódico Marca, que José Antonio detentó el poder 3 años… Estos son solo dos ejemplos de la ignorancia de esta gentuza que inocula la maldad y la podredumbre a una sociedad detestable y muerta. Los que sí conocen al jefe son los perros de los partidos políticos y los miembros del gobierno y sus socios asesinos y golpistas.
Lo conocen, aunque no sepan quién era. Lo conocen porque sus abuelos lo mataron y sus padres se encargaron de meter en sus huecas cabezas el odio y la mentira. Los que sí conocen a José Antonio son los miembros de la Iglesia que vergonzosamente se tapan los ojos y los oídos. Se cosen la boca para dejar que violen el espacio sagrado de los templos. Ahora estos descendientes del horror y la muerte se ocupan de profanar el sueño eterno de nuestros difuntos y no pasa nada. Profanaron la tumba de Franco y la de Queipo de Llano y nadie hizo nada, solo eslóganes cobardes. Cuando decidieron quitar la estatua ecuestre del Caudillo de Nuevos Ministerios, con nocturnidad y vergüenza alevosa, no pasó nada y, es más, a la horrible estatua monumento al crimen, de Largo Caballero, tampoco «le pasa nada». No hace mucho se vandalizó la reciente estatua homenaje a la legión situada en el centro de Madrid, y no pasó nada. Nunca pasa nada porque somos unos cobardes y ellos lo saben. Sacarán a nuestros muertos y se cagarán en sus huesos siempre que les dé la gana y no haremos nada. Vandalizarán nuestros símbolos y nosotros nos portaremos como chicos buenos. Como fantoches ante unos canallas que en su razón de ser llevan un mensaje que es su enseña, matar y profanar. Enseña de un odio que genera unos hechos sin contestación alguna.
Autor
- Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.
En el año 2016 se desenterró al General Mola y se quería hacer lo mismo con Sanjurjo, pero no recuerdo qué sucedió al final. En principio, nada de nada. Claro que Felipe González ya había quitado sus nombres de varias calles… para devolver a dichas calles los nombres anteriores, ya, pero el nombre de Franco lo eliminó de calles y hospitales que previamente no existían, y tampoco paso nada.