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Todos líderes han dado explicaciones en sus respectivos Parlamentos nacionales. Pedro Sánchez no lo ha hecho por simple cobardía.
Confieso que nunca imaginé que en pleno siglo XXI quedara algún loco con sueños expansivos y hitlerianos. Ni siquiera imaginé que el comunismo siguiera siendo tan torpe como es. Ahí tienen al incauto y figurón, Pablo Iglesias, sin idea de política internacional, pero apoyando las babas del terrorista y proasesino, Vladimir Putin. Recuerden que también apoyó a ETA y otras corrientes de terrorismo asesino. Es un claro ejemplo de degeneración sobrevenida.
Por ahí sigue Pablo Iglesias apoyando ignorantemente al asesino Putin, lector del instinto malicioso de Stalin y aprendiz leninista. Hoy Cayetana Álvarez de Toledo cobra actualidad con cuanto le espetó en el Congreso de los Diputados, hasta el punto a acogotar al entonces «Coleta morada». Para los desconocedores, he de decir que aquella denuncia que tanto exhibió por ser llamado «hijo de terrorista» carece de recorrido: ni siquiera fue aceptada a trámite por la Audiencia de Zamora y duerme el sueño de los paranoicos. Lean, lean «Políticamente indeseable» y ríanse a su antojo del tema.
¿Y qué me dicen de Pedro Sánchez «El mentiroso»? Que un simple investigador y lector de guerras pasadas no pensara en un posible ataque de guerra total es normal. Pero es que ni el presidente del Gobierno imaginó que podría llegarse a esta situación. Durante semanas se escaqueó de acudir al Congreso para dar explicaciones, por simple y pura cobardía.
A Sánchez le atenaza la indignidad y la corrupción. Parece que ahora le corre prisa acudir al Parlamento español. Tras años como parlamentario, acaba de descubrir que el Parlamento es la sede de la soberanía nacional. Después de babear contra Rajoy, el aprendiz de «Zapatero bolivariano» acudirá al Congreso una semana después de los ataques de Vladimir Putin a Ucrania. Lo hará la próxima semana y, seguramente, Putin ya habrá invadido Moldavia, vecino de Ucrania. La salida cobarde de la OTAN en Afganistán le ha dado alas. Lo de Crimea fue una reválida salvada con facilidad. Y ahora Ucrania, otro examen facilón, aunque con resistencia armada.
Sin duda, China está tomando nota para saber cómo debe actuar ante Taiwán. Como lo leen. Posiblemente estemos ante la generación más torpe, inútil y degenerada de políticos desde la Segunda Guerra Mundial, tanto en Europa como en España, aunque con un loco, que no deja de ser un hijo-Putin, es muy difícil calcular las reacciones y las satánicas intenciones. Donald Trump mantuvo a raya a Vladimir Putin; se temían y se respetaban.
Con las tropas moscovitas en la frontera ucraniana, desde hace semanas, no entendíamos que Pedro Sánchez anduviera por ahí buscando protagonismo de algo, cuando en Europa lo ponen en segunda fila y con la condición de permanecer callado. Por eso no se entiende su huida para dar cuentas en el Parlamento; máxime si tenemos en cuenta que no han servido de nada los avisos de las fuerzas de inteligencia estadounidenses y europeas; el ataque era inminente y no tenía vuelta atrás. Tanto Borrell como Macron habían hecho el ridículo más espantoso ante un loco con sed de muerte, venganza y odio.
Mentiras y más mentiras aventaba Putin, como suele aventar el comunismo en todas las facetas de su engaño vital: estaban haciendo maniobras, sin otra intención. Todos tragaron. De nuestro presidente mejor callar porque se limita a hacer cuanto le indican y, por si fuera poco, lo hace mal y tarde. Para muestra muchos botones. Desde hace una semana, el escenario que se ha producido era el más previsible. Y los políticos estadounidenses y europeos mirando a la farola.
Todos líderes han dado explicaciones en sus respectivos parlamentos nacionales. Sánchez no lo ha hecho. Sabemos más de Rusia y Ucrania por políticos ajenos a España que por los nefastos representantes españoles. Tal vez es que ellos no se habían enterado o se creían por encima del bien y del mal. Esta vez se ha quedado a mitad de camino la comunidad internacional y, si se invade Moldavia, no duden que se van a enterar cuando los proyectiles hayan impactado en el corazón moldavo.
Hasta el ido y poco serio, Boris Johnson, ha dado ejemplo de mandatario y ha explicado en tres ocasiones la situación al Parlamento; es más, hace unas horas ha vuelto a convocarlo. Lo de Sánchez es una falta de respeto a la Cámara, una más. Por su cuenta y riesgo anda por ahí defendiendo ante la NATO y la Unión Europea posiciones no convalidadas ni aprobadas en sede de la soberanía nacional. Los complejos de inferioridad de Sánchez, teñidos con mecanismos de compensación infantiles, le llevan a creerse por encima del Parlamento, cuando él sabe que su persona es un muñeco de barro, incluso para él mismo.
La torpeza del presidente Sánchez es tal que, entre las medidas sancionadoras que ha propuesto la UE a Vladimir Putin, «El mentiroso» Sánchez añadirá que se prohíba la ensaladilla rusa en España y Europa para dañar la economía moscovita. El tonto ha sentado cátedra.
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