22/11/2024 01:05
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Me atrevo a realizar una propuesta, una humilde iniciativa cuya simple intención es no olvidar. Tenemos como sociedad una memoria muy frágil para cuestiones recientes como, por ejemplo, informes sanitarios desconocidos y de alto rigor científico acerca de las condiciones para pasar de una fase a otra de la pandemia de una comunidad, los nombres de las empresas adjudicatarias de test falsos, los proveedores fantasmas de material médico, el número de personal sanitario infectado y de fallecidos; de los ancianos muertos en residencias, de los decenas de miles de victimas del Covid-19… y podemos seguir.

En esta era volátil, efímera, falsa e intangible, propongo dar testimonio y dejar físicamente un mojón histórico que nos recuerde para siempre a las víctimas y victimarios: Un Memorial a los Caídos por el Covid-19. Un monumento sencillo, respetuoso y digno con el nombre labrado en la piedra de todos los muertos por el virus.

Imagino sus nombres y apellidos, edad y lugar de residencia dejando un pequeño surco de intensa emoción en el mármol negro, frio, liso y brillante de un inmenso muro. Una pared de contención ante el cínico olvido de sus responsables. Un monumento nacional enorme y permanente que nos recuerde estos tiempos que ya parecen que se van difuminando poco a poco entre el calor del verano que se aproxima, los “Diarios de la cuarentena”, una serie de TVE en clave de humor”, como ellos mismos la promocionan, la relajación en las franjas horarias y los cupos hacia la nueva normalidad de terrazas con mamparas y mascarilla. Un monumento de Patrimonio Nacional construido para que las generaciones futuras tengan una mera referencia a los aciagos días que vivimos y sus siniestros gobernantes. Un monumento en la capital del Reino de España y en un sitio referencial como tal vez pueda ser la Plaza de Oriente, frente al Palacio Real rodeado por las estatuas de todos los reyes de nuestra historia.

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Sí, un monumento sobrio, respetuoso, no un monumento esperpéntico y vergonzante en el patio interior de un ayuntamiento o en medio de una glorieta inaccesible en un rincón de la ciudad. Un monumento transparente en su adjudicación y presupuesto, pero el más digno para también recordar los malos tiempos económicos postcovid que tenemos por delante.

Si no queda muy clara la idea, pongo a modo de ejemplo algo así como el Memorial a los Veteranos del Vietnam en Washington DC, un monumento nacional registrado como Lugar Histórico de los Estados Unidos. El conocido The Wall o La Pared honra a los miembros de las Fuerzas Armadas que sirvieron y murieron en la guerra, y que es uno de los más visitados por los estadounidenses. Allí recuerdan a sus muertos con sus flores y sus banderas.

Casualmente mañana 25 de mayo se conmemora allí el conocido como el Memorial Day o Día de los Caídos, celebrado el último lunes de mayo de cada año y que recuerda a todos, sí, a todos los muertos en combate. Ese día el parque de la capital está abarrotado de familiares o simples ciudadanos que conservan la memoria y el respeto por quienes dejaron su vida por su nación. Cuidado, que nadie interprete esta comparación con ninguna exaltación acrítica de las políticas norteamericanas a lo largo de la historia, en absoluto, sino solo como un ejemplo de cuando las cosas se hacen como se deben o al menos como a mi me parece que deberían hacerse, porque son posibles y ahí están a la vista de todos, las haga quien las haga.

Un gran memorial español que le ponga nombre y apellidos a esas horrendas cifras, gráficos y porcentajes que inundaron y siguen haciéndolo todos los días en los telediarios. Nombres y apellidos de hijos, padres, abuelos y hermanos, víctimas de la mentira, ineptitud, desidia, soberbia y maldad, por una gestión gubernamental como nunca ha sufrido esta bendita tierra.

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Un Memorial a los Caídos por el Covid-19 con todos sus nombres y apellidos lleno de flores y de banderas rojigualdas, que nos recuerde el dolor que padecimos como pueblo, y que sea uno de los más visitados en el futuro por familiares y ciudadanos que no se resignen a ser cifras, gráficos y porcentajes manipulados en futuras pandemias de ingeniería social. Para no olvidar y conservar la memoria de verdad. Ellos y nosotros también lo merecemos.

Autor

José Papparelli