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Es un buen momento para reflexionar y sacar conclusiones. En España, cuando se trata de analizar resultados electorales, lo solemos hacer de una forma sesgada y muy parcial. Nos comportamos de manera muy subjetiva, lo que tiene como objetivo que la realidad aparezca falseada y ajustemos lo sucedido a lo que verdaderamente nos hubiese interesado que pasara, sea esto cierto o no. Hemos tenido elecciones autonómicas en Galicia y las provincias vascas y, como es habitual, los partidos políticos, lejos de hacer autocrítica, se afanan en desdibujar la realidad y generar un mundo paralelo y virtual, muy alejado de lo sucedido.
Podemos desaparece en Galicia y de los 14 escaños que pierden, 13 van a parar a los rústicos del BNG, una formación nacionalista y violenta, con ensoñaciones de grandeza y que no considera compatible que se pueda ser gallego con ser español. El otro escaño se lo queda el PSOE, lo que significa que el elector de Podemos en esa comunidad estaba más cerca de la anti España más radical, que de la anti España más clásica que representan los socialistas. El nacionalista gallego Núñez Feijóo, consigue su cuarta mayoría absoluta, prescindiendo de la marca PP. Algunos quieren ver en este triunfo un acercamiento al centro y un modelo a seguir. Resulta curioso que cuando nos dijeron que el centro era Ciudadanos, Feijóo prescindió de ir conjuntamente con los naranjas, de utilizar el nombre del Partido Popular y el suyo propio, y todavía resulta más curioso, algo que dicen los mismos líderes regionales populares, que deben su presidencia en la comunidad autónoma donde gobiernan al apoyo externo de Vox, al que consideran la personificación del mal, excepto cuando les aprueban sus propuestas. Curiosa forma la que tienen estos «Barones regionales» del Partido Popular de ser de centro mientras se dejan apoyar por la derecha. Todavía siguen sin darse cuenta de que la victoria de Feijóo se debe más a los «deméritos» de los demás, que a los méritos propios, se debe más al miedo y al mal recuerdo que dejó el gobierno del bipartito formado por socialistas y separatistas, que a la persona de Feijóo. El Partido Popular hubiese ganado en Galicia aunque el candidato fuera la momia de Manuel Fraga. El comportamiento de Feijóo es peligroso, blanquea al nacionalismo presentándolo como una opción valida, siempre y cuando la represente él. Todos sabemos y conocemos cómo acaban estos experimentos.
En las provincias vascas ganó el otro nacionalismo de derechas, encarnado por el PNV, el partido de los negocios vascos, los más parecido a Núñez Feijóo. Aquí el Partido Popular lleva 20 años jugando a ser el PNV y al final lo han conseguido. De 9 escaños han pasado a 4, el quinto se lo han dado a Ciudadanos que, sin hacer nada, ha conseguido entrar en el parlamento de Vitoria. Alfonso Alonso acusa a Vox de haberles «robado» un escaño mientras no se preocupa de los 4 que les han regalado al PNV y del entregado a Ciudadanos. Las conclusiones que saca la dirección del partido y algunos de sus líderes regionales, no pueden ser más equívocas y erróneas. Hablan de imitar a Núñez Feijóo y virar al centro, cuando fue él quien escondió la marca Partido Popular y se negó a ir en coalición con el centro, que según ellos representa el partido de Inés Arrimadas, y allí donde utilizaron la fórmula España Suma, resulta que solo suma Ciudadanos, un partido parásito que vive del aire y la respiración asistida que el Partido Popular está dispuesto a darles. Igual lo que funciona es cambiar la marca y esconder las siglas PP. En esta comunidad, también Podemos perdió la mitad de su electorado, que casi en su totalidad fue a parar a los amigos de los asesinos de ETA, lo que viene a significar, que los votantes de podemos están mas cerca de los colegas de ETA que de los socialistas del PSOE.
El partido de Sánchez no rentabiliza los desastrosos resultados electorales de sus socios de gobierno. La posición de Sánchez sale fortalecida dentro del gobierno, pero es una victoria pírrica y preocupante. El antiguo votante de Podemos, se refugia en todo tipo de alternativas más violentas, extremistas y radicales que las que representa el PSOE, pero para Núñez Feijóo, lo verdaderamente importante es expulsar a Vox de las instituciones y no a Bildu etarras o todo tipo de aldeanos periféricos como el BNG, PNV o ERC. Todo muy centrado y moderado.
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