20/09/2024 21:37
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A Irene María Montero Gil, Ministra de Igualdad le da lo mismo que le da igual, 8 que 80, porque no la investiga nadie. Así vende la igualdad para comprar la desigualdad con el resto. El negocio no puede irle mejor. Es comunista y todos los de la extrema izquierda están acostumbrados a hacer lo que les da la gana, desde enriquecerse ilegalmente con la propia corrupción generalizada que ellos crean. Lo primero que impusieron es el miedo, técnica marxista que con la mentira, forman un muro infranqueable, que nadie se atreve a saltar, salvo VOX, sin la ayuda de nadie; todos los demás no se aventuran, acobardados. A Vox que es el único que los descubre y retrata le escupen su odio africano. El que hace la ley hace la trampa. Y de esto la extrema izquierda es de lo que más sabe, junto con robar y matar en cuanto se presente la ocasión. Robar lo autoriza el partido socialista, y matar el comunista. Si es imposible saber y cuantificar el despilfarro político, aún es más difícil medir el daño moral a una sociedad poco crítica que se traga todo lo que le echan y deja engañar fácilmente, cuando no comprar.

El presupuesto para 2022 del Ministerio de Igualdad supera, por primera vez, los 500 millones de euros, alcanzando los 525 millones, lo que supone un incremento del 14,4%. Además reafirma el compromiso en la lucha contra todas las violencias machistas destinando 56 millones de euros más que el año pasado en planes y programas contra las violencias machistas, hasta alcanzar los 285 millones de euros, es decir un 25% más y un 54% del total. El presupuesto de 2022 para Igualdad, rompe por primera vez la barrera de los 500 millones. Más de la mitad del dinero irá destinado a combatir lo que llaman «violencia de género».

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El Gobierno ha aprobado este martes en el Consejo de Ministros el III Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres 2022-2025, que estará dotado con 20.319 millones de euros, según ha anunciado Irene Montero, la actual ministra del Ministerio de Igualdad. Además incrementa en más de cuatro millones de euros su gasto en personal, y pasa de los 3,5 millones en el 2021, a los 7,6 en 2022.

Irene Montero multiplica por 92 su patrimonio personal desde que llegó al Congreso. Ha pasado de 6.823 euros en 2016, a 269.969,82 euros en 2021. En solo cinco años ha conseguido multiplicar por 92 su patrimonio desde la llegada al Congreso.

La sustituta de Pablo Iglesias que fuera o es, quien sabe, su pareja, pasó de vivir en Vallecas a ser marquesa en su gran chalet serrano de Galapagar. Maneja unas cifras poco habituales para su joven edad, y ya cuenta con un total de 145.649,03 euros de patrimonio bruto y 69.994,37 euros de pasivo, según aparece recogido en su declaración como alto cargo del Estado publicada por el Boletín Oficial del Estado (BOE). Además, en el Portal de Transparencia de la Administración General del Estado, sus ingresos como alto cargo del Gobierno de España fueron de 118.248 euros brutos por 11 meses y medio en dicho cargo en 2020. Este salario que supera los 100.000 euros se debe a los trienios de antigüedad y el generoso complemento de productividad y otras prebendas que ya se desconocen.

El daño social de este ministerio, es imposible cuantificar, porque conlleva la corrupción, compra de votos y voluntades, y daño moral inferido directamente a la juventud, al estar entroncado con la opción de otros ministerios que coinciden,  e inciden en acciones conjuntas como es el de Cultura y Deporte al que le fueron destinados en año pasado 1589 millones de euros a sus políticas. De la cultura que hace llorar, mejor no hablar. El Ejecutivo cuenta con 22 ministerios. Una mastodóntica administración que debe dar de comer sin trabajar a muchos votantes, pero que deja al resto con una mano delante y otra detrás, que sí trabajan. Su superestructura ministerial se sale de madre, a cuenta de esquilmar al contribuyente. Es el gobierno de coalición socio-comunista, un monstruo como Marx llamaba al comunismo. A algunos ministerios, además de tan innecesarios y dañinos como éste, le podemos arrimar al que conlleva la Agenda 2030, esa que nos dice que no tendremos nada y seremos felices.  

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REDACCIÓN