21/11/2024 20:40
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Este “cariñoso” remoquete es el que utilizo cuando en un entorno personal y privado sale a colación o hay que referirse a Alfonso Fernández Mañueco; el actual presidente de la Junta de Castilla y León vio la luz en el año 1965, apenas cumplidos los 30 años, este advenedizo pipiolo de la política ya ostentaba el cargo de concejal del Ayuntamiento, en 1996 fue elegido  presidente de la Diputación Provincial; este paradigmático ejemplar de la política democrática al uso y buenas costumbres ibéricas, ha hecho valer sus estudios de Derecho, desconociéndose la fecha de su licenciatura, su nulo currículo profesional y la perfecta adaptación al medio político familiar, para ir remontando sin deuda de oxígeno la  dura pendiente de las ambiciones personales, dejando por el camino, como todos los que nacemos de mujer, los  “escíbalos” de inmadurez, de miseria personal y de decisiones incorrectas, con una única y elemental diferencia que las “defecaciones” de los políticos afectan al conjunto de la sociedad y pueden llegar a ser traumáticas para un País.

¡Ánimo Alfonso!, que Rajoy te marca la senda, a la misma edad también fue presidente de la Diputación de Pontevedra, alcanzó la presidencia para convertirse en un “aborrecido” para millones de españoles que aman a su patria y luchan por expulsar de las responsabilidades políticas a esta infame bazofia de mortales enemigos de España.

Aunque la edad ya no me exige dar explicaciones a casi nadie, por deferencia al lector y cierta inclinación al renovado presidente de la Comunidad castellano-leonesa, he de hacer constar el porqué del sobrenombre a D. Alfonso; siempre me ha dado la sensación de ser un político sin garra ni determinación, mi percepción sobre él ha sido la de ser una persona blandengue, esponjosa y un poco dulzona; en resumidas cuentas , “un bizcochito”

Desde el trágico día de los atentados de Madrid del año 2004 y las posteriores bufonadas puestas de manifiesto en la órbita de los partidos políticos, la información y los tribunales de justicia, sobre España y sirviendo de catalizador del proceso el “execrable” Zapatero, ha hecho su aparición una “glaciación” que nos ha aterido a todos, frío glacial que ha paralizado los dinámicos resortes de la Constitución, que ha congelado la más elemental y razonable crítica del olvido de los fundamentales valores sociales y principios éticos de una sociedad viva,  exigente y civilizada, que ha entumecido cualquier reacción dirigida a plantar cara a la ingente cantidad de “perrerías antidemocráticas y antiespañolas” cocinadas en la sórdida, sectaria, calculada y fría empresa gubernamental socio-comunista.

Es preciso reintegrar a España a su soberanía, a su realidad, debemos acabar con esta impostación perversa, con este cúmulo de mentiras, hay que arrasar las trincheras del engaño y la manipulación.

Es obra de patriotismo el contribuir a asfixiarles a  dejarlos sin oxígeno, disciplina que ha de imponerse y que debe servir para defender a España de sus enemigos.

Sin entrar en valoraciones de orden político, sin ninguna intención de repugnantes especulaciones partidistas, sí, me siento obligado a felicitar a Alfonso Fernández Mañueco por su decisión de formar un gobierno fruto del pacto entre el PP y VOX , pues dicho acuerdo trasciende al predominio de las oligarquías políticas que hemos padecido hasta la fecha, manifiesta una firme voluntad de desprecio a los complejos inherentes del Partido Popular, rechaza la tan pregonada supremacía moral de la izquierda, desacredita al patético y miserable “Marianito” Casado( que Dios le perdone y le busque un trabajo fuera del PP), administra y aplica un correctivo a su sucesor, Feijóo, cuando este pedía al PSOE que facilitase un gobierno de Mañueco sin VOX.

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Este puede ser el primer paso para arrojar al abismo la podredumbre de este régimen constitucional ficticio en que el gobierno de Sánchez ha convertido al Estado Social y Democrático de Derecho del 78.

Régimen que empobrece y degrada a España.

Estas y otras parecidas son las energías alternativas que España precisa para dar calor, ardimiento y actividad reaccionaria que deshaga la invasión del hielo que tiene entumecida a la casi totalidad de la sociedad española, que nos hagan despertar del letargo invernal y acaben de una vez por todas con el imperio de la indolencia, la pasividad y la cobardía; va siendo hora de que salgamos de nuestras oseras y busquemos el alimento material, espiritual y patriótico para nosotros y el buen futuro de nuestros hijos.

Autor

REDACCIÓN