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Ayer, Domingo de Resurrección, tuvo lugar la Santa Misa y que fue celebrada, por mi admirado y querido Abad Mitrado, Dom Anselmo Álvarez Navarrete.

Ha sido para mí un orgullo, cuando le he visto salir de la Sacristía, con el Báculo y la Mitra, rodeado de las voces blancas, que encabezaban cantando,  la comitiva para tan magna celebración.

Aunque no ha estado conmigo, mi querido hijo, que ya va siendo habitual y dentro de mi absoluta tristeza, fue un día de gozo y una satisfacción el ver a este Santo Padre, que con 89 años (el 5 de Septiembre cumplirá 90 años), ha oficiado la Santa Misa en la celebración y el domingo más importante, para los católicos, como es el Día de la Resurrección del Señor.

Sin duda; “LA VOZ MÁS BELLA DEL VALLE”

Tiene una voz segura, viril, clara, limpia, templada, timbrada, calurosa, bella, austera, con una modulación perfecta, grave pero dulce, …, una voz que sin duda te llega al corazón, porque parece que proviene del cielo.

Ayer, Domingo de la Pascua de Resurrección, mi querido, admirado y muy respetado Abad Mitrado, ha estado genial, durante toda la celebración. Con una cabeza amueblada de lujo y unas facultades en perfecto estado, ha hecho un gran servicio a Dios, a la Comunidad Benedictina y a los fieles, que hemos tenido el honor de escucharle.

El Abad Emérito, fue uno de los que entraron los primeros en 1958, en la Abadía Benedictina del Valle, por lo que lleva, en nuestro Recinto católico, toda la vida, la friolera de 64 años ininterrumpidamente

Dom Anselmo ocupa el 5º lugar de los Abades Benedictinos, que han pasado por nuestra Basílica Pontificia y lleva 18 años siendo Abad y desde 2014 Abad Emérito.

HISTORIA: La idea de fundación de una Abadía benedictina en el Valle de los Caídos que atendiese la Basílica y garantizara la dimensión espiritual que todo el monumento en su conjunto debía tener, fue tardía con relación al proyecto de construcción de éste y a la finalización de sus obras.

En un principio se pensó en alguna Orden de vida activa (dominicosjesuitas, etc.), pero con la finalidad de realzar más el culto litúrgico en la Basílica, se optó en 1955 por una Orden monástica, decididamente la Orden benedictina, para lo cual se realizó una solicitud a la Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos), monasterio de larga tradición y restaurado en 1880 por monjes venidos de Francia de la Congregación de Solesmes.

El abad de Silos, Dom Isaac Mª Toribios Ramos, atendió a la petición. Se designó al P. Justo Pérez de Urbel, notable escritor e historiador y prior entonces del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid (en la calle de San Bernardo), dependiente de Silos, para que llevase a cabo las labores de la fundación.

Entre 1956 y 1958, el P. Isaac Toribios y el P. Justo Pérez de Urbel dieron los pasos para la plasmación del proyecto, al que se accedió definitivamente ante la insistencia venida de las autoridades del Estado. El 23 de agosto de 1957 se publicó el decreto-ley para la fundación, previo consentimiento del Capítulo General de la Congregación de Solesmes. Por su parte, el papa Pío XII emitió el 27 de mayo de 1958 el breve pontificio Stat Crux, caso único en el siglo XX con respecto a la Orden de San Benito, por el cual, mediante esta intervención oficial de la Santa Sede, se disponía todo lo oportuno para la erección inmediata del monasterio en Abadía dentro de la mencionada Congregación.

En la fiesta del Triunfo de la Santa Cruz, el 17 de julio de 1958, veinte monjes llegados de Silos emprendían el inicio de la vida de la nueva comunidad benedictina en el Valle de los Caídos. El 23 de octubre de ese mismo año, el P. Justo Pérez de Urbel recibió en Madrid la bendición abacial.

Con posterioridad a él, la comunidad ha conocido como abades a Dom Luis María Lojendio e Irure († 1987, descuella también como historiador), Dom Emilio Mª Aparicio Olmos († 1988; su proceso de beatificación se está promoviendo en Valencia, donde había sido un afamado confesor), Dom Ernesto Dolado Pablo († 2004) y Dom Anselmo Álvarez Navarrete, quien lo es en la actualidad desde el año 2004. El número actual de monjes en el Valle es de 23, algunos de los cuales pertenecen al grupo de los fundadores que llegaron en 1958. Su vida está organizada básicamente por un código escrito en el siglo VI, la Regla de San Benito, educadora de generaciones de monjes y uno de los libros que han dejado su huella más profunda en la historia general, y no solo espiritual, de Europa.

