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Como es habitual con todas las publicaciones relacionadas con productos de entretenimiento, avisamos de la revelación de importantes datos sobre la trama de esta serie que bien podría resumirse como una fusión de Matrix, El club de la lucha y Múltiple. Recomendamos al lector interesado en visionar las cuatro temporadas de Mr Robot que espere a leer este artículo una vez haya finalizado. Entendemos, desde ahora, que quien siga leyendo es porque la ha visto o no tiene ninguna intención de verla.
Las cuatro temporadas de Mr Robot pueden resumirse del siguiente modo: Elliot Anderson es un informático que por el día trabaja para una empresa de ciberseguridad y por la noche se dedica a hackear a terceros con oscuros secretos; no siendo ésa su mayor particularidad, ya que padece ansiedad social y, además de problemas para relacionarse con otras personas, arrastra una adicción (en un principio controlada) a la morfina. Cuando entra en contacto con un grupo de activistas asume como objetivo la destrucción de E Corp, una gran empresa que al mismo tiempo es el mayor cliente de aquélla para la que trabaja Elliot. El ciberataque contra E Corp tiene como objetivo la eliminación de las deudas y está respaldado, además de por algún elemento interno de la multinacional, por el Ejército Oscuro, una organización de hackers vinculada con China y los países antagonistas de Estados Unidos. Arrepentido, el protagonista pretende que el caos no vaya a más una vez la destrucción de los archivos de E Corp deja en situación desesperada a millones de personas a causa de la crisis económica que estalla; entre tanto, la compañía lanza una moneda alternativa llamada ecoin que, una vez aceptada por China (la cual habría conseguido la anexión de la República Democrática del Congo en las Naciones Unidas) se convierte en una divisa a escala global. Con el tiempo se desvela que un ministro chino de ciberseguridad también es el líder del Ejército Oscuro, papel que ejerce travistiéndose (y no es una metáfora), y que ese mismo hombre es el impulsor del Grupo Deus, un selecto club de megamillonarios de todo el mundo que en la sombra es el verdadero propietario de E Corp, además de responsable de todos los conflictos acaecidos desde la caída del muro de Berlín. Como venganza por haber manipulado su revolución, Elliot y su hermana logran apropiarse del dinero de todos los megamillonarios reunidos expresamente en el mismo lugar (por allí se insinúa la cabellera de Donald Trump, quien en la serie es propuesto por el ministro chino con afición por los vestidos de mujer como un hombre a promover como presidente de Estados Unidos); finalmente, actuando al estilo de Robin Hood, ingresan la cantidad arrebatada a los megamillonarios en las cuentas de ecoin de todas las personas del mundo en lo que definen como «la mayor redistribución de la renta de la Historia«.
¿Cómo es posible, entonces, que una serie donde despojan a unos megamillonarios de su riqueza no sólo no sea subversiva, sino que vendría a reforzar aún más si cabe la estructura del capitalismo global? En primer lugar, en Mr Robot comprobamos que Karl Marx no se equivocaba al asignar un papel revolucionario a la clase dominante[1], pudiéndose entender en ésta tanto la burguesía industrial del siglo XIX como los oligarcas del siglo XXI: a lo largo de la serie vemos que los tentáculos de personas influyentes en E Corp y en el gobierno chino se entrelazan hasta llegar a provocar una crisis de la cual saldrán muy beneficiados, aumentando su poder sobre la sociedad al lanzar una moneda alternativa precisamente en el entorno virtual que tan dañado había quedado poco antes. Para ello no dudan en utilizar a personas que en algún momento se definen como anarquistas, incluso en instigar algún ataque violento contra las oficinas de E Corp; el anarquismo, con su infantil rechazo a la existencia del Estado y de toda estructura de poder, es el disidente ideal para los poderosos porque su aura de idealismo romántico es absolutamente inofensiva y no pasa de la algarada violenta en el peor de los casos. El anarquismo como ideal de la disidencia contra el Sistema, las revoluciones en el fondo planificadas y deseadas por los poderosos, la mano de China entre bambalinas… De todo ello el espectador puede sacar el siguiente resumen: cuidado con las revoluciones, sólo traen inestabilidad y problemas para beneficiar a los poderosos de turno. Porque la serie tiene el final aparentemente feliz de que a unos megamillonarios (entre ellos el detestado Donald Trump) les roban el dinero, que es repartido entre el resto de personas del planeta, pero cualquiera con un mínimo conocimiento sabe que no es lo mismo repartir una fortuna entre millones de individuos que alterar el cómo se produce ese dinero, es decir, cuestionar el modelo de producción capitalista que hoy en buena medida se sostiene en la especulación y el sector servicios; porque ahí está la clave, en la estructura y no en los nombres individuales, por muy importantes que sean (por eso los mismos medios del globalismo un día pueden ensalzar a Bill Gates como un filántropo y al siguiente como un acosador sexual). El capitalismo es cuestionado por Elliot y sus compañeros hackers, pero todos ellos terminan arrepentidos y aterrados por las repercusiones de la crisis que hacen estallar y buscan el modo de revertir el mal causado. La respuesta al caos de toda revolución en Mr Robot no es muy diferente a la tomada por el bloque occidental capitalista tras la Segunda Guerra Mundial: redistribuir la renta hacia abajo para ahorrar problemas sociales que deriven en inestabilidad. Y ahora que asoma China por el horizonte (en la serie no reparan en mostrar una mano negra china con ramificaciones por todo el mundo, como antaño ocurría con la Unión Soviética) no es casualidad que las producciones televisivas hagan hincapié en ciertos puntos.
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