21/11/2024 15:32
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Juego de Tronos pasará a la historia como una excelente serie que sirve como espejo para que los partidos políticos juzguen y corrijan sus comportamientos. La serie pone en evidencia como el valor de los ideales de armonía y progreso e incluso la propia defensa la existencia de una nación son a veces dejados de lado y sustituidos por el mero objetivo de alcanzar el poder y mantenerse en él a cualquier precio. Un ejemplo evidente es el caso del actual presidente de España, Pedro Sánchez. Son sobradamente conocidas sus contradicciones entre lo que prometía que iba a hacer y lo que hace. Los videos en YouTube acompañarán para siempre su biografía. Pero otro ejemplo mucho más ridículo, por su nula posibilidad de llegar al poder, es el caso de Ciudadanos que ni al borde de la desaparición se da cuenta de que los votantes le han abandonado por haber perdido completamente su objetivo fundacional.

Conviene recordar que Albert Rivera, su primer líder, encabezó valientemente la lucha en Cataluña ante la deriva secesionista que había provocado el entonces presidente Zapatero. No le tembló el pulso para demostrar que iba a actuar sin ocultar nada. En su campaña en las autonómicas catalanas de 2006 se atrevió a aparecer en un poster totalmente desnudo, cubriendo apenas sus partes íntimas. Fue una iniciativa algo chocante en aquellos años, pero caló y Ciutadans obtuvo tres escaños. Su mensaje principal era entonces el de transparencia y representación de la izquierda moderada no nacionalista. Sin embargo, poco a poco, fue optando por definirse como un partido catalán españolista, y por ello, a partir de 2007, presentó candidatos en algunas autonómicas y municipales del resto de España, si bien con poca fortuna en sus inicios.

No obstante, su mensaje fue ganando en rotundidad y envió a los votantes una idea central: Cataluña era parte inalienable de España. Desde 2010 hizo intentos para coaligarse con Rosa Díez; el último a mediados de 2014. Lamentablemente, la inteligente y valiente líder de UPyD debió estar en una etapa de atolondramiento, tal vez por el importante crecimiento que su partido había logrado en las elecciones europeas de mayo, en las que obtuvo 4 escaños frente a Ciudadanos que solo logró 2. Rosa Díez rechazó la propuesta de Rivera. Lo hizo en un momento en el que UPyD tenía una implantación política en España muy superior a la de Ciudadanos, salvo en Cataluña, donde este partido ocupaba un espacio electoral con muchos puntos en común con UPyD. La coalición electoral de ambos partidos habría aumentado sus expectativas electorales.

La decisión de Rosa Díez fue absurda porque renunciar a la unión o coalición de formaciones políticas afines es un error estratégico de libro. Ambos partidos, UPyD y Ciudadanos, tenían en común estar centrados en la unidad de España y en la solidaridad interterritorial. La errada decisión de Rosa Díez dio lugar a que el sentido común de los votantes la castigara en las autonómicas andaluzas de marzo 2015, en las que Ciudadanos obtuvo 9 escaños mientras que UPyD no logró ninguno. Esto fue corroborado en las generales de diciembre 2015, en las que Ciudadanos obtuvo 40 diputados mientras que UPyD no logró ninguno y desapareció en la práctica.

Albert Rivera había tenido un ascenso fulgurante tanto a nivel nacional como local, pero ¿cuál era el eje de su estrategia política?

Tras las generales de diciembre 2015 Ciudadanos dio prioridad a la estabilidad política optando por un pacto con Sánchez (84 diputados), que no salió adelante por falta de apoyos, lo que dio lugar a la convocatoria de nuevas elecciones en junio de 2016. En ellas Ciudadanos (ahora con 32 diputados) optó de nuevo por la estabilidad, acordando un pacto con Rajoy (134 diputados) quien logró la investidura el 2 de septiembre de 2016 con la abstención de parte del PSOE.

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Sin embargo, a lo largo de 2017, se produjo en España una situación política crítica que puso a todos los partidos ante la necesidad de definirse en profundidad. La Generalitat de Cataluña aumentó su nivel de desafío a la Constitución española anunciando que iba a convocar un referéndum sobre la independencia de esa región. Ante ello tanto Ciudadanos como el PSOE de Sánchez públicamente “desaconsejaban a Rajoy la aplicación del 155”, lo cual envalentonaba a los independentistas.

El ilegal referéndum se celebró el 1 de octubre de 2017 y la Generalitat emitió la subsiguiente declaración unilateral de independencia. Ante esta situación el presidente Rajoy, tomó la decisión estratégica de poner en marcha el mecanismo del 155. Aunque el PP tenía mayoría absoluta en el Senado y no necesitaba los votos de PSOE y Ciudadanos optó por recabar el apoyo de éstos.

Su equipo preparó, con un nivel jurídico y técnico excelente, el texto del Acuerdo del Pleno del Senado, de 27 de octubre de 2017, que aprobaba las medidas requeridas por el Gobierno en aplicación del 155, y el Real Decreto en el que se detallaban las medidas que el Gobierno había propuesto. Sin embargo, para sorpresa general, las medidas no incluyeron el control de TV3, por presiones del PSOE, y, lo que era aún peor, la convocatoria de elecciones autonómicas catalanas para el 21 de diciembre de 2017, menos de dos meses después de la aprobación del 155, lo cual invalidaba la puesta en marcha del conjunto de medidas previsto para obligar a la Generalitat a someterse a la legalidad constitucional.

De facto, Rajoy renunció a su estrategia inicial de defender con firmeza el orden constitucional y cedió ante las condiciones que PSOE y Ciudadanos (Cs) le exigían para apoyarle. Posteriormente Casado reveló públicamente que Ciudadanos era quien había exigido a Rajoy la convocatoria inmediata de elecciones autonómicas en Cataluña, lo que desactivaba el 155. ¿Por qué? Porque Rivera y su equipo habían considerado que habían dado una imagen de “moderación» y que así podrían llegar al poder en Cataluña y eso los pondría después en condiciones de atraer a una gran parte del electorado nacional del PP y del PSOE.

Sin embargo, se equivocaron en sus cálculos. En diciembre de 2017 fueron el partido autonómico más votado. Obtuvieron 36 escaños, pero aun sumando los 17 del PSOE/PSC y los 4 del PP, se quedaron por debajo de la mayoría absoluta 68 que les hubiese permitido formar un Gobierno constitucionalista. Ni Cs ni PSOE/PSC ni PP habían sabido valorar el impacto de los 40 años de adoctrinamiento catalanista separatista. Habían hecho un mal cálculo estratégico y renunciado a aplicar el 155 tras haberlo aprobado.

El presidente Rajoy fue el mayor responsable de ese error estratégico. No debió haber cedido ante PSOE y Cs. Ni siquiera supo aplicar el 155 durante los casi siete meses que transcurrieron hasta que el 14 de mayo de 2018 el Parlamento catalán eligió a Joaquim Torra como presidente de la Generalitat.

El gobierno de Cataluña sigue hasta hoy haciendo propaganda antiespañola tanto desde sus “embajadas” como mediante su control de la competencia de Educación y desde los medios de radio y televisión. Todo ello ha tenido impacto en los votantes. Las últimas elecciones autonómicas de febrero 2021 han dejado a Cs con 6 escaños, ha perdido 30 desde el 155, al PP con 3 escaños y al borde de la desaparición en Cataluña. Sin embargo, el PSC ha subido y tiene 33 escaños, pero está vendido al secesionismo y a la eliminación de la españolidad de Cataluña. Menos mal que ha entrado en escena VOX que, aunque sólo tiene 11 escaños, es el único que tiene claro que la estrategia adecuada consiste en que la nación española defienda su unidad y que para ello un nuevo 155, esta vez eficaz, es el único camino.

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Las últimas elecciones generales de noviembre de 2019 reflejan el cambio de posicionamiento de los electores. El PSOE sigue en cabeza, pero tan sólo con 120 diputados, muy lejos de una posición holgada. El PP tiene tan solo 89. VOX ha entrado con fuerza y tiene 52. El marxista Unidas Podemos (UP) tiene 35. Cs perdió 47 y se ha quedado apenas con 10. Luego hay una maraña de grupos, entre los que se encuentran nacionalistas, filoetarras, comunistas, etc. que en su mayoría y junto a UP han apoyado al actual presidente Sánchez que es un Zapatero al cuadrado, en su deriva secesionista, insolidaria, guerracivilista, marxista y “progresista”.

Ante este plural conjunto de partidos y pensando en las elecciones generales, que como muy tarde deberían ser el 10 de diciembre de 2023, si es que el presidente Sánchez no las anticipa, conviene a los electores recordar Juego de Tronos. Conviene que valoren quienes buscan el poder por el poder a cambio de lo que sea, quienes utilizan como un arma la palabra corrupción pero no son capaces de criticarla cuando está en sus filas, quienes quieren romper España, quienes actúan como colaboracionistas de estos, quienes buscan obtener partes del botín al margen de cualquier principio, quienes quieren una España solidaria y quienes quieren de verdad la armonía y el progreso de España como nación y en suma la “convivencia democrática”, que señala nuestro preámbulo constitucional.

Desde luego, y con base en nuestra vigente Constitución, el interés general parte del respeto escrupuloso a sus tres primeros artículos: Estado social y democrático de Derecho, soberanía del pueblo español en su conjunto, indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles y el castellano como la lengua española oficial del Estado que todos los españoles tienen el deber de conocer y el derecho a usarla.

A estas alturas, Ciudadanos debería dejar de lado la parte fea de Juego de Tronos, tener un gesto de grandeza y aprovechar su inminente e inevitable desaparición para hacer una declaración de responsabilidad. Debería reconocer que abandonó su eje político principal, una Cataluña dentro de España, que se dejó llevar por descalificaciones partidistas y deslealtades para llegar o mantenerse en el poder. Así al menos dejaría como recuerdo el honesto gesto de que hay que estar dispuestos a reconocer los errores, a dejar el “buenismo” y la falsa moderación, a decir las verdades y a centrarse en lo principal, y a comprometernos a hacer de nuestra nación un modelo de orden y progreso para todo el mundo.

Autor

Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.
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Marranetes ha demostrado que no es de fiar, Rosa Díez lo vio y, aunque su partido desapareció fue más por la condición mular y asnal del españolito que por no unirse a los pijos de Riveleta.
La fugada Arrimadas desertó y allá van donde su ineptitud les lleva…

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