 

El Padre Anselmo, abad mitrado de la Abadía de la Santa Cruz, en el paraje de Cuelgamuros, en plena sierra madrileña de Guadarrama y sitio tan emblemático como el Valle de los Caídos.

El sábado 20 de septiembre de 2014, el P. Santiago Cantera fue nombrado Prior Administrador de la Abadía Santa Cruz, quedando como superior al frente de la misma después de la renuncia del P. Abad Dom Anselmo Álvarez Navarrete, quien conserva su dignidad abacial como Abad Emérito. El nombramiento fue efectuado por el P. Dom Philippe Dupont, Abad-Presidente de la Congregación de Solesmes, quien al día siguiente fue acompañado por el nuevo Prior Administrador para visitar a la Comunidad de Santo Domingo de Silos y el lunes 22 para visitar el Monasterio de la Encarnación de Ávila, donde las MM. Carmelitas esperan celebrar ya en breve el inicio del centenario de Santa Teresa de Jesús.

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Aunque no nació en Moratalla porque el destino así lo quiso, sus padres sí que fueron moratalleros y él viene anualmente a la tierra de sus mayores a cargar las baterías del cuerpo y del alma, actualizando recuerdos que tienen que ver con su pasado y que sacian  todos sus sentidos corporales.

El P. Anselmo se llamó en el bautismo Pedro Álvarez Navarrete, siendo el mayor de dos hermanos (él mismo y Lola, además de otros dos fallecidos de muy corta edad), que trajeron al mundo sus padres José Álvarez y Lola Navarrete, aquel oriundo del caserío de Hoya Alazor y ésta de la propia ciudad.

El matrimonio partió pronto de Moratalla, fijando la residencia primero en Albacete y luego en Madrid, donde establecieron el domicilio familiar en la C. de la Cruz Verde  en que regentaron una lechería y donde nació Pedro, el cinco de septiembre de 1932, haciéndolo su hermana poco después en la de San Vicente.

A los once años ingresó en el seminario diocesano de Madrid donde, al poco tiempo, contrajo una enfermedad estomacal que le exigía guardar un severo régimen alimenticio que en el internado, en plenos años de la posguerra, era imposible administrar. Ello motivó el regreso al domicilio paterno, donde los cuidados de la madre acabaron pronto con la dolencia.

Fue durante la convalecencia de la enfermedad cuando comenzó a frecuentar el monasterio benedictino de la C. San Bernardo de la capital, en cuyo seminario se instaló y formó de la mano del P. Sebastián, haciendo el noviciado en Silos y siendo ordenado sacerdote en el famoso monasterio burgalés, a los 23 años, en 1955, por el entonces obispo auxiliar de Madrid y viejo profesor suyo monseñor Juan Ricote.

Las gentes del Noroeste Murciano miran siempre con los ojos del cuerpo y del alma a la tierra de sus mayores, hayan o no nacido en ella, por lo  que no debe resultar extraño que el monje benedictino (ya con el nombre de Anselmo, pues al dedicarse al servicio de Dios en vida contemplativa, los monjes abandonan no sólo a su familia, amigos y bienes terrenales, sino hasta su propio nombre), eligiera Moratalla para celebrar su primera misa solemne, lo que supuso todo un acontecimiento en la ciudad, que tuvo lugar en la iglesia mayor de Ntra. Sra. de la Asunción el 29 de septiembre de 1955, fiesta litúrgica entonces del Arcángel S. Miguel, predicando en el transcurso de la misma otro inolvidable moratallero: El P. Eduardo Rodríguez, misionero jesuita, famoso por su ejemplo y su oratoria sagrada, y conocido en toda España como el Padre Rodríguez.

Fr. Anselmo fue destinado por la Orden Benedictina al monasterio de Silos y luego a Madrid, desde donde, en 1958, partió con otros monjes, junto al abad Fr. Justo Pérez de Urbel a realizar la fundación de la Abadía de la Sta. Cruz del Valle de los Caídos, donde permanece en la actualidad. Allí ha sido bibliotecario y archivero, además de profesor de Filosofía Moral, Teología Antropología y Sociología habiendo escrito varios estudios sobre Patrística, Humanismo, Historia de Europa, Filosofía y Teología de la Historia, y publicado, entre otros, el libro que lleva por título Meditación y liberación.

Elegido abad por los monjes, sucedió en el cargo, tras otros, al ya mencionado Fr. Justo Pérez de Urbel, historiador medievalista de fama europea, vinculado a Caravaca por amistad con su colega el profesor Emilio Sáez, quien propició su venida a la ciudad en 1964, a predicar en el Pontifical del 3 de mayo, siendo Hermano Mayor de la Cofradía de la Cruz Manuel Álvarez Moreno.

