22/11/2024 09:24
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Ningún ser humano puede estar más agradecido a Franco que los auto bautizados «rojos», hoy «progresistas». Si fueran un poco normales, nada más alejado de la realidad, reconocerían a quien dio sentido a su vida y se la normalizó. Primero se la perdonó y pacificó y después, se la edificó. Aún nos cobijamos bajo los restos de aquel gran edificio que ellos van dinamitando desde los cimientos. Es el precio de la ingratitud, esta gente convirtió el amor en odio por inspiración diabólica. Pero un odio de sexta generación como esos incendios endemoniados. Ellos también lo están. Nadie es capaz de comprender el odio de la izquierda al ser humano entre cuyo ser está el español de bien. Niñatos que ni conocieron a Franco ni a nada de aquello y resulta que le tienen un odio exacerbado, radical e incomprensible y son ellos, los propios autores, los primeros en no comprenderlo. Nadie entiende cómo se puede odiar así a lo que ni se ha conocido. Llevan chupando dinero y no se hartan nunca desde antes de morir Franco, y mientras más chupan, más quieren seguir chupando. Es como querer contentar a los supremacistas catalanes. Son insaciables. Mientras más, más quieren, usándolo como arma para descuartizar España. Aquí no hay cosa mejor pagada que el odio, cuando ya no queda justicia social. ¿Quién iba a entender a los españoles mejor que Franco?

Pero los interrogantes no se acaban. ¿Por qué nos tienen que imponer el comunismo? ¿Por qué nos tienen que eliminar nuestra sagrada libertad de ser y pensar? El hombre es un ser racional, libre y compuesto de alma y cuerpo. Ahí está la clave. Eso para el comunismo es veneno y por eso lo extermina. El comunismo que no es más que el imperio del diablo, usa todas las argucias, disfraces, trampas y mentiras para colarse en el ser humano. Ahí lo tenemos en la meiga gallega que pone carita de buena representando al demonio disfrazado y quiere relevar a Pedro Sánchez: Yolanda Díaz. Comunista recalcitrante que dice sobre las protestas en Cádiz: «Los trabajadores no son delincuentes, están defendiendo sus derechos». Y ¿quién es el responsable de su protesta? La ministra de trabajo sigue obsesionada con la tanqueta. Habrá que llamarla así. Va ser la culpable de todo lo que pasa en Cádiz, la tanqueta que es ella misma.

La tanqueta y vicepresidenta segunda del Gobierno que es a la sazón, además ministra, conforma el gobierno y la oposición a la vez. Es hermafrodita. O sea, no binaria. Hace lo mismo que el Kichi, el cantamañanas que manda en Cádiz y quema contenedores y coches con los huelguistas. El bicho este que figura de alcalde, la primera que hizo fue revolucionar el callejero, cambiando 29 calles y plazas de la capital. Ahora está en su salsa. Hay que juntarlos con Enrique Santiago, el terrorista/comunista, de la FARC, secretario general de los comunistas, autor de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, contra la policía. Hay que inventar siempre un enemigo, aunque no exista rastro ni señal de él, que es lo que hacen. Ese es el comunismo, feminismo, anti fascismo, terrorismo y todos los ismos perversos. Son los «progresistas» sacando pecho de gallitos, mirándonos por encima del hombro, y perdonándonos la vida. Ellos tienen toda la culpa que confunden con razón, y los demás somos todos fusilables, como decía Paco Umbral. El pueblo español está para tragar carros y carretas, y hasta tanquetas.

Los rojos son depravados, revolucionarios y asquerosos. Viven de hacer daño y robar o matar, a quienes son y hacen lo contrario por ser distintos a ellos, los que callan por no liarla más y les perdonan, consecuentes con sus principios. Los socialistas o izquierda caviar -casta política-, lo mismo se gastan tu dinero robado en la droga de los puticlubs para dar rienda suelta a sus aberraciones sexuales, que después te asesinan y se quedan tan frescos. Mezclan en el vicio del crimen los elementos más diversos. Por eso dan tanto asco. Los conozco bien lo asquerosos que son desde la guerra con los enredos y batallas que me contaban mis tíos, luchando contra ellos en el frente de Puebla de Lillo. Solo Dios puede vencerlos porque son el mismo demonio. Con esto, el definirlos queda de sobra.

Son el precio de la ingratitud, la perversidad del mal y la muerte. Ya no se les puede dejar abusar más aunque nos lleven a otra guerra civil. Son más tercos y necios que una mula y contra su estupidez es imposible luchar, por eso hay que cortarlos de raíz. Todas las cosas tienen su límite y por mucho que se estire la cuerda, se rompe. La ruptura con ellos debe ser total. Si se les permite el desorden para evitar la guerra, que es el mayor desorden, pronto nos la servirán en bandeja. ¿Por qué no se enterarán de una puñetera vez los ciudadanos, qué es el comunismo? Mientras no estén todos encarcelados, por su ristra de delitos, no habrá principio de solución; de lo contrario el mal sigue avanzando. Y nada mejor que fijarse en esta pandemia comunista creada y difundida desde el mayor país comunista: China. Esto es el comunismo mediante armas químicas o biológicas.

Lo más doloroso en España es la cantidad de gente, alguna buena, que arrastran mediante la corrupción, y logran engañar, o llevarse de rehén. En un alto el fuego que hubo acordado por los dos bandos en el frente indicado, se juntaron en Lillo y Cofiñal, donde bajaban a aprovisionarse cuando se acaba el rancho, chicos de los dos bandos que eran amigos y se sorprendieron de verse en distintos bandos. En el ardor de la juventud lo primero que recordaron fue sus escarceos amorosos por las fiestas de los pueblos. De tal suerte que olvidaron que los habían hecho enemigos sin darse cuenta, y militaban de esta cruel manera. Un contertulio era mi tío, y el otro, al verlo su jefecillo que hacía de cabo, tan a gusto, le gritó feroz cortando radical el encuentro fugaz: ¡Basta ya!, y cada uno partió con los suyos para su frente. A mi tío y a su amigo apenas les dio tiempo para darse un abrazo con lágrimas en los ojos.  Para esto sirven los rojos.

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Su amigo partió con Silvino Morán que murió justo al año siguiente. Mi tío que llevaba un saco con hogazas de pan al hombro, iba embargado por los sentimientos y preguntándose: ¿por qué tengo que matarme con mi amigo? Casi no pudo regresar a su compañía de los nacionales. Lo que sigue igual lo cuento otro día, lo cierto es que aquel día que era por noviembre del 36 mi tío estuvo a punto de fenecer por las balas rojas disparadas a traición desde la otra colina y sin respetar para nada el alto el fuego hasta las 9 de la noche. ¿Traidores? A los rojos no les falta detalle. Lo de desenterrar a todos los de Valle de los Caídos que hablamos ayer, precede a sacar a botasilla a los frailes benedictinos de allí, y dinamitar después tranquilamente todo aquello. Cosas así ya hacían entonces. Es lo mismo que la ley que va a desarmar a los policías, previo a comprarlos como hizo Maduro, y hacen los comunistas para rearmarse. Y muchos aún no quieren entenderlo. Este sábado 27, por la mañana nos manifestaremos en la Puerta del Sol, contra esta «ley mordaza».

Los rojos de tan asquerosos son malos hasta como enemigos. Son lobos y cerdos a la vez. Todas las marranadas que hoy hacen desde el poder socialista/comunista, no tienen otra explicación. Y las lobadas, también. Por eso prohíben cazar lobos. Y no somos capaces de cortarles el cuento de Franco, a la sazón el español más ejemplar. 

Autor

REDACCIÓN