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Articulo de los «Guardianes de la Memoria Azul»

Ana María Perogordo nació en Valencia en el mes de febrero de 1906. Al poco tiempo, y siendo una adolescente, inicia su militancia en la Falange, tanto en Madrid como posteriormente en Valencia. Desde muy joven destacó como una de las primeras introductoras del golf en España, siendo campeona nacional desde 1939 a 1942.
Al poco del inicio de la Guerra Civil, fue detenida por ser falangista y condenada a reclusión perpetua por los delitos de auxilio a la rebelión y desafección al Régimen, consiguiendo ser liberada meses antes de finalizar la guerra en Valencia. Ana María murió en el mes de abril de 1998. Con independencia de ser una de las mejores deportistas y practicantes del golf en España, por su condición de falangista, hoy la recordamos porque fue precisamente ella la que tomó la última foto en vida a José Antonio.
Efectivamente, Ana María, íntima amiga y camarada de las hermanas Chabás (jefas de la Falange femenina de Valencia), en el momento en que tuvo constancia de que su Jefe José Antonio, que además era amigo personal suyo, era trasladado de la cárcel Modelo de Madrid a la prisión de Alicante, realizó las indagaciones oportunas para confirmar dicho traslado, pronto la llamaron de Alicante diciéndole que José Antonio ya estaba allí preso con su hermano.
A los pocos días, y a las órdenes del Jefe Provincial de la Falange de Valencia, el camarada Enrique Esteve, se organizó un pequeño grupo para ir a visitar y contactar con José Antonio en la prisión, allí fueron Vicenta y María Chabás, Ana María Perogordo, Rosario Velasco (la famosa pintora de la que ya hemos hablado en una reseña anterior) y Esteve como Jefe de la Falange valenciana.
Salieron de Valencia el 7 de julio por la tarde, llegando a Alicante con tiempo suficiente para solicitar visita con José Antonio para el día 8. Al salir de la prisión de solicitar el permiso, se les acercó una anciana que vendía lotería y entre todos le compraron un décimo para regalárselo al Jefe. Al día siguiente a primera hora ya estaban en la puerta de la cárcel, tenían miedo de que se hubiera dictado una orden de incomunicación para José Antonio, pero afortunadamente todo seguía normal.
Les pasaron al locutorio de visitas y al poco tiempo salió José Antonio seguido de su hermano Miguel, el Jefe fue saludado brazo en alto por sus camaradas de Valencia, José Antonio sonriendo saludó uno por uno a todos de una forma totalmente sencilla. Pero de pronto José Antonio volvía a ser el Jefe de la Falange, y empezó a realizar preguntas sobre la situación de la Falange valenciana, diciéndoles: «Quiero toda la identidad, toda la hermandad entre vosotros. Sueño para nuestra Falange una fuerza indestructible hecha de claridad y de alegría. Se acercan días malos, pero si no abandonáis este espíritu vuestro de hoy, lucirá la verdad en España».
A renglón seguido y dirigiéndose a Vicenta como Jefa de la Falange femenina de Valencia, le dijo: «Tengo una fe extraordinaria en vosotras, en la mujer de la Falange. Sois nuestra mejor raíz.» De pronto, Ana María con un hablar ansioso le preguntó: «¿Por qué te han trasladado?». José Antonio, para darle tranquilidad le contestó: «No os preocupéis por nada malo. Dios no va a permitir nada malo para Falange». El Jefe les habló con tal serenidad que todos quedaron más tranquilos.
De pronto, Esteve, el Jefe de la Falange valenciana, le dijo a José Antonio que le habían comprado un décimo de lotería y que si tocaba, iban a adquirir una emisora de radio en Valencia, todos rieron con la ocurrencia. José Antonio dio las últimas consignas para el choque que se avecinaba, insistiendo en: «Uniros ahora más que nunca. Actuad dentro de la disciplina más absoluta. Cuando llegue el instante, yo me uniré a vosotros.»
De pronto, y aprovechando un descuido del carcelero que vigilaba la entrevista a distancia, Ana María le dijo al Jefe que le iba a tomar una foto, Miguel quiso retirarse y José Antonio lo impidió, y en tono de broma le contestó a Ana María: «Te vamos a romper la máquina, menos mal que esto nos salva.», señalándose el escapulario que llevaba colgando al cuello.
El carcelero advirtió que finalizaba la entrevista y el Jefe se despidió de sus camaradas valencianos diciéndoles: «A trabajar mucho, que no se diga de la Falange valenciana, Arriba España». Al salir del locutorio, se encontraron con un chaval que no tenía más de 14 años, les preguntó si era verdad que José Antonio estaba dentro de la cárcel, porque venía corriendo desde su pueblo que estaba a una distancia de 18 km, porque quería verle y «hacerse de los suyos».
Ese chaval fue el último que pudo ver personalmente a José Antonio, tres días después incomunicaron al Jefe de la Falange en la prisión de Alicante. Luego ya sabemos lo que ocurrió, el Jefe de la Falange fue juzgado y condenado por una Sentencia ilegal y antijurídica a la pena de muerte, siendo fusilado en un patio de la prisión de Alicante en la madrugada del 20 de noviembre, Sentencia que tiene el carácter de radicalmente nula de acuerdo con lo establecido en el art. 4.1 de la Ley de Memoria Democrática.
(Foto inédita de Ana María Perogordo practicando el golf junto con la última foto que tomó en la prisión de Alicante a José Antonio y a su hermano Miguel, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).

Autor

REDACCIÓN
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