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Quiero empezar dejando claro que no me refiero a la izquierda socialdemócrata de la cual es principal referente, Eduard Bernstein, que fue perseguido por Marx y Engels en tiempos ya tan lejanos como 1879, en los que ambos fundadores del marxismo estaban en plenitud de su madurez. En ese año, ambos conjuntamente enviaron una Carta Circular al denominado Partido Social Demócrata alemán, que de socialdemócrata no tenía nada, para que excluyeran del partido a Eduard Bernstein y a otros dos compañeros intelectuales, que se oponían a la dictadura del proletariado, propugnaban que se abandonase la violencia, para atraer a la clase burguesa, y consideraban que era una equivocación pretender eliminar la propiedad privada de los medios de producción. Con ello Marx y Engels, aun hoy alabados por demasiada gente, dejaban claro una vez más cuál era la doctrina marxista, que siguió viva en el Partido Social Demócrata alemán incluso con posterioridad al golpe de estado violento y criminal que dio Lenin en 1917.
Más adelante las ideas de Bernstein fueron acogidas por los modernos partidos social democráticos europeos que, definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial, se alejaron de la órbita marxista y de los regímenes comunistas que habían surgido de ella. No ocurrió lo mismo con el PSOE que, durante la República y después, siguió manteniendo en sus estatutos la ideología de Marx y Engels. El PSOE, fundado en el mismo año de la citada Carta Circular, mantuvo esa ideología hasta que Felipe González, cien años después, en 1979 dio un órdago al partido: “Si queréis contar conmigo hay que eliminar el marxismo de nuestros estatutos”, logrando que así lo aprobara el partido en un Congreso Extraordinario realizado ese mismo año. ¿Quiere ello decir que el marxismo ha desaparecido del PSOE y de su entorno? Basta con mirar al gobierno de Pedro Sánchez para encontrar la respuesta, más evidente aún por su silencio ante la represión en Cuba y su decidida opción por aprobar la ley de Memoria Democrática, calificativo que gusta mucho a los marxistas.
Ante todo ello, afirmo que la izquierda marxista es criminal o ignorante. Criminal cuando calla ante los crímenes del comunismo a los que muchos consideran “una mera necesidad histórica”, mientras que se desgarra las vestiduras ante lo que llaman crímenes fascistas entre los que incluye al nazismo, fascismo italiano y franquismo que evidentemente son realidades muy distantes entre sí. Ignorante cuando sigue sin enterarse de lo que es el marxismo. Ahí tiene una empanada mental increíble, ¿cómo es posible que en 2021 haya aún gente que presuma de tener un cierto nivel intelectual y se considere marxista?
Hagan ustedes la prueba. Pregunten a uno de esos marxistas y pídanle que les resuma qué es el marxismo de una forma breve y sintética. Recibirán un aluvión de palabras en las que les dirá que la historia del ser humano es tan solo la historia de la lucha de clases entre los que tienen y los que no tienen; que muestra el abuso de los poderosos frente a los débiles; que la superestructura (las religiones, las leyes, la cultura) impide cambiar las estructuras de propiedad. También puede que les hable de la dialéctica permanente como camino hacia el progreso, aunque si le preguntan cómo funciona hoy la dialéctica en Cuba o Venezuela no sabrá que decirles. En suma, será capaz de hablar horas y horas sin decir nada en concreto, en un discurso sin fin en el que terminará por presentarnos a un Marx que no sería otra cosa sino un Jesucristo con boina.
Todo ello se le puede rebatir, pero si quieren ayudarle a que comprenda su ignorancia, llévenlo ustedes a un terreno más concreto, llévenlo a la teoría económica marxista, llévenlo a El Capital de Marx, que por cierto es un tocho de un millón de palabras que casi nadie se ha leído y que ningún marxista ha entendido. Ahí naufragará de forma total y absoluta y dejará patente que no sabe qué es la teoría del valor trabajo de Marx ni su falsedad y que, por consiguiente, tampoco se sostiene la teoría de la plusvalía, como vía explotadora a través de la cual el “capitalista” obtiene el beneficio. Balbuceará si le pregunta sobre si han funcionado las leyes marxistas que pronosticaban la decadencia del capitalismo y será incapaz de explicarles porqué los sistemas económicos marxistas han dado lugar a países con una gran mayoría de ciudadanos empobrecidos, frente a una nomenclatura, la “casta” del Partido, que vive y se aprovecha de sus ciudadanos total y alegremente.
En suma, ante la izquierda marxista criminal no hay otra cosa que la oposición pura y dura. Sin embargo, ante la izquierda marxista ignorante es más adecuado, con dulzura, pero con rotundidad, aplicar la conocida obra de misericordia “enseñar al que no sabe”, para abrir la puerta de su tozudez y llevarla a posturas realistas y sobre todo fraternales. ¡Feliz Navidad!
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