23/11/2024 03:58
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Yo imagino a los esclavos negros de EEUU divididos en dos: los que se conformaban pensando que su señorito era bueno y, al menos,  tenian comida y cama y los que se revelaban ante una situación aberrante como es la de ser mercancía de aquellos que podían permitírselo.
 
Hoy, el mundo occidental y moderno se ha convertido en un lugar perfecto para los primeros. Se han perdido todos los derechos laborales que se fueron conquistando a lo largo del siglo anterior, la calidad de vida careciendo de la estabilidad suficiente para formar una familia y tener una vivienda digna, la capacidad de pensar y preferir delegar en el Estado para que lo haga por él,  el sentido crítico para ver que tiene grilletes en las manos y en los pies y cadenas que lo alinean con el individuo de delante de la fila sin reconocer, si quiera, su cara. 
 
Hoy el mundo occidental ha ido un paso más allá. Ha aislado y sometido a la población sin resistencia alguna por parte de ésta. Han conseguido aterrorizarla y desesperanzarla de tal manera que perder el contacto social y familiar es algo consentido por el bien común. Ha conseguido que la ruina económica, los empleos destruidos o los negocios cerrados formen parte de esta nueva situación que tenemos sin que nadie salga a quemar contenedores o a asaltar las instituciones responsables. 
Las generaciones actuales son como aquellos negros que creían que sus señoritos eran buenos simplemente porque no utilizaban la fusta con ellos…
 
Las élites van ganando por goleada, muchos de aquellos que antes lo veían claro están bloqueados y aterrorizados por una «pandemia» con una letalidad del 0,02%  y forman ya parte de ese rebaño que repiten como un mantra: «al menos tenemos trabajo», «al menos estamos vivos» … «los señoritos son  buenos, nos dan techo y comida….»
 
Hay algo que está meridianamente claro, si no ves tus propias cadenas da lo mismo el tamaño de las cizallas que te ofrezcan,  no podrás cortarlas. Y el mundo que conocemos tiene la mayor ceguera de la Historia.

Autor

REDACCIÓN