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Se llama Francisco Javier López Álvarez, aunque por su nombre real le conocen más bien pocos. Hijo de otro sinvergüenza y ladrón como el nene, de casta le viene al galgo. Vástago de uno de esos que ellos mismos definen como históricos del PSOE y UGT. El papá fue participante del Congreso de Suresnes, ayudando, con su clara inteligencia, a mantener la estructura del partido en los tiempos de la clandestinidad. Se llamaba, Eduardo López Albizu, más conocido por el apodo de «Lalo». Pues bien, el tipo, mucho antes de cascar en el 1992, colocó a su hijo en el partido y así en 1975, el hijo de «Lalo» entró en las Juventudes Socialistas con tan solo 16 añitos, nació el 4 de octubre de 1959. Sin ningún estudio superior acabado, contaban en su entorno que el angelito aparte de analfabeto era muy bruto y aunque en su currículo aparece reseñado que realizó estudios de ingeniería industrial, eso tiene pinta de ser tan real como el doctorado de su jefe, Don «Antonio». Igual que su padre tenía el apodo ya indicado, el joven gozaba ya desde el principio de su meteórica carrera dentro del partido, de otro apodo puesto por sus propios compañeros, le llamaban, el hijo «Lelo» de Lalo… 

Como los buenos toreros, este prenda se cambió el nombre porque ese de Francisco le sonaba poco acorde con su ideario político de justicia y libertad para su pueblo y así nació de la noche a la mañana el gran e inefable, Patxi López. El ágrafo que, en cierta ocasión, y no es broma, le preguntaron por el principio de Arquímedes y como el tío no sabía de qué coño le estaban hablando para intentar salir del aprieto contestó que «a cuál de ellos se refería». Bien, este indigente mental que no sabe hacer nada más que medrar y que desde la más tierna edad no ha trabajado fuera del PSOE ni un solo día de su asquerosa vida, ha tenido el cuajo y la poca vergüenza de salir hace unos días a la palestra muy ofendido proclamando su indignación porque la opinión pública, la que no tienen comprada, se rasgue las vestiduras por la subida de sueldos de los diputados. Además, se ha permitido la desfachatez de decir que gracias a la izquierda se sientan en el Congresos políticos del pueblo y para el pueblo. Que antes la política de este país la realizaban los señoritos de las derechas y los ricos con títulos nobiliarios. 

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El hijo «Lelo» de Lalo, estaba muy enfadado y reconoció estar suficientemente bien pagado, él y todos los demás.  Además, el muy sinvergüenza, se extrañaba de cómo había sectores realizando todo tipo de críticas demostrando así una actitud sumamente insolidaria con la clase política. 

Escribiré muy pronto sobre algunas cifras escandalosas que perciben estos tipejos y tipejas de un gobierno sin ningún nivel académico y sin ninguna vergüenza. Un gobierno en el que el «Lelo» de Patxi vocifera gesticulante delante de una opinión pública extenuada que se queda atónita ante un payaso malvado que se carcajea de esta sociedad agonizante con la esperanza de que repartiendo unas pocas migajas, los gilipollas que les aceptaron lo volverán hacer. 

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.