25/11/2024 06:45
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No todo el mundo profesa la misma religión, no comparte las mismas ideas políticas, no tiene la misma educación ni las mismas costumbres y tradiciones, pero hay algo (excepto para algunas personas) que está generalizado y aceptado a nivel mundial: el aborto,

Según todas esas personas que están a favor del aborto, si una sociedad lo rechaza, va en contra del progreso, está anclada en el pasado y no respeta los derechos humanos (se olvidan de los derechos humanos del niño por nacer). Se promueven unas leyes que se debaten en el congreso de cada país. Se discute si esos niños viven o mueren. Tristemente, ganan por una mayoría abrumadora los que deciden aplicar a esos niños la pena de muerte y mueren porque se engaña a la sociedad con una mentira tras otra. Se dice que un hijo es una esclavitud para toda la vida, que la mujer no va a tener los mismos derechos que el hombre en el mercado laboral ni como persona ,,,y ¡¡¡claro!!! lo fácil, en lugar de luchar por lo que saben que es lo correcto, es arrastrarse como borregas.

Ellas van a abortar sabiendo perfectamente que acaban con la vida del hijo que llevan en su vientre.

Lo que desconocen es lo que viene después del asesinato de ese hijo. Es el síndrome post aborto que van a arrastrar de por vida, con unas secuelas de las que jamás sanaran. Ese síndrome, es la conciencia que aparecerá con remordimientos por lo que han hecho y que tendrá unas consecuencias devastadoras, principalmente para ellas pero también para su entorno. Ahogaran su desesperación en las drogas y el alcohol y muchas serán abandonadas por sus parejas. Algunas albergarán la esperanza de tener un hijo para reemplazar al que ha muerto, pero la esterilidad hará que eso no sea posible. Muchas acabarán suicidándose para reunirse con su hijo muerto.

Por todo esto, la segunda víctima del aborto son ellas mismas, Su conciencia, será su verdugo y hará que no se olviden que su hijo murió de la forma más cruel.

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Para ello, entrarán en las mal llamadas clínicas, que en realidad son patíbulos cadalsos, centros de exterminio prenatal, donde unos seres humanos (aunque para mí, son seres que carecen de la más mínima humanidad) darán muerte a su hijo en una ofrenda al demonio sediento de lo más  deseado por él,: la sangre de esos niños inocentes.

A partir de ahí, no hay una sola mujer que no arrastre de por vida esos remordimientos cuyas consecuencias son totalmente nefastas. Todo empieza por la publicidad engañosa, haciendo creer a la sociedad, que si el embarazo se produce en un momento que no viene bien ¡¡¡no pasa nada!!! pues hay centros que evitan el problema de un hijo inoportuno y sacárselo de encima es como quitarse una camisa de un color que no viene bien con el resto de la ropa que llevan puesta.

Todas llegan a ese centro de exterminio prenatal angustiadas, agobiadas, desesperadas porque no quieren enfrentarse a esa maternidad inesperada y no planeada. En esos centros las tranquilizan diciéndoles que ellas son dueñas de su cuerpo, que tienen derecho a decidir, que hacen lo correcto y que acabar con ese problema, es fácil.

Que con la interrupción del embarazo, volverán a ser libres  Se les da cita para la intervención. Cuando llega el momento tienen que leer un cuestionario para posteriormente firmar la autorización para que se les practique el aborto (eso sí, si no entienden el idioma o no saben leer, no pasa nada ¡¡¡Firma aquí!!!.

Seguidamente, entra una enfermera que se coloca entre el ecógrafo que está a los pies de la mujer y ella para que no vea a su hijo y como se mueve (pues se podría arrepentir). Una vez anestesiada o sedada, aparece otro diabólico personaje con bata verde, el cual comienza a asesinar a ese niño pequeñito, pequeñito e indefenso.

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Pocos minutos después, ya no queda nada de él. Acaba de morir.

Cuando todo ha terminado se levantan y salen solas. Entraron con su hijo y él, ya no está ¿dónde está ahora ese psicólogo que tan amablemente la convenció de que iba a hacer lo mejor? no, no está. No hay nadie que la acompañe a la puerta y salen solas. Algunas con una manta por los hombros, la cara blanca, la mirada perdida y llorando desconsoladas por su hijo muerto. La piel blanca sin brillo, los ojos hinchados por el llanto, la mirada perdida como un alma en pena.

A partir de entonces, se convierte en madre de un hijo muerto.

Quien si está, es esa persona que intentó convencerla para que no abortara, esa persona a quien ella no quiso escuchar. La misma persona que se volverá a acercar a ella, pero esta vez, no para persuadirla de nada. Solo se acerca para ofrecerle su hombro donde llorar y su mano para ayudarla en el peor trance de su vida.

¡¡¡Ojala que algún día acabe este genocidio donde son masacrados niños inocentes que pagaran con su vida no haber sido oportunos!!!

Mientras, las personas provida seguiremos luchando con todo lo que este en nuestra mano por esos niños inocentes e indefensos a los que han aplicado la pena de muerte sin haber cometido delito alguno y lucharemos a pesar de las consecuencias que tengamos que sufrir.

Algún día se ganara esta guerra, Mientras, seguiremos ganando batallas, porque cada niño rescatado es una batalla ganada.

SI A LA VIDA. NO AL ABORTO.

Autor

REDACCIÓN