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El criminal Pentágono, ante la posibilidad de que los tres últimos objetos voladores derribados sean de origen alienígena: «No descartamos nada en este momento». Así respondía el jefe del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (Norad, en inglés), el general Glen VanHerck. Recordemos que la soldadesca yanqui derribó el pasado domingo un nuevo objeto volador no identificado, el cuarto en una semana. Alaska, clave. China, en este sentido, también, dizque, habría detectado entes voladores desconocidos en su espacio aéreo. O Canadá. O Uruguay. Pillen las palomitas. Pitorreo.
Cortinas de humo…
Ya saben. De los mismos y diabólicos creadores de la plandemia/farsemia/falsemia, arriba a nuestras pantallas la llegada conjunta de Alf, E.T, incluso de mi entrañable amigo Mac. La falsa invasión alienígena, cortina de humo, más que probable (además de ir perfilando un futuro Blue Beam de mil pares de pelotas).
«Aterrizajes» aliens poco después de revelarse, vaya, que la CIA, el rey de las falsas banderas, se hallaba detrás de la voladura del Nord Stream. Y poco antes de conocerse la lista pedófila de Epstein y la completa verdad sobre las kakunas, zas, llegan seres de otro planetas. Rejuas.
…y más allá
Y tapando, pues, el «mayor desastre natural» en la historia estadounidense. Accidente de tren ocurrido hace una semana en Ohio, que provocó la liberación a la atmósfera de letales sustancias químicas. El siniestro, que no provocó víctimas mortales, sucedió la pasada noche del viernes 10 de febrero en East Palestine, una localidad fronteriza entre Ohio y Pensilvania, originando un incendio que se prolongó varios y que provocó una gran columna de humo.
Liberándose en el ínterin casi 500.000 litros de cloruro de polivinilo. Además de la quema de cloruro de hidrógeno y fosgeno. Lloviendo ácido clorhídrico. Todo ello muy tóxico. Y hondamente cancerígeno. Agua imbebible y muerte de miles de animales, entre ellos peces, ranas, pollos e incluso perros y zorros. Y arrestando a periodistas que osan acercarse a la zona.
En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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