22/11/2024 12:32
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Si Fauci tuviera un adarme de honor o una pulgada de vergüenza renunciaría a su cargo y no esperaría a ser despedido.

Allá por la década de 1960 se puso de moda en los Estados Unidos la novela y la película «The Manchurian Candidate», protagonizada por el legendario Frank Sinatra. La trama se desarrolla alrededor de un veterano de la Guerra de Corea de nombre Raymond Shaw, que pertenecía a una acaudalada familia americana. Durante su cautiverio, Shaw sufrió un intenso «lavado de cerebro» a manos de sus carceleros comunistas. A su regreso a los Estados Unidos, Shaw se convirtió en un asesino involuntario en una conspiración comunista internacional cuyo objetivo era derrocar el gobierno norteamericano. Hasta ahí la ficción. Ahora pasemos a la incómoda realidad de nuestros tiempos.
En los últimos 18 meses los Estados Unidos se han visto conmocionados por el ataque más devastador y brutal de toda su historia. En este tiempo, el país ha perdido más del 50 por ciento de todos los caídos−1.1millones− en todas las guerras libradas por los Estados Unidos desde su guerra de independencia contra el Imperio Británico.
Hasta principios de este mes de junio de 2021, más de 34 millones de americanos han sido infectados por el virus y más de 600 mil han perdido la vida. Ya todos ustedes saben que me refiero a la furtiva pandemia del Corona Virus desatada contra el planeta por una China Comunista que aspira a convertirse en el imperio más poderosos del mundo.
Parte de la estrategia de los malvados de Pekín ha sido la de «tirar la piedra y esconder la mano», como la célebre gatita de María Ramos. Para ello ha contado con la cooperación de americanos que han puesto la vanidad personal y la notoriedad profesional por encima de su lealtad a la tierra donde nacieron. El más destacado entre esos apátridas ha sido elevado a niveles de infalibilidad por una prensa globalista que se abochorna del poderío de los Estados Unidos. Ya ustedes saben el nombre del sujeto pero yo lo repito para que no queden dudas. El traidor a la patria y apologista de China Comunista se llama Anthony Fauci.
En un principio, la mayoría tomamos en serio las opiniones de Fauci. Como ciudadanos de un país libre presumimos que el hombre encargado de proteger a los Estados Unidos del Coronavirus era un hombre íntegro. Presumimos además que era un hombre honesto. pero nos equivocamos de «medio a medio.» Fauci demostró no ser otra cosa que un corrupto burócrata del gobierno federal, profundamente politizado y con frecuencia deshonesto.
Y más traumático todavía fue descubrir que el mismo Fauci estaba implicado en la pandemia que tenía la responsabilidad de combatir. Fauci participó en el experimento peligroso y grotesco que hizo posible la creación del Covid 19. Fauci sabía perfectamente que él había proporcionado fondos de los contribuyentes americanos para financiar esos experimentos y estaba aterrado de que la información saliera a la luz. Lo demostraron unos correos electrónicos, hasta ahora desconocidos, que fueron prueba fehaciente de que Fauci había mentido bajo juramento.
A pesar de todas las pruebas, Fauci negó rotundamente que los Institutos Nacionales de la Salud hubieran financiado en momento alguno los experimentos en el laboratorio chino de Wuhan, donde se originó el Covid 19. Esta fue su respuesta a preguntas insistentes del Senador Rand Paul sobre el origen del virus. Acentuó su respuesta diciendo: :»Tengo la más absoluta certeza». Pocas horas más tarde dio marcha atrás y dijo que NO estaba totalmente seguro. Esa misma tarde, Fauci admitió que había proporcionado una modesta colaboración económica al experimento chino. Algo así como «estar preñado a medias». Este arrogante burócrata que se considera superior al resto de la  humanidad está aprendiendo que : «Primero se coge a un mentiroso que a un cojo.»
En una de sus comparecencias ante el senado, el senador Rand Paul no permitió que Fauci se escapara de su pregunta  específica con una de sus peroratas genéricas. El senador insistió y le preguntó de nuevo: «¿Financiaron los contribuyentes americanos una investigación peligrosa encaminada a fortalecer virus de murciélagos en el Instituto de Wuhan?.» La respuesta de
Fauci fue NO. Pero la respuesta correcta era SI . Una vez más, Fauci evadía responsabilidad escudándose detrás de sus mentiras. 
De hecho, los Institutos Nacionales de la Salud donaron 3.7 millones de dólares a una compañía sin fines de lucro con base en Nueva York llamada EcoHealth Alliance, dirigida por el británico Peter Daszak. Acto seguido y con la aprobación de los Institutos Nacionales de la Salud,  Daszak donó 600,000 dólares de ese dinero para financiar una investigación del Instituto de Wuhan sobre el efecto del coronavirus en los murciélagos. Todavía no lo sabemos pero cada día hay más indicios de que la pandemia del coronavirus tuvo su origen en el Instituto de Wuhan y no en un mercado de animales como hasta ahora ha afirmado Fauci y la izquierda que lo ha elevado a la categoría de «santo de la ciencia».
Fauci ha utilizado su prestigio de 37 años como Director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas para calificar de conspiradores a quienes afirman que el Covid 19 se originó en el laboratorio chino. La realidad es que este hombre ha cambiado de opinión con la frecuencia de quien se cambia la camisa, desde el uso de mascarillas y la inmunidad de rebaño hasta su oposición a la prohibición de Donald Trump de los viajes procedentes de China en enero de 2020.
Pero lo más importante dentro de esta sarta de mentiras y desinformación es castigar a los responsables de desatar sobre la humanidad este ataque artero y solapado del Coronavirus. No se puede permitir que el gobierno maligno de Pekín disfrute de impunidad mientras los afectados hemos sufrido pérdidas económicas, humanitarias, sicológicas y hasta políticas. En cuanto a las políticas tenemos el fraude electoral que llevó a Biden a la Casa Blanca.
Un importante primer paso podría ser el reconocimiento por el gobierno de Biden de que la pandemia se originó en el laboratorio de Wuhan. El segundo obligar a China Comunista a indemnizar a los afectados. Pero todo tiene que comenzar con la renuncia de Anthony Fauci, un hombre que ha puesto su vanidad personal y el encubrimiento de la maldad de China Comunista por encima de sus deberes profesionales y de los intereses de su patria.
No tengo pruebas de que Fauci sea el «espía de Manchuria» como me pregunto en el titulo de este trabajo. Pero no tengo dudas de que este miserable ha hecho un daño de proporciones siderales al mundo entero. Si Fauci tuviera un adarme de honor o una pulgada de vergüenza renunciaría a su cargo y no esperaría a ser despedido.

Autor

REDACCIÓN