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Cada vez que me veo obligado a consultar el proyecto de LOMLOE me llevo sorpresas. Empiezo por comprobar que es peor que lo que ahora tenemos, tanto en la forma como en el contenido. Peca por exceso del vulgar uso del lenguaje inclusivo; es tan reiterativo y aburrido que se convierte en un total despropósito. Hay situaciones contradictorias y torpes como abusar de esa interactividad y, en otras ocasiones, lo pasa por alto por no se sabe qué motivo. La redacción es un hazmerreír y con ella no aprobaría el alumnado de ESO y menos aún el de bachillerato. Bien es verdad que, por obra y gracia de la nueva ley, titulará hasta el apuntador sin esforzarse en exceso.
Fíjense en una contradicción: tanto como abusan del lenguaje inclusivo otras veces se olvidan de ello: “La propia Ley definió las evaluaciones (…) y los aprendizajes de los alumnos (¿y alumnas?) como elementos esenciales para conocer el funcionamiento de ambos y los resultados obtenidos por los alumnos (¿y alumnas?) escolarizados en las etapas obligatorias”. En vez de jugar con esa inclusividad que parecen no dominar, deberían aprender que existen vocablos como alumnado, profesorado, ciudadanía, concejalía… Supongo que la RAE no insistirá más en el tema porque es como predicar en el desierto.
Hablen, incluso, de derechos de la infancia y no mencionen tanto eso de “Derechos del Niño de Naciones Unidas” porque se están forrando de estupidez y en Europa hace tiempo que les apuntan con el dedo mientras de mofan a carcajada batiente. De expresiones como “nuestros jóvenes” abusa sobremanera, al igual que omite “mujeres” muchas veces, lo que no concuerda con sus presuntas convicciones; eso demuestra que es una ley inducida a presión, como lo fue la ‘non nata’ Ley de Libertad Sexual que la “marquesa” de Galapagar fue incapaz de redactar y que el ministro de Justicia llenó de tachones y correcciones en rojo, faltas de ortografía y acentuación incluidas aparecían.
Tal vez eso sea lo de menos para el Gobierno, siendo lo de más el hecho de quererse hacer con el control de la educación. De momento no entraré en otras ideas de lo que se puede hacer una vez controlado el sistema educativo. Las modificaciones que observamos en el proyecto son más propias de insensatos y analfabetos que de técnicos en educación. Si no arregla el desaguisado la ministra, Isabel Celaá, acabará “su” ley pareciendo un TBO feminista y confundiendo el lenguaje inclusivo con el sexual.
Y si desean seguir mofándose de lo que puede llegar a ser la Ley Orgánica para la Mejora de la Ley Orgánica de Educación, seleccionen un texto no muy largo y péguenlo en un buscador, muchas de esas selecciones textuales llevan a informes, dictámenes, libros, revistas y documentos varios; con ello se demuestra que hay plagio, al menos parcial, en la LOMLOE. Es un hecho, pues, que el “Doctor Cum Fraude” sí ha aportado algo, pero negativo, al país: la mentira, el fraude y la irresponsabilidad de la que tantas veces hemos hablado y dado contundentes pruebas.
Hace unos días critiqué la vulgaridad de algunas páginas del proyecto de LOMLOE. Hablaba de las “sesudas” modificaciones donde sólo se añade la forma del femenino; no dejan de aparecer coletillas risibles como: “…y niñas”; “…y alumnas”; “…y profesoras”; “…y madres”, por poner ejemplos que se repiten hasta la saciedad. Desde la misma Exposición de Motivos de la LOMLOE se empieza abusando del absurdo lenguaje inclusivo. Créanme que sólo falta que, en vez de él, utilicen la arroba para el masculino y el femenino, como hace años hacía Izquierda Unida y algunos grupos de su influencia en ayuntamientos y colectivos diversos; entonces sí que hubiera sido el colmo de la mofa mundial. Un dato más: hasta el profesorado se siente molesto con esas absurdas formas que, dicho sea de paso, en los centros educativos se recomienda no utilizar por absurdas, erróneas y no aconsejadas por la RAE. Para otro momento dejamos eso de la calidad y la equidad tan alejadas de este proyecto que nos quieren meter a presión y de forma exprés.
No me cansaré de recordar que en el Ministerio de Educación no han dejado de retorcer la reglamentación cuanto han podido. El objetivo fundamental era distanciarse de la comunidad educativa, evitar debates, no confrontar ideas y trabajarse al ‘rufianesco’ independentismo. Y ya conocen el resultado: enfrentamientos en el Congreso y Senado, además de acaloradas protestas en la calle, así como oídos sordos y aplausos sin sentido por parte del Gobierno.
En cuestión de protestas, estos días las calles se llenan de lazos naranjas y pancartas con el “#StopLeyCelaá”. Unas quejas que la ministra llama “ideológicas”, además de no verlas razonables porque aparecen menores en las manifestaciones, igual que aparecían en las del golpismo catalán. Curiosamente sí veía con buenos ojos las “mareas verdes” que tanto apoyó el PSOE. “No nos parece que la concertada corra riesgo, no está cuestionada en la ley ni tampoco la libertad de elección”, dice la ministra. ¿Será que no sabemos leer y ella sí? Le recuerdo, señora ministra, que usted fue una de las personas más beligerantes contra la Ley Wert (LOMCE); sin duda una ley muy por encima de la LOMLOE y basada en el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, la igualdad de oportunidades, la equidad y el sentido común. ¡Qué manera de cambiar el rabo a conveniencia, señora ministra!
Escuche, ministra Celaá: en la profesión alfarera, la mayoría de las piezas se hacían mediante “tiros de tiradera” hasta completar esas y, cuando una pieza estaba un tanto defectuosa, se decía eso de “le falta un tiro de tiradera”. Pues, respetable, pero no admirada ministra: usted está demostrando que le falta eso: un tiro de tiradera y a su ley varios. Y si sigue en la misma línea que hasta ahora, corre el riesgo de que le “hagan los perrillos” antes de que abandone la titularidad del ministerio.
Empiece por respetar a los padres y no deje de respetar a la plataforma Más Plurales. Los actos contra “su” rocambolesca ley se están llevando a cabo dentro y fuera de los colegios, pero nunca se llegará a sacar a los menores de clase para que acudan a las manifestaciones. ¿Me va a negar que las “Mareas verdes” los llevaban a las ‘manis’ en vez de llevarlos a clase en algunas comunidades autónomas? ¡No se endiose, ministra, y baje al suelo!
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