22/11/2024 00:24
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El Moro, siempre taimado y traidor nos lleva ventaja. Sabe desde la Marcha Verde a quien se enfrenta, y mueve sus piezas en un tablero con una estrategia que domina: el chantaje sobre el sobrado conocimiento que tiene de su oponente, España, o mejor dicho, los españoles. Conocimiento que aseveró suficientemente tras la reacción que dejó (NINGUNA) entre la población española el mayor atentado yihadista en Europa, el Atentado del 11 de Marzo de 2004.  

    Tras la ocupación de Ceuta en mayo de 2021, estrategia triunfal de Marruecos para seguir poniendo a España contra las cuerdas, España, fiel a su apuesta de cortoplacismo, cedió, transfiriendo unos cuantos cientos millones de euros al Moro a cambio de un mayor control migratorio. Demostrándose una vez más que nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Armadas no son capaces de defender nuestras fronteras, y eso que hablamos de impedir la entrada a unos desarrapados. Al tiempo que nos quedábamos con varios cientos de jóvenes marroquís, a los que sumar a los que ya tenemos, Caballo de Troya de Mohamed VI, a quienes mantenemos, educamos y formamos.  

    ¡Viva la Pascua Militar y viva, sobre todo el vino!

    Ahora resulta que Marruecos cierra sus puertos y fronteras con España, dificultando nuestras relaciones internacionales, y mañana es seguro que nos enviará a un número dosificado de yihadistas como advertencia, so pena de no seguir bajándonos los pantalones (pongamos por caso: no defender la libre determinación del pueblo saharaui o dejar de ser soberanos para dispensar atención médica a quien queramos, como fue el caso de la que recibió Brahim Gali, líder del Frente Polisario). Asuntos que no sólo defiende la izquierda. Con lo fácil que sería estrangular económicamente a Marruecos, comenzando por no admitir a ningún marroquí en suelo español, que son en su mayoría fuente de innumerables problemas.

    Con todo, lo más grave es el hecho de la señalización que acaba de hacer Marruecos en las fronteras con Ceuta y Melilla, donde se puede leer: “Puerta a Melilla” y “Puerta a Ceuta”. Lo que exigiría que alguien, por supuesto uniformado, una noche y emboscado, borrase lo de “puerta” y pusiese “frontera”. No digo que el Moro no volviese a las andadas, que de casta le viene ser vil y taimado, pero sería todo un símbolo. Esto es, un acto que establecería una relación de identidad con la realidad. Y eso, señores, hoy por hoy tiene que hacerlo un militar en activo.

    Del Moro se olvidan muchas cosas, y se transigen muchas más. Se olvida que en el “Discurso del Trono”, lo que aquí es el “Discurso de Navidad”, Mohamed VI reclama insistentemente Ceuta, Melilla, el islote Perejil, las islas Chafarinas, las islas Alhucemas, el Peñón de Vélez de la Gomera y la isla Alborán, sin descartar las islas Canarias. Que es lo que le pide Mohamed VI a su “primo” Felipe VI, el Rey de los tuiteros: “inaugurar una nueva etapa”, a lo que éste le responde acorde a su talante pacifista y dialogante: “consolidar una nueva relación”… Nueva relación, ¿para qué? Para ir cediendo paulatinamente, ¿cuánto? ¿Hasta dónde?

    Hemos hablado de lo que se olvida del Moro, digamos ahora lo que se le transige. Pues, las constantes y reiteradas violaciones de los derechos humanos contra su población y en el Sáhara, y el sistemático incumplimiento de las relaciones judiciales internacionales como la exclusión de las aguas del Sáhara del acuerdo de pesca, y la delimitación de sus aguas de las de nuestras islas Canarias. Entre otras cosas.  

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    Si es verdad que quien da primero, da dos veces, resulta patético que ni siquiera respondamos a la tercera, a la cuarta ni a cuantas nos quiera dar el Moro.

    Por ende, cientos de rumanos afincados en España están dispuestos a dejar su trabajo y su vida para marchar a defender su patria. Porque es de nobleza saber que amar la Patria es un deber que adquirimos al nacer.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha