22/11/2024 06:01
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Sospecho que la coalición de izquierdas va tocando a su fin. En el consejo de ministro se respira tensión y violencia verbal. La convivencia ya es imposible; no obstante, Pedro Sánchez, no acaba de tomar la decisión que procede, pero en vísperas de lo que sería Semana Santa, en una situación normal, puede haber decisiones de calado. Es un hecho que el vicepresidente segundo del Gobierno socialcomunista ha lanzado una mina a la línea de flotación del PSOE. Si explota puede causar otros muchos daños colaterales.

No ha sido casual el manifiesto sobre la destitución de Iglesias. Intelectuales y expolíticos del PP, PSOE y Cs han unido sus fuerzas para “Cesar la infamia”. ¿Alguien duda de que el ‘vicepandemias’ es incapaz de construir, pero sí muy hábil para destruir, desunir, adulterar, violentar y dispersar odio? Incluso su formación es una máquina de generar destrozos entre instituciones y personas. Unos, con la única neurona que les quedaba, han fundado Neurona para degenerar cobros y pagos; otros, sin pagar a sus asistentes, se corrompen a ojos de la Seguridad Social y, otras, haciendo que la niñera cobre como si fuera funcionaria, se pagan sus gastos de las arcas públicas. ¿Y aquí no pasa nada? 

Sólo falta ya que en el consejo de ministros se esputen unos a otros, por bandos y bandas, como Rufián y su banda de ERC esputaron a Borrell cuando abandonaron el hemiciclo por mandato de la anterior presidenta del Congreso. Pero no tardaremos en presenciarlo. Piensen que, entre la vicepresidenta primera y la “marquesa” corrompida de Galapagar, la convivencia es imposible e insufrible. Y más ahora, que con la ley Trans se ahonda cruelmente en las diferencias, no sólo por la baja catadura moral y la nula ética existente en el borrador de la norma. Algunos ven más un duelo de verduleras que un intento por liderar el retrógrado feminismo de versión española, basado en simples batucadas, en chiringuitos y en ayudas vacías o sin sentido.

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Todo esto llega a Europa y genera sensación de malestar y preocupación, además de desconfianza. Esa debilidad ya la resaltó el economista Friedrich Leopold Sell. Este economista entiende que entregar a España 140.000M de euros (hace meses se redujeron 36.000M) para la reconstrucción “no es actualmente responsable”. Y para hacer esa afirmación se basa en que la situación en España es muy inestable y preocupante, casi siempre basada en la mentira de sus líderes políticos, además con falsaria y corrupta deriva comunista.

Pero va más allá el economista de referencia y considera que es más adecuado que el FMI y el Banco Mundial establezcan dónde colocar ese montante de dinero, además de que sea Bruselas quien lleve a cabo un control exhaustivo de ese dinero. España no puede manejar una cantidad así, donde el independentismo siempre puede desviarlo a sus deshonrosas causas. Es evidente que ni el socialismo ni el comunismo dan confianza en Europa y, menos aún, sabiendo que se apoyan en el separatismo, el golpismo, el terrorismo y en los sectarios y facciosos nacionalismos.

Hace tiempo que la prensa internacional destaca el declive del Estado español, el hundimiento de sus instituciones, la degradación de la Justicia y la visceralidad de la convivencia. La política está desestructurada; la estructura territorial troceada y casi rota. A ello hay que añadir “el bajo nivel intelectual de los políticos”. Pero algunos medios van más allá, con respecto al liderazgo político: “La tripulación es pésima –dice Raphael Minder, corresponsal del New York Times en Madrid— y podría hundir cualquier barco, incluso el más sólido”.

El propio corresponsal, Raphael Minder, iba más allá con respecto a la ordenación territorial, criticando la existencia de comunidades autónomas y la dificultad añadida a la hora de poner soluciones a la pandemia y la crisis. Es consciente, el corresponsal del New York Times, de los sacrificios que han exigido los dirigentes políticos al pueblo español y “mientras ellos demuestran su irresponsabilidad a diario, la ciudadanía cumple con las normas, en general”. 

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Actualmente, es lamentable comprobar que los líderes políticos se comportan sin sentido de Estado y algunas ministras como verduleras de mercado medieval, sin importarles ni lo más mínimo la ciudadanía. El demagogo ‘vicepandemias’ segundo del Gobierno se cree dueño y señor del reparto de carnets de demócrata y niega a España el derecho a considerarse “una democracia plena”. Sin tardar, la Unión Europea la corregido la imbecilidad de ‘Pablenín’ y su absurda muestra de analfabetismo: “La calidad democrática de España está fuera de toda duda”, ha dicho.

En fin, es un hecho que el hijo del ‘Frapero’ lo critica todo y cornea a cuanto se mueve. España se parece, cada vez más, a la banda de Doroteo Arango (Pancho Villa).

Autor

Jesús Salamanca Alonso