El P. Anselmo, como Abad del Valle de los Caídos, y según la regla de San Benito, es padre, pastor, maestro y médico que dirige las almas de los monjes, a la búsqueda de Dios. Según sus propias palabras, como paterfamilias se ocupa de la organización del monasterio y la dirección de la vida material de la Comunidad benedictina, compuesta de 25 monjes allí ubicada. Es invitado a dar conferencias de tema religioso por todo el territorio nacional y está considerado una personalidad entre la comunidad científica hispana, por su categoría humana, humanística y espiritual.

Su larga vida en El Valle le ha permitido vivir en primera persona la inauguración de aquel complejo arquitectónico funerario el 1 de abril de 1959 y la dedicación de la Basílica el 7 de abril de 1969 por el Nuncio del Papa Juan XXIII Marcelo Cicogniani, además de otros acontecimientos más cercanos en el tiempo, que el lector conserva en la memoria reciente.

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El P. Anselmo vuelve a Moratalla cada año, donde recuerda los años posteriores a la Guerra Civil en que, con sus padres, se instaló en las inmediaciones del pantano del Taibilla, donde practicaba el fútbol con los amigos y la observación de la naturaleza. Su familia conserva casa y tierra de labor en el municipio y, periódicamente le es vital el contacto con esa naturaleza y esas gentes suyas que le proveen de vistas, sonidos, aromas, sensaciones y algún que otro manjar de la zona, con que encarar el trabajo de todo el resto del año al servicio de Dios y de los hombres.

Participar en cualquier ceremonia monacal en El Valle, se sea o no creyente, constituye un espectáculo para los sentidos, que evidentemente disfruta más quien lo vive interiormente. La cuidada celebración de la liturgia, su puesta en escena, la selección musical gregoriana de la escolanía y la presencia del P. Anselmo, ataviado de los ornamentos litúrgicos abaciales presidiendo, traslada al espectador o participante a otro mundo de belleza interior cuyo disfrute siempre sabe a poco y que compensa, con mucho, los sacrificios del camino hasta llegar al pie de la Santa Cruz de cemento, de cientos de metros de altura, en cuya construcción participaron arquitectos de la talla de Pedro Muguruza y Diego Méndez, escultores como Juan de Ávalos y pintores y artistas varios de las artes suntuarias que hacen de la abadía y la basílica un espacio donde todo invita a la oración porque el encuentro con Dios se produce en cualquier momento y en cada rincón.

Con su hermana y unos amigos (03-01-2012)

El Valle de los Caídos, reconciliación y perdón bajo la Cruz

Con fecha 30-07-2020, le dedicaba un artículo, en mi Blog de Miguel Sánchez “El Patriota Español”, con el título de: ¡MI QUERIDO Y ADMIRADO D. ANSELMO, DE 88 (87) AÑOS DE EDAD, CON EL QUE HABLO FRECUENTEMENTE!

 

https://miguelsanchezelpatriota.es/2020/07/30/30-07-2020-mi-querido-y-admirado-d-anselmo-de-88-anos-de-edad-con-el-que-hablo-frecuentemente/

DE MONJE A SANTO

A mí querido monje

A mí admirado Abad Mitrado

A Dom Anselmo, que fue Pedro

A un Santo, que pisa con humildad,

el suelo Sagrado, de la Basílica Pontificia

A un monje austero, bueno y cordial

A un monje, que fundó la Abadía

La Abadía del Valle, hace 64 años

Desde entonces, su vida se consagra en Cristo

Y en el Templo Católico,

Emblemático y Maravilloso, le reza.

Gracias mi Santo Padre, por su Oficio,

por servir a Cristo en la verdadera Fe,

en la austeridad más absoluta,

en el regocijo del Alma.

No han pasado los años, mi querido Abad,

Sus monjes, junto a Vd. padre y al Prior,

Padre Cantera, viven en la época medieval,

Sin lujos, sin banalidades, en absoluta austeridad,

Con la creencia cristiana, su Cruz, su Misal

y su mochila llena de rezos, de misericordia,

de sacrificio por los demás, de Fe,

de perdones, de amor, de humanidad.

Gracias de corazón, por su entrega a Dios,

Gracias por ser mi amigo querido,

Gracias por estar siempre en su sitio.

Yo un humilde pecador, le venero,

Porque irradia Santidad y pido a nuestro Señor

Le pido de todo corazón y humildemente,

Que le conceda muchos años de vida,

Para el regocijo de sus fieles, de los que le queremos,

Como un Monje sabio, humano, ejemplar,

Un monje espiritual, que rebosa amor.

Y expresa con gratitud, rezos y

alabanzas a Cristo Redentor

 

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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