21/11/2024 23:03
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Pues sí. Huele usted a naftalina. Esta pasada de rosca. Y en sus delirios congénitos o adquiridos no se da cuenta que su discurso es añejo. Repite usted lo mismo y con idénticas palabras que lo que se dijo hace seis décadas, y lo hace con el mismo entusiasmo y convencimiento que cuando se creyó que con aquello se “asaltaba el cielo”. Le pasa lo mismo que a su chorbo, son ustedes dos paletos de tomo y lomo que se han dejado la vista en panfletos de la época del FRAP.

    ¿Cree usted, sinceramente, que alguien puede tomar en serio las sandeces superadas en el tiempo que repite como un papagayo? Permítame entonces que la ponga al día. Veamos cómo se lo explico.

    Vera, le digo que esta pasada de rosca y que huele a naftalina, porque sostiene usted para el siglo XXI un discurso desfasado, radical y absolutamente desproporcionado en cuanto a las desventajas en la que se encuentran las mujeres con respecto a los hombres. Un discurso desfasado en cuanto a que la corriente que dominó en Occidente, allá por la década de los años sesenta del siglo pasado, ha sido sustituida a tenor de la realidad, incluso por las patrocinadoras más radicales del feminismo. Radical, le digo, porque promueve, a través de la legislación, dictar la moral que tiene que imperar en aras de conseguir una igualdad de resultados utópica, así como un modelo de mujer. Y absolutamente desfasado, porque otorga un papel esencial a la cultura en el relato de la opresión del hombre sobre la mujer, sin advertir las diferencias biológicas y psíquicas que existen entre ambos sexos. Las mismas que existen, pongamos, entre usted y Pablo Manuel.

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    Los tiempos cambian, señora Ministra.

    No sé si le ha dado tiempo de leer el Refranero español, que se lo aconsejó, siempre y cuando sea una edición que lleve la explicación de las sentencias o dichos. Pues bien, una de esas sentencias o dichos dice… “Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos”. Que quiere decir lo que usted misma intuye. Y eso es lo que puede pasarle, y pasará respecto a sus hijos, que todo su mundo fantástico se le vendrá abajo, porque es un mundo sin razón ni sentido, un mundo antinatural. ¿Qué le dirá a su hijo si le pide para Reyes un Subfusil de asalto (de juguete, naturalmente) en lugar de lo incomprensible que sería que pidiera una Nancy para peinarla y maquillarla? Pues eso, señora Ministra, es lo que hará que se caiga del guindo al que se ha subido.

    Ahora bien, y aquí viene la enjundia del problema, y es que, aunque usted cambie y comprenda que los chicos son chicos y las chicas son chicas, otra vendrá que lo rebata. Y usted misma, pasados los años, tendrá que escuchar a esa niñeta hablar de las mismas sandeces que se enquistan en la Izquierda como los parásitos al organismo vivo. Son ustedes la peste.

    Usted, señora Ministra, se volatiza fácilmente cuando se quema en sus delirios, y lo que hace es ahuyentar a su propio personal, como ha sido en el caso del “Sí es Sí”. Sea usted sensata y haga lo que su compañera, Yolanda Díaz, que esa sí que ha visto claro y ya ve qué proyección tiene. Para mí que todo el que se separa de Pablo Manuel, cuya sombra es alargada, termina triunfando, o al menos no cayendo en el pozo. ¡Cuidado con esto, señora ministra!, hay tíos gafes.

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    Señora Montero, los hombres nunca hemos odiado a las mujeres. Todo lo contrario. Sea usted feliz.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha
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José Ignacio Herrera Badía

Se queda corto…

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