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Si el 13-F hay debacle en el Partido Popular en Castilla y León, tanto Casado como Mañueco deberán dimitir esa misma noche, con todos sus equipos.
Las urnas nos dirán si Fernández Mañueco acertó convocando elecciones o se precipitó. Si tenemos en cuenta las posibilidades de traición y cuanto se estaba cociendo, entonces egoístamente sí hizo bien, pero desde mi punto de vista y dado el momento de pandemia, no fue lo más acertado. Voy más allá: pensando en la ciudadanía de la comunidad, nunca debió hacerlo tan a la ligera, pero si sólo pensaba en su partido y en creerse como Díaz Ayuso, la metedura de pata es incorregible. Insisto, es un error. Posiblemente, el 13-F se tire de una oreja el Partido Popular y no llegue a la otra.
Cierto es que las encuestan dan ganador al Partido Popular de Mañueco, pero no tan ganador como en los primeros días de la campaña electoral. El primer debate ha desengañado a muchos seguidores del presidente Mañueco y ha acabado de desinflar por completo a los ‘Tudanquistas’. Únicamente, Francisco Igea, candidato de Ciudadanos, ha instalado la duda en sus exvotantes y en un buen número de indecisos.
A las formaciones residuales apenas se las ha visto en campaña y ni siquiera conocemos a sus candidatos, excepto a Pablo Fernández, «paracaidista» de Podemos en Valladolid, desertor del leonesismo por temor a quedarse sin sillón y sin abultada nómina, además de preocupación egoista de regresar a su quiosco. Pero nos falta un dato: ¿Por qué Podemos ha desdeñado a Yolanda Díaz en la campaña electoral de Castilla y León? ¿Tienen miedo un sector ultrasiniestro a que les coma la tostada? Algo huele excesivamente mal en la extrema izquierda, desde el odio hasta el revanchismo visceral.
No tengo ninguna duda de que el director de campaña de Mañueco ha sido muy torpe. Plantear esa contra Pedro Sánchez es una brutalidad y un paso a destiempo, tal vez fruto de un claro desconcierto. Eso puede hacerlo el director de campaña de Díaz Ayuso porque esa mujer es un torbellino, azote incuestionable y reconocido hasta por los propios socialistas, que incluso asusta en los debates al destrozado Podemos, pero Mañueco no es rival ni siquiera para Francisco Igea; eso sí, éste no puede movilizar el material de campaña que tiene Mañueco a su disposición.
Entre esa inutilidad que vienen demostrando Mañueco y su director de campaña, unido al nulo atractivo del socialista, Luis Tudanca, el CIS de Tezanos se ha visto obligado a echar una mano a su candidato. Lo ha hecho con un nefasto cocinado de su encuesta, invención de datos y torticeros trucos, pero el caso es que lo ha hecho. Las mentiras no cuentan: hasta Meritxell Batet acaba de retrasar la reunión de la mesa del pucherazo en el Congreso para después del 13-F, conocedora de su falsedad, el ridículo y el desprecio que puede sufrir su partido. En España mienten y no pasa nada. Me da la impresión de que nos toman por tontos, inútiles y analfabetos.
No vamos a entrar sobre qué tipo de votos atrajo Díaz Ayuso ni en por qué arrasó en Madrid porque es de sobra conocido. El presidente, Fernández Mañueco, está a años luz de todo eso. Se ha dejado arrastrar por Pablo Casado para inutilizar el efecto Ayuso y, al ver lo que está sucediendo ahora, acuden a la presidenta madrileña como necesario reclamo electoral.
Díaz Ayuso puede echar una mano, aunque –tanto Casado como Teo, Mañueco o su jefe de campaña– merecen que se la eche al cuello, por incompetentes y engreídos. Sin Vox no podrá gobernar el Partido Popular y esa colaboración le va a costar a Mañueco más de lo que se cree, sobre todo si deja meter las manos en León y en Castilla a los títeres de la feria popular, Casado y don Teo.
Alfonso Fernández Mañueco no genera simpatía, ni atractivo. Carece de gancho. Más parece un falso incendiario de la nada que un líder carismático de duro perfil con los abusos del socialcomunismo. Vox puede comerse a Mañueco con patatas: no tiene el don del convencimiento ni el equipo necesario para dar batalla a los líderes de la derecha, tan distinta y ajena a esa «derechita cobarde» que pretende ofrecer más de lo mismo. Nada por aquí, nada por allá, simplemente un conejo casual que ha equivocado el mensaje y el destinatario.
Tengo la mala costumbre de leer los programas electorales. Puedo asegurar que el programa del PP no es atractivo ni para sus votantes, de ahí que miles de ellos salgan despavoridos hacia la única formación que parece plantear con claridad la solución de sus problemas. Incluso, algunos pueden aterrizar en Ciudadanos para dar a Francisco Igea esos dos o tres procuradores en las Cortes de la carretera de Salamanca, aunque solo sea como reconocimiento por el buen hacer y los desvelos de Verónica Casado y su equipo.
Negar el triunfo del Partido Popular tal vez sea negar la evidencia, pero para gobernar precisa que Casado y su malicioso núcleo de Génova se coman muchas de las estupideces que han dicho en campaña. Si Mañueco no revisa sus planteamientos respecto a Vox, lo mejor es que vuelva a convocar elecciones, sin dudarlo.
Los partidos residuales no le darán votos para gobernar porque son marca blanca del socialismo o del comunismo, los socialistas se la tienen jurada desde 2019, los comunistas nada aportan a la comunidad y, si el leonesismo se radicaliza hacia el independentismo, lo mejor es facilitárselo o ignorarlo.
Insisto, ha sido un error de bulto la convocatoria electoral en Castilla y León. Con los datos que ahora mismo tengo en la mano, Fernández Mañueco se tirará de las orejas y hará rogativas a Vox. Si el 13-F hay debacle en el Partido Popular, Casado y Mañueco deberán dimitir la misma noche electoral, con todos sus equipos.
El voto útil no es el PP, sino el que ustedes depositen, amigos. No se dejen engañar.
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