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Que la burguesía catalana es un nido de ladrones que lleva más de un siglo usando la amenaza del secesionismo para explotar al resto de España en su beneficio particular, es algo que Jesus Laínz ha dejado demostrado en sus varias obras al respecto. No hace falta repasar la clase de basura que habita entre estos rancios empresarios catalanes que se juntan en el encopetado Círculo de Economía de Barcelona, para desear que su justo destino sea quedar abandonados a su suerte, sin cobertura de España, sin subvención ni trato de favor alguno, solos, sin más compañía que el 3 % de su añorado Pujol. A ver que tal les va. De momento, además de no comprar un solo producto que venga del empresariado catalanista, habría que tratar personalmente a todos y cada uno de estos tipejos, tanto en Barcelona como fuera de ella, como lo que son, peor que a un mendigo mugroso y maloliente, que desde luego es bastante más respetable que ellos.
Pero lo que debería servir para quitar la venda de los ojos de muchos miembros de la clase media es la postura de la CEOE, que, a través de su jefe, Garamendi, también se ha mostrado a favor de los indultos. En España sindicatos y organizaciones empresariales no son más que parte del sistema, serviles correas de transmisión del poder oligárquico que guía nuestros destinos, grupos de interés que no mueven un dedo si no es para mantener su andorga bien llena.
Convendría recordar a esas clases medias españolas, especialmente a las que se consideran de derechas, que el gran capital nada tiene que ver con la economía de mercado su tradicional credo en el trabajo y el ahorro, ni con la defensa de la propiedad privada. El IBEX35 se ha instalado en el capitalismo de Estado que nada tiene que ver con la economía de mercado y si con el privilegio de estar liado con el poder político. Bancos, aseguradoras, energéticas etc, etc, no tienen más patria que el dinero. Nada de esfuerzo y ahorro, “pelotazos” que diría Solchaga, el que fuera ministro de economía de Felipe González. Por ello se llevan a las mil maravillas con el socialismo, recuerden que es el IBEX35 quine mantiene a flote a PRISA, es decir a El País. Por codicia también están a favor de la agenda globalista, la gran estafa del cambio climático, la transición verde, la ideológia de género y lo que sea con tal de hacer caja. ¿Quiénes se piensan ustedes que se va a llevar el mayor trozo del pastel de las ayudas europeas, las PYMES o los ciudadanos de a pie?
Lo que llama nuevamente la atención es la traición de la izquierda, no a España. Nuestra izquierda contemporánea siempre ha sido antiespañola. Pero no solo han vendido la patria, también han vendido a los obreros que supuestamente defendían. El PSOE hace mucho que representa a una pandilla de pijos ansiosos de enriquecerse junto al gran capital. Lo gordo es que Podemos, los postcomunistas, en realidad han hecho su objetivo, no la defensa de los derechos de los trabajadores, sino vivir a cuenta de los que trabajan. Una izquierda que traiciona a todo a cambio de 30 monedas.
Así, las clases medias que nacen de las pequeñas y medianas empresas, de los autónomos y de los trabajadores, el autentico tejido de progreso y estabilidad del que se nutre una Nación, están atrapados en una pinza. Por arriba por el gran capital que les explota como productores y consumidores para enriquecerse sin mesura, y por abajo por las izquierdas que les esquilman como contribuyentes para mantener a sus redes clientelares.
A ambas partes no les conviene el sentido de comunidad nacional. Por ello trabajan en conjunto para arruinar la unidad nacional. Si hubiéramos tenido unos gobernantes decentes, en vez de al PP en el poder, la intentona secesionista habría podido servir para que el separatismo no hubiera vuelto a levantar la cabeza. Esa derecha del PP, prisionera del gran capital que la sostiene, no supo o no quiso aprovechar la ocasión para alejar la amenaza separatista. Ahora el PSOE, socio de los enemigos de España y aliado del mismo gran capital, reforzará al separatismo con sus indultos y su proyecto plurinacional. Así que, no confundamos defender la cultura del esfuerzo y el ahorro o la propiedad privada, con defender ese capitalismo apátrida que solo persigue el privilegio de las élites.
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