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Personalmente le creía muerto y enterrado. Pere hete aquí que aquél muchacho con cara de alelado que conocimos hace muchos años, delfín de Felipe Gonzáles que perdía todas las primarias en el PSOE, aparece, y lo hace para defender a los suyos, a la chusma criminal, el anteproyecto de Ley de Memoria Democrática que próximamente enviará este Gobierno para su tramitación al Parlamento. Una ley que no es otra cosa que una versión edulcorada de la Ley de Memoria Histórica de 2007 que inició Zapatero, calificada de insostenible por el Parlamento Europeo, pero que aquí la Iglesia, el Ejército y la Justicia han cumplido a rajatabla. ¿Quién es este pajarito?

Eduardo Madina, hijo de familia socialista vasca de toda la vida, esto es, del socialismo del Frente Popular de 1936, comprometido con las Juventudes Socialistas de Euskadi desde la temprana edad de los 16 años y ateo de convicción, es la víctima de ETA mejor indemnizada de todas, pese a que cuando le ocurrió lo de la pierna no tenía cargas familiares. La razón de la suculenta indemnización, siendo que el Gobierno de España lo presidia Felipe González, fue que era jugador de voleibol, y aunque no vivía de eso, el chico podía sufrir un trauma irreversible al no poder seguir jugando.  

A Eduardo Madina se le proyectó, y mucho más después de aquello, pero sin éxito, y el chico comenzó a estudiar, por supuesto en la Universidad de Deusto, y a comprar inmuebles. Y fue tal la voracidad del muchacho en comprar casas, que al poco se le descubrió un imperio inmobiliario. Siendo que pasaba por ser de los más ricos del Parlamento, y eso que no había dado palo al agua en su vida.  

Con su puesto como profesor en la Universidad Carlos III, que vete a saber cómo lo ha conseguido y de qué manera, y, sobre todo, vegetando en el Congreso de los Diputados desde hace más años de los que podamos recordar a bote pronto, esto es, disfrutando de una vida tranquila, sin trabajar ni preocupaciones, nuestro personaje Eduardo apareció de entre las sombras el 17 de febrero del corriente para dictar su lección de ética socialista en El País, con el título: “Memoria y patrimonio democrático”.

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Mintiendo de forma y manera burda y vil, y tergiversando la historia hasta trastocarla del todo, Eduardo, el otrora alelado, el millonario y el vividor, presenta su alegato haciéndolo pasar por real al tamizarlo sobre la razón que todos podemos compartir sin mayor reparo de conciencia. A saber, que las personas que todavía estén enterradas en fosas comunes o en cunetas, que sí las hay se reparten en ambos bandos y que el hecho es propio de todas las guerras, sean enterradas debidamente conforme a lo que dispongan sus familiares. A quienes, por cierto, les han importado un bledo hasta hoy.

Miente Madina, porque no es verdad que aquella Guerra, la última Cruzada de Occidente por lo que quiso liquidar el bando rojo de Madina y evitó con sangre y fuego el nuestro, perdure “como herida abierta” en la mente de nadie, salvo en la de los socialistas y demás ralea de la izquierda, que no han podido olvidar la derrota. Y tergiversa la historia al hacer creer todavía a alguien que la España de Franco se dedicó después de la Victoria contra la canalla roja a fusilar a manos llenas. Siendo más bien todo lo contrario, como de sobra se puede comprobar por los sumarios judiciales que todavía existen, hasta que Madina y su tropa de asalto los quemen para que no quede rastro de prueba en contra de sus patrañas.  

Pero como este tipo que no ha hecho nada de provecho en su vida es capaz de superarse así mismo, resulta que no sólo simula, miente y tergiversa, sino que se arroga el papel de hombre bueno, permitiéndose, y nada menos que él, que es un bellaco, aconsejar “a la derecha española más combativa” –que sería VOX, porque al PP ya lo tienen ganado en esta y en otras cuestiones de calado- que sienta como propio el dolor de los familiares de las víctimas de la represión franquista”. Pero como la condición moral de este espécimen es más baja de la que suponíamos, la condición de víctimas del franquismo la extiende al punto de considerar a todas la de cualquier tentativa totalitaria o de diversas formas de terrorismo”. Es decir, que para Madina los que le volaron la pierna son dignos de respeto por su condición de víctimas de Franco. Como víctimas son para Madina los terroristas del FRAP, los GRAPO y todo el que se enfrente a Dios y a España.

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    Eduardo Madina no desmerece a los suyos. No olvida que perdieron la guerra y la quiere ganar tantos años después, que es la tormenta soterrada que toda esta chusma mantiene como obsesión en sus conciencias. Y la cosa no sería más que una ficción sino fuera porque de paso incitan al enfrentamiento dialéctico y físico.

Pues nada, que nos tengan de frente.  

   

Autor

Pablo Gasco de la Rocha