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El papa Francisco en Fratelli tutti (n. 182) en la que vincula persona, pueblo y bien común:
“La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no solo individualmente, sino también en la dimensión social que las une. Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo y, al mismo tiempo, no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos. Sin embargo, hoy se pretende reducir las personas a individuos, fácilmente dominables por poderes que miran a intereses espurios. La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes”
Comparto plenamente esta visión del bien común, donde el individuo no es un mero guarismo en la cuenta de unas castas políticas sino una persona con cara, con ojos y con necesidades sujetas a su consideración, como ser dotado de dignidad y personalidad propia.
No lo deben entender así nuestros políticos, que gobiernan sin mirar a un interés general que está ligado al bien común, que a la vez está relacionado con el bienestar y atención a las personas que forman la familia como célula social esencial, y fuente del Derecho por el enfoque primigenio de la dignidad humana como fuente del mismo.
Yendo al grano, y partiendo de estas premisas anteriores, tengo en mis manos el anteproyecto de Ley de Educación que prepara el Gobierno Vasco donde están, no lo olvidemos, coaligados los nacionalistas con los socialistas. Ese anteproyecto tiene todos los elementos necesarios para llegar a la conclusión de que lo han pactado el PNV y Bildu, actuando el PSE (PSOE) como comparsa. Digo que los socialistas son comparsa porque ellos mismos han manifestado que no están de acuerdo con el elemento central de dicho anteproyecto de ley que supone terminar el proceso de eliminación de los derechos lingüísticos de los habitantes de esta tierra llamada Euskadi con denominación y bandera diseñadas por el artífice del nacionalismo: Sabino Arana.
Cuando digo derechos lingüísticos no hago una apreciación subjetiva, ya que están contemplados en el artículo 16.2 de la Ley de Normalización del Uso del Euskera, que creo que no se ha derogado y sigue vigente. En ese artículo se contempla el mandato de ajustar las políticas lingüísticas de las administraciones públicas a las diferentes realidades sociolingüísticas y culturales del territorio vasco, formado, no lo olvidemos, por tres entes forales diferenciados. (Adicional Primera de la Constitución Española).
Sin embargo, el anteproyecto de ley, que es un texto pastiche donde se hace un corta y pega del contenido de leyes anteriores, formando una literatura hueca y yerma que a un observador mínimamente informado no se le escapa, tiene el propósito de dar vestimenta al objeto único de la ley que es liquidar la filosofía y propósito del artículo 16 de la Ley de Normalización del Uso del Euskera, antedicho. Es decir, que no se respeten los derechos de los hablantes, sus usos y costumbres, y se haga de una forma definitiva la aplicación del rodillo de la implantación de euskera de forma autoritaria, dictatorial e impositiva en todo el espectro del sistema educativo, liquidando cualquier presencia efectiva de la lengua común de todos los españoles. Es un giro de tuerca concluyente para que el español salga de las aulas y de su entorno.
Es un paso más hacia culminar la vía para que en ámbito cognitivo de los educandos y de sus familias quede claro que Euskadi es distinto que España y no pertenece a ese ámbito cultural. Es un salto al vacío para escenificar que nada tenemos en común vascos con los españoles, contradiciendo la realidad y llevando a las gentes a un Matrix irreal de una visión excluyente, mafiosa y facciosa de una realidad falsa e inexistente, veámosla como la veamos, desde cualquier punto de mira: antropológico, histórico, etnográfico, sociológico, etc.
Antes de las Navidades últimas tuve el honor de representar a la Asociación Hablamos Español en la Comisión para la elaboración de una ley que ha terminado en este bodrio que hoy se nos presenta en forma de anteproyecto. En mis palabras estaba la denuncia por los efectos de una inmersión lingüística generalizada que producía un resultado catastrófico. Que era ni más ni menos que la reducción hasta mínimos nunca vistos, de la Comprensión Lectora (en realidad sería más riguroso decir comprensión verbal que es una facultad mental primaria básica para poder conceptualizar y entender mensajes orales y escritos). Sin esa comprensión de significantes no se puede formular pensamientos abstractos, que en los momentos previos a la adolescencia se convierten en deducciones hipotético-deductivas (lo que normalmente llamamos inteligencia formal), dando el salto de la intuición concreta al pensamiento basado en el lenguaje.
Evidentemente este tipo de razonamientos a los burukides nacionalistas les importan un bledo porque ellos van a lo suyo, no al interés general o al bien común. Les importa un real rábano el fracaso escolar o la reducción de rendimientos o egresos escolares, por mucha literatura que desarrollen a lo largo de las casi ochenta páginas del tedioso texto de la ley. Ellos solo tienen bajo su perspectiva la idea de cargarse los modelos lingüísticos anteriores, nacidos de la Ley de Normalización, y dar otro salto en la dirección de la dictadura opresiva lingüística que se carga derechos individuales protegidos por las Declaraciones de Derechos Humanos y del niño.
Yo les dije en mi comparecencia que les responsabilizaba de los nefastos efectos de políticas de tierra quemada que están desarrollando. Y sus señorías miraron al dedo, no a la luna. ¡Qué le vamos a hacer! Esto es lo que llaman democracia.
La finalidad y objeto de la ley:
1.- Implantar un modelo único lingüístico donde todo el currículo gire en torno al eje vertebral del euskera.
2.- Crear un espacio escolar intra y supra institucional que coaccione, no invite, al uso exclusivo del euskera. Lo digan como lo digan esa es la pretensión. No somos idiotas.
3.- Liquidar al profesorado no euskaldun. Es decir, resolver de forma definitiva las plantillas para que no haya ni un solo resto de profesorado no “asimilado al sistema”, es decir, no nacionalista.
4.- Culminar el modelo de sistema educativo al servicio de un modelo político. Es decir que la escuela no esté al servicio del bien común sino a merced de un proyecto de culminación de la construcción nacional. Si alguien no lo ve es que está ciego, o… otras cosas.
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