21/11/2024 19:54
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Los enterados, los listillos, los “creadores de opinión” -como sin rubor confiesan- cosa que equivale a manipuladores, berrean de nuevo sobre la fragmentación de la derecha tras las elecciones regionales de Cataluña.

Para los enterados, los listillos, los manipuladores, en España y sus regiones hay tres partidos de derecha: el citado Ciudadanos, el PP y VOX.

No tienen empacho en afirmar que Ciudadanos es un partido de derechas, cuando todos sabemos que ni ellos se tienen por tal, ni sus postulados obedecen a esa ideología. Claro que, si nos atenemos  a ello, tampoco el PP es de derechas. No sólo porque desde hace mucho tiempo se definen como centro liberal avanzado -o sea, la clá-, sino porque una de las pocas verdades regurgitadas -no se si por Zapatero o Rubalcaba- es que el PP siempre acaba donde ha estado el PSOE con diez años de retraso.

Afirmación que, a poca memoria que se tenga, no admite discusión.

Por tanto, el único partido de derechas que hay en España es VOX, que -dicen- es «populista». Pero los listillos, los enteradetes, los manipuladores, no cejan en su empeño por hacer ver a los díscolos electores que las derechas son tres y deberían ser una al objeto de obtener mejores resultados. No tienen cuenta que las izquierdas son más de tres, y ahí están, en la Moncloa, pese a tirarse continuamente dentelladas a la yugular que, por supuesto, no llegan a hacer sangre ni a privarles de la mamandurria.

 

Y para los manipuladores, los listillos, los enterados, es urgente que las tres derechas de que hablan se unan. Es decir: que los restos de Ciudadanos busquen acomodo en el PP, y que VOX renuncie a sus postulados y se reblandezca hasta mimetizarse con la derecha cobarde, ocultona y sin sustancia del PP de sus amores. También decían lo mismo de Fuerza Nueva allá por los últimos años 70 del pasado siglo, cuando el PP aún era la Alianza Popular de Fraga, que tan brillantemente cosechó múltiples fracasos.

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Los enteradillos no alcanzan a comprender -borricos con anteojeras en torno a la noria-, que Ciudadanos, tras la espantá después de las anteriores elecciones catalanas que ganaron y no fueron capaces, ni siquiera, de dificultar la carrera separatista, no tiene en aquella región ningún futuro. Tampoco, según parece, en el resto de España, donde todas las encuestas anticipan un hundimiento absoluto.

 

Y menos aún alcanzan a comprender que la gente que vota a VOX es bastante posible que no votara a una mezcolanza de esas tres derechas que definen los enteradillos. Porque quien vota a VOX lo hace porque el PP y Ciudadanos no les ofrecen garantías -demasiadas traiciones, demasiadas palabras olvidadas, demasiadas cobardías, demasiados abandonos-, ni les proponen nada capaz de ilusionar, de creer que pueden hacer valer sus derechos de españoles en tierras de España. VOX, al menos por el momento, es capaz de decir claramente las cosas que esos votantes quieren oír y tienen esperanza de poner en práctica.

 

¿Esos votantes de VOX darían su apoyo a un batiburrillo de derechas cobardes, fracasadas y grises, sin más aspiración que permanecer en un puesto cómodo y tragar lo que les echen los separatistas?

 

Como ya escribí, en las dos últimas elecciones generales -y en las autonómicas y municipales- he votado a VOX. No es lo mío, no llega a ser todo lo que quiero, no veo que sea la solución que España necesita y -por supuesto- no representa mi ideología. VOX es de derechas -una derecha razonablemente decente, al menos de momento- y yo soy Nacionalsindicalista, luego no puede ser lo mío. Si creo, sin embargo, que es lo menos malo y lo único -hoy por hoy, tras haber despilfarrado tan brillantemente toda posibilidad las fuerzas nacionales- que puede servir de cierto revulsivo. Y, ateniéndome a la indicación joseantoniana, he creído que en esos citados comicios podía votar a lo que os parezca, menos malo. Otra cosa es que, si VOX sigue haciendo cosas que no me gustan, poniéndose de lado en asuntos donde la decencia exige dar la cara, escurriendo algunos bultos, decida no volverles a votar.

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Lo que tengo absolutamente claro, es que jamás votaría a una pachanga de las llamadas tres derechas que tanto anhelan los conformistas con micrófono, los enteradillos que no entienden de ilusiones, ni de esperanzas, ni de cabreos; los manipuladores que niegan la realidad con tal de arrimar el ascua a la sardina de su PP, aunque una y otra vez les traicione, les abandone y les venda.

Autor

Rafael C. Estremera