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Vemos a Fernando Grande-Marlaska como el ariete de Sánchez para socavar la democracia y debilitarla por la torpeza de gestión del Ejecutivo.
Grande-Marlaska ya ha aprendido a “MARLASKAR”. Nos han invadido con neologismos y expresiones absurdas, al decir de la RAE y que no podemos encontrar en el DRAE; pero no nos han dado explicaciones sobre innumerables temas o nos los han tergiversado. No ha hablado el Ejecutivo sobre la persecución y represión a los disidentes; ni sobre las órdenes represivas a la Policía; ni respecto a las amenazas a la Guardia Civil si no comían de su mano; ni… ni… Y así hasta enumerar toda la obra del Ejecutivo; es decir, mentiras, represalias, amenazas, desprestigio, traición, bloqueo, manipulación, desinformación, sectarismo, indignidad…
Todos esos vocablos se compendian en uno solo. Ya aparecieron otros como “miembras”, “postavozas”, “jóvenes”, “Fuerzos y Cuerpas”, “machirulo y machirula”… Y ese vocablo al que me refería no es otro que “MARLASKAR”. Soy consciente de la lluvia de críticas que pueden llegar y lo asumo, como asumo que donde las dan, las toman. En otra ocasión hablaremos de lo que caracteriza al presidente: la mentira y la falsedad. Lo mismo que trataremos lo más destacable de Iglesias: falsedad, amenaza y siniestras turbulencia. Pero hoy le toca al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ariete “sanchista” para socavar la democracia y debilitarla con su torpeza. Ya vemos que, su reiterada falta de argumentos, le lleva a ser el onomatopéyico “pim pam pum, catapum” de la oposición.
Fernando Grande-Marlaska ha sido uno de los artífices de que la legislatura esté agotada y el Ejecutivo esté abrasado. Ante tal garantía, el presidente se ha convertido en un tenderete de mercadillo y ofrece de todo: a Bildu y al nacionalismo vasco el acercamiento de los presos etarras; al golpismo y separatismo catalán el cese de Pérez de los Cobos; a ERC le da largas equilibradas y a la extrema izquierda le garantiza la anulación “íntegra” de la Reforma Laboral y el conocimiento de los presuntos secretos del CNI sobre Venezuela, entre otros.
Muchos nos hemos sentido defraudados con este personaje. Aún recuerdo el día que lanzó el bulo del asesinato de una mujer a manos de su marido, en Valladolid, y lo definió como violencia machista; tanto los médicos que la trataron como la autopsia demostraron que había sido un suicidio, sin más. A partir de ahí ha multiplicado los bulos y ha esputado en la cara de medio mundo. Y como “el que a hierro mata, a hierro muere”, ahora le toca a él y le está cayendo la del pulpo.
Sus compañeros de profesión no le van a perdonar la traición y el desprecio a la democracia o el intento de asesinato de Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, al igual que miembros del ya desaparecido comando Vizcaya no han olvidado sus peripecias; al menos la sección más radical que quiso asesinarlo siendo titular del Juzgado de Instrucción número 3 de la Audiencia Nacional. Pero los “recuerdos” que dejó en Ezcaray los dejamos para otro momento. ¡Cuánto se arrepienten decenas de periodistas de haber sacado la cara por él en los años duros de plomo!
Su desprestigio crece de día en día, lo mismo el político que el profesional o el personal. Nada que ver su situación actual con la que le aupó a la fama como vocal del CGPJ. Mantuvo un equilibrio de reconocimiento tanto en la diestra como en la siniestra. De poco le van a servir sus servicios a la perforada ultraizquierda. Por mucho que persiga y dañe a la libertad de expresión nunca ganará la batalla. Lo mismo que no conseguirá matar a Montesquieu por mucho que traicione a sus compañeros de profesión o se baje los calzones ante el Ejecutivo de Sánchez. Su gran error es intentar “abofetear” a los jueces y mirarlos por encima del hombro porque ni siquiera con esa actitud conseguirá borrar las burradas cometidas en la gestión del COVID19. Sin duda, su indignidad hará que siga en el Ejecutivo de Pedro I “El Enterrador”. Si hubiera aprendido un mínimo de dignidad, o la que creíamos que tenía durante los “años de plomo”, ya hubiera dimitido.
Yo me pregunto, respecto a la obediencia de De los Cobos a la investigación judicial, ¿Qué hubiera pensado Grande-Marlaska si sus policías judiciales –en vez de aportarle pruebas sobre una investigación concreta y encargada por él– hubieran aportado pruebas a ETA de la vivienda de verano que su familia tenía en ‘El Cardizal’ y en el mismo bloque que uno de los pisos alquilados por ETA en Ezcaray?